No creo en el azar

Jueves, 22/06/2023 12:22 AM

Aprendí cuando era muchacho, de un maestro muy experimentado en las luchas sociales y políticas del país, además de muy estudioso, de discurso fluido y agradable y excelente docente, que en la concatenación universal de los fenómenos la casualidad no existe, sino hay solamente necesidad o causalidad. Sin adentrarme filosóficamente en esta materia, en la cual estoy muy lejos de ser un conocedor medianamente ilustrado, sí debo afirmar categóricamente que, en la Venezuela de hoy, no creo en los hechos políticos casuales, ni por parte del gobierno ni de la oposición. Y mucho menos que los mismos sean originados por las buenas intenciones de sus ejecutores. Esta gente, toda, la de Maduro y la de quienes se le oponen violentamente, no dan puntada sin hilo, como dice el refrán.

Y en relación con la renuncia de los rectores oficialistas del Consejo Nacional Electoral, la máxima señalada es aplicable completamente. Crear una supuesta crisis es algo que se estaba planificando desde hace muchísimo tiempo, tal y como lo denuncié hace meses en un artículo de opinión. En ese momento, esa situación era vox populi en el CNE, y pude intercambiar al respecto con uno de los rectores, quien sabía de la misma y de sus posibles causas. Se decía que de las conversaciones entre el gobierno y la oposición del G4, había surgido la petición opositora del cambio de Picón y de Márquez, pues no eran percibidos por los partidos del G4 como sus representantes e, incluso, ni siquiera como verdaderos opositores. A esta contingencia se agregaba la necesidad del gobierno de llenar la vacante de Tania Damelio, quien había pasado al Tribunal Supremo de Justicia, por lo que el Directorio funcionaba con 4 rectores.

Adicionalmente, se señalaba que el rector oficialista Calzadilla, presidente del CNE, no era visto como suficientemente fuerte e inflexible por el alto gobierno, que añoraba la figura de Tibisay Lucena y sentía que podía en el futuro necesitar de un "comisario político", capaz de cumplir órdenes sin miramientos ningunos. El gobierno, en clara conchupancia con la oposición que lo ha ayudado a mantenerse en el poder, resolvería varios problemas y satisfaría necesidades emergentes de la política. Tendría un CNE mejor controlado, con rectores opositores partidistas, menos profesionales, con quienes sería más fácil discutir y "arreglarse". Además, interrumpiría el proceso de restauración de la confianza de la gente en el CNE, con el menoscabo consiguiente de la participación de los votantes en las elecciones venideras. Una baja participación favorece al gobierno, por quien sufraga sólo un 20 por ciento de los electores.

Hoy, la hipótesis se hizo realidad, pero a la renuncia de los rectores oficialistas siguió, a los pocos días, la de los dos rectores opositores principales, es decir las víctimas de la componenda, por lo que su renuncia inicialmente no se entiende, pues en principio, y según la información disponible, deja al gobierno con las manos totalmente libres y sin tener que recurrir a una destitución de Picón y de Márquez, muy difícil de explicar legalmente. Se aduce la existencia de una crisis institucional del organismo, generada por la renuncia de los rectores oficialistas, pero el CNE seguiría funcionando pues los renunciantes deben permanecer en sus cargos trabajando normalmente hasta que los nuevos rectores sean designados, por lo que ese argumento no es sino una simple excusa.

No comparto la decisión de renunciar de los rectores opositores, pues no veo en qué ayuda a la normalización política. Esto no significa que hubiera querido que los rectores se atrincheraran en el CNE y tuviera el gobierno que sacarlos por la fuerza. Nada de eso. Simplemente no facilitarle al gobierno sus acciones inconstitucionales. A menos que las renuncias hayan sido producto de un acuerdo con ese gobierno, lo cual pudiera desprenderse de las declaraciones de los renunciantes. No lo sabemos, pues no tenemos información privilegiada, si toda esta tramoya de meses termina en unos acuerdos, en los que debe estar involucrado el Departamento de Estado, que impliquen algún avance en la solución de la grave crisis nacional. Tendremos que esperar el desarrollo de los acontecimientos, pero nos permitimos dudar de las buenas intenciones de los actores principales de la componenda.

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