Añádale usted las que se le ocurran
Hablando de adicciones y otras hierbas aromáticas
Por: Luis Enrique Sánchez P.
Sábado, 22/04/2023 09:35 AM
Cuando de forma casi automática tienes que tomarte una taza de café o corres el riesgo de pasar el día cascarrabiando y mal humorado, botando chispas, maldiciendo por todo, y si adicionalmente es café con cigarrillo, o cuando realizas alguna acción donde tu voluntad no es la que dicta tus decisiones sino la fuerza de la costumbre, de los hábitos, sobre todo de los malos hábitos y realizas esa acción, que observada desde la plataforma del análisis consciente perjudica tu salud, pues ahí, estás transitando por la autopista de los malos hábitos exacerbados, de las adiciones incontroladas.
Entre ellas, las que padecen los ludópatas que se ven forzados a apostar y saborear el gusanillo de la duda ante la apuesta irrefrenable y ese sentido de que hoy si, hoy es el día, es algo que sienten muy dentro e intensamente, hoy si, la suerte los acompañará y va a ganar, lo sabe, está convencido y necesita jugar por sobre todas las cosas de esta alocada vida en la que estamos encerrados, el que no lo ha sentido no sabe de lo que está hablando, razona internamente, preso en su adicción.
Claro que hay adicciones que por su intensidad y dado lo dañina que pueden llegar a ser deben ser tratadas por los profesionales, los especialistas en la materia, eso si, tener mucho cuidado en que la consulta con ellos no se transforme en una adicción adicional.
Entre de lo podríamos llamar otras hierbas aromáticas, están las adicciones menores, las que creemos que no nos afectan tanto, aunque no por ello, sean menos peligrosas, ya que pueden crecer irremediablemente y arrollarnos en su loca carrera, tales como las de tomar refrescos embotellados, adicción por la Coca Cola, la Pepsi Cola, al Chinotto, a la chicha, al azúcar o los refrescos de colores, las maltas, hay quienes se toman hasta quince al día, al té, a los helados, al chocolate, a los diuréticos, a las vitaminas, a los analgésicos, a la lectura irrefrenable, al ejercicio físico excesivo, al hablar incesante o la mudez aplastante, a coleccionar sin método, a guardar cosas viejas, sin uso, a sacar cuentas de todo, todo el día y hasta toda la noche.
Añádale usted las que se le ocurran y que se me hayan quedado por fuera.
Por supuesto hay que considerar las adicciones más peligrosa como al alcohol, a las drogas en sus diferentes gamas, a las mujeres o los hombres, donde no cuenta la calidad de las relaciones sino el número de ellas.
La adicción al pensamiento constante y al análisis sin descanso que hasta le roba tiempo al dormir y no permite ningún tipo de actividades recreativas a quien la padece.
Y ahora, en estos tiempos que vivimos, la adicción a la tecnología y al uso irreflexivo y casi vicioso de las computadoras y equipos electrónicos de diverso tipo, que es promovido ferozmente por quienes se enriquecen con su venta o alquiler.
Pero, me dirá usted amigo lector, amiga lectora, que todo lleva a la adicción, todo lo sabroso, todo lo que nos gusta y nos da placer, todo, eso no se vale.
Pero, no es así.
El uso irreflexivo, alocado, sin un ritmo acompasado de todo aquello que nos gusta, que nos da placer es el inicio de la mayoría de las adicciones y puede ser intervenido a tiempo si agudizamos la auto observación crítica, el análisis de nosotros mismos, de nuestros hábitos y costumbres y de cómo nos manejamos en esta hermosa experiencia que llamamos la vida.
Ah y los dejo porque me tengo que tomar una tacita de café, la segunda de la mañana.
Buenos días Venezuela.