De cómo las redes y periodistas mal informan. Juego Venezuela Ecuador. Explosión en Lecherías

Jueves, 27/04/2023 04:55 AM

Ayer, mientras recibía las demasiado abundantes narrativas de lo acontecido en Lecherías, Municipio Urbaneja del Estado Anzoátegui, recordé lo acontecido en la ciudad de Nueva York en 1930, cuando Orson Wells, narró por la radio, su inventada invasión extraterrestre a aquella ciudad. Miles de habitantes de aquella ciudad comenzaron despavoridos a desalojarla, alejarse de allí antes que llegasen los del más allá, venidos del otro mundo y del lejano espacio.

Decir que las redes desinforman es por demás insignificante y hasta como "llover sobre mojado", pues si uno es riguroso, lo más apropiado es decir que, por ellas, en gran medida, cunde la mentira, abundan los deseosos de llamar la atención a toda costa y hasta el interés desmedido de hacer daño. Se han convertido en un potencial peligro para la comunidad toda. Pero también es una curiosa y malsana manera de invertir el tiempo.

La nueva tecnología, ha puesto en manos de la gente un valioso recurso para divulgar con rapidez y hasta amplitud, todo cuanto se le ocurra, sin verificar la autenticidad de lo informado y menos medir el daño que eso pudiera ocasionar, bien sea a un individuo o comunidad entera. Sin mencionar, pues es insignificante, cuanta necedad transcurre por esos medios.

Lo primero digno de resaltar es cómo cada quien narra lo acontecido como le dicta su deseo, sin importar que eso tenga sustento alguno en la realidad. Abundan quienes las noticias inventan o deforman, las ponen a circular y hay una multitud ganada para dar aquello como verdad y contribuir a difundirla. En muchos hay una evidente irresponsable predisposición o falta de capacidad crítica, sensatez y hasta cordura. Parece que el sólo deseo de figurar en las redes, tener algo que decir, sea una estupidez, mentira y hasta crueldad, como ayudar al terrorismo, es inaguantable. Y esto no sólo lo hace la gente común, ese joven o viejo que tiene en sus manos un teléfono celular, sino hasta los mismos periodistas. Y lo que es más, quienes dirigen y editan esos medios, también se prestan para divulgar las insensateces que escriben para ellos.

Anteayer leí en un diario quiteño un comentario acerca del juego Venezuela-Ecuador, redactado por un periodista, supuestamente especializado en el tema, quien tuvo la "osadía" de afirmar que, el resultado final de ese encuentro, el cual terminó empatado a un gol, se debió al hecho que el árbitro había anulado al equipo ecuatoriano un tanto.

El periodista que, como dije, es especializado en ese deporte, impactado por el hecho que aquel resultado determinaba que Brasil y no Ecuador, terminaba siendo el campeón del suramericano, se limitó a sustituir sus deseos por la verdad. Sintió necesidad de consolarse y consolar a sus lectores con una narrativa que desdibujó la realidad

Pero el pecado no sólo es atribuible al periodista redactor de aquel texto mentiroso, sino también a quienes le dieron cabida en su medio informativo.

Imagino a una multitud repitiendo en las redes aquello y generando la falsa idea que el equipo ecuatoriano había sido víctima de un fraude, restándole méritos al buen juego de los muchachos venezolanos, quienes pudieron haber ganado aquel encuentro, de no haber intermediado un garrafal error de apreciación del árbitro principal. En este caso, uno podría recordar aquella frase, creo de Eduardo Galeano, "un mundo al revés". Una narrativa hecha escrupulosamente al gusto del periodista y los manejadores del medio para quien aquél escribe y con el resultado que deja sembrada una falsa idea en quienes le leyeron y sus posibles efectos, sobre todo en un momento cuando, en ese país suramericano, como en tantos, se ha incubado el peligro de la xenofobia contra los venezolanos.

Quienes tuvieron la oportunidad de ver este reñido encuentro, pidieron ver, sin dificultad alguna, como lo que pudo ser el segundo gol ecuatoriano, fue anulado, por una evidente, demasiada clara, posición adelantada de uno los jugadores del equipo atacante. Allí no hay duda alguna. Ese gol nunca se produjo.

Pero hay algo más; el periodista en cuestión, en su "análisis", publicado sin comedimiento por los editores, omite que el mismo árbitro, en los finales del partido, no castigó con la pena máxima o "penalti", como se dice en la jerga del fútbol, a un jugador ecuatoriano. El "faul" dentro del área "chica", en los espacios inmediatos al arco ecuatoriano, contra un atacante venezolano fue por demás evidente. Lo que no sólo ratificaría a Brasil como campeón, sino que daría a Venezuela el tercer lugar por encima de Argentina.

Me pareció muy equilibrada la opción del entrenador del equipo venezolano, al eximirse de emitir juicio por aquella decisión que le restó el triunfo a su equipo, señalando que se trata de un error humano, nada extraño. Y más cuando, en esa categoría o tipo de competencia, por razones que desconozco, no se opta por el VAR, es decir, un recurso tecnológico, basado en grabaciones de imágenes en "supuestos que la FIFA considera Jugadas Decisivas: determinar cuándo se ha marcado un gol, determinar si ha habido penalti, determinar si una acción es merecedora de tarjeta roja e identificación correcta de un jugador a la hora de imponer una sanción".

Es del conocimiento público que ayer, en horas de la mañana se produjo una fuerte explosión en los espacios del Municipio de Lecherías, Estado Anzoátegui.

Ayer mismo, en horas del mediodía, el Alcalde correspondiente informó, "Cumplimos con el penoso deber de informarles que los equipos de rescate hallaron el cuerpo sin vida de una mujer dentro de la casa que explotó. Esta persona estaba siendo buscada desde que se trasladaron los primeros heridos. Paz a su alma y consuelo a sus familiares".

https://eldiario.com/2023/04/25/explosion-casa-en-lecheria/

Horas más tarde, el mismo funcionario anunció que se desconocían los motivos de aquella explosión.

https://efectococuyo.com/sucesos/explosion-en-una-vivienda-deja-cuatro-personas-heridas-y-destrozos-en-lecheria/.

Es bueno advertir a los lectores que, el funcionario mencionado. forma parte de la oposición al gobierno nacional y digo esto, porque uno de los comentarios que escuché y de manera repetida, por intermedio de "radio bemba" o más novedosamente, "tele o cele bemba", fue que "el gobierno no hablaría de las causas ni efectos totales de lo acontecido", dado que hablaban de un elevadísimo número de muertos.

La versión más reciente, de hoy miércoles en las primeras horas de la mañana, a 24 horas de haberse producido el incidente, ratifica lo relativo a una lamentable pérdida humana y "Por el momento, el viceministro para la gestión de riesgo y protección civil, Carlos Pérez Ampueda, indica que la explosión fue propiciada por "acumulación de gas" en las residencias de Pueblo Viejo.

https://larepublica.pe/datos-lr/venezuela/2023/04/25/explosion-en-lecheria-que-se-sabe-sobre-el-incidente-y-cuantos-fallecidos-hay-hasta-el-momento-pueblo-viejo-lecheria-estado-anzoategui-manuel-ferreira-gonzalez-venezuela-lrtmc-471100

En esta misma noticia el alcalde ratifica lo dicho el día anterior. Según los medios, la empresa encargada de suministrar el gas doméstico en esos espacios, incumplió la norma de ponerle a su producto el aditivo que denuncia por el olfato la presencia o fuga de gas.

Pero por las redes sociales corrieron todas las informaciones posibles, horribles y hasta inimaginables.

Ayer fue un día muy especial para mí y mi familia, se cumplió el primer año de la muerte de mi inolvidable compañera. Por este hecho, los familiares más cercanos estuvimos casi todo el día reunidos y recibimos un buen número de visitantes. Cada uno de ellos era portador de una versión distinta de lo acontecido y los teléfonos celulares de quienes en casa estuvimos, recibían a cada instante, videos tomados en el sitio de la explosión desde distintos ángulos, en donde los narradores contaban sus particulares versiones.

Hubo quienes hablaron de un misil que había caído en aquel espacio. Otro, cuya manera de hablar denuncia a un personaje posesivo y lleno egolatría, decía a alguien, estando ambos muy lejos del sitio de los acontecimientos, que había sido un atentado con C-4. "Olvídate de una explosión de gas", dijo el tipo, "todo sucedió tal como te dije". Y no se quedó allí, irresponsablemente dijo a quien hablaba, que "todo se debe a un ajuste de cuentas entre traficantes de drogas". Por supuesto, quien aquello dijo a alguien, fue reproducido masivamente y a una velocidad en las mismas magnitudes de la información que informal e ilegalmente se transmitió inicialmente.

Otras informaciones hablaron del canal cercano al área de la explosión, "lleno de abundantes cadáveres".

Las redes reventaban hablando de una enorme cantidad de cuerpos desmembrados y repartidos por distintos espacios, como calles y piscinas. Cabezas, brazos, piernas, abdómenes, en grandes cantidades, vieron los narradores en las calles de "Pueblo Viejo". La inventiva, inocencia y hasta la crueldad, se mezclaban en la narración de un acontecimiento lamentable de por sí.

Buena parte de la tarde me la pasé recomendando a quienes aquello me decían, fundamentándose en lo que recibían por el teléfono, que tuviesen paciencia y esperasen las informaciones oficiales, sabiendo que el Alcalde de Lecherías, que como ya dije, es opuesto al gobierno nacional, les garantizaba alguna información que pudiera ser digna de crédito para ellos. Pues como ya dije, algunos ya ganados para la idea que allí sucedió una tragedia de mayores dimensiones, por esa propensión humana, estimulada por el mal uso de las redes sociales, comentaban que el gobierno haría lo necesario para ocultar la magnitud de lo acontecido.

Ese proceder no sólo crea terror al deformar los hechos, sino que es fácilmente utilizable para manchar la dignidad de quien sea. ¿Eso es libertad de informar o promoción de terror, dolor, tragedia? ¿Tal proceder, no es, además de cuestionable, merecedor de sanción?

Es obvio que, quienes así proceden, en la mayoría de los casos, obedecen al deseo de aparecer, hacerse notar, llamar la atención y, en la cadena, hay quienes hacen de iniciadores y otros de simples repetidores, casi mecánicamente, por inocentes, desocupados y hasta una muy asquerosa manera de invertir el tiempo. Pero también hay quienes lo hacen con el deliberado propósito de causar malestar.

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