En la vida debemos siempre ser... y parecer también, así como lo dice la famosa frase de Julio César. Pero antes de parecer, tenemos que trabajar bien en el ser, en nuestros valores y principios, en lo que nos define, lo que nos importa, lo que realmente somos y representamos, lo que aportamos, lo que valemos, lo bueno y lo malo, lo que debemos potenciar y lo que queremos mejorar. Debemos tener una base sólida.
Una vez definido debemos enfocarnos en parecer lo que somos. Tiene que haber un equilibrio, porque la idea no es aparentar, mucho menos fingir, no tratemos de parecer lo que no somos. La idea es ser consecuente con ese "ser" real en el que hemos trabajado, serle fiel y estar atentos, no descuidados, para que un mal "parecer", una mala apariencia, no transmita un mensaje equivocado a nuestras familias, nuestros hijos, nuestros vecinos, electores, a todos quienes nos ven y nos rodean, a quienes nos siguen por uno u otro motivo, a quienes realmente nos importan.
Tenemos que ser sinceros y transparentes sí, pero cuidando que lo que queremos reflejar y ver reflejado en nuestros espejos y nuestras vidas sea exactamente lo que queremos ver y que vean los demás.
La meta es ser y proyectar siempre la mejor versión de nosotros mismos. De nuestra forma de ser, obrar, actuar, trabajar, perdonar, crecer, evolucionar, nuestra forma de vivir.
Luchemos para que la forma en la que nos vemos en el espejo y en la que nos sentimos con nosotros mismos nos haga sentir orgullosos. Trabajemos para que los demás conozcan ese verdadero "ser" y puedan no solo apreciarlo, sino enriquecerlo y mejorarlo cada día.
A ustedes, mis fieles lectores, les digo entonces "nos vemos en el espejo", por aquí y por allá. Siempre presente, siempre consecuente. Un fuerte abrazo.