"Para conocer a la gente hay que ir a su casa".
Goethe.
La crisis socioeconómica que está viviendo la población venezolana este junio 2023, parece haber dejado de ser tácticamente política. Crisis política hubo en el primer año de gobierno del 2001, y 2002 con el paro petrolero, y los sucesos del 11, 12, y 13 de abril con el golpe de estado. La crisis política continuó con la muerte del presidente Chávez en el 2013, lo que produjo un vacío de poder.
Pero desde hace cinco años para acá en pleno 2023 se inicia en Venezuela una estado degenerativo en el sistema político, y expansivo, hacia lo social, con la aparición de los llamados alacranes, y las tramas de corrupción en PDVSA, que ha descompuesto al estado venezolano, de esto saldremos solo si el pueblo se decide a participar conscientemente. Los políticos de ambos bandos (oposición alacrán -psuv), al parecer perdieron la brújula, muchos salvo honrosas excepciones, siguen en lo suyo: raspando la olla putrefacta de la corrupción cómplice innegociable. La alegría de aquella «victoria» electoral del 6 de diciembre de 1998, se ha vuelto una sombra que no se aparta de la revolución. El ex ministro del petróleo TarecK El Aissami de impreciso nombramiento, ha venido abortando autoridad en las filas psuvistas. Si le sumamos que la gestión de gobierno en los últimos 6 meses 2023, ha llevado al país a una maxidevaluación sin precedentes, y una inflación asfixiante, tenemos que lo político ha sido absorbido por lo social. Y las lealtades psuvistas se decepcionan aceleradamente. La pregunta para el alto gobierno es si los venezolanos teníamos que esperar que el alto costo de los alimentos, y las medicinas, hagan colapsar la paciencia de los militantes, y del pueblo en general, derrotando el miedo a separarse de las filas revolucionarias. Bajo esta tesis, la emigración del país en busca de oportunidades, iniciada por jóvenes estudiantes, no puede a estas alturas ser considerada extemporánea e inoportuna. Por lo falaz de esas visiones «políticas torcidas».
A estas alturas del juego vemos que la tolerancia, y lealtad de un pueblo decepcionado, y fatigado, que obedeció a Chávez, y luego le dio su voto de confianza a Maduro, hoy pone límites, y condiciones. Y esto no es infinito, en materia de alimentación, salud, y trabajo, hoy el pueblo venezolano se muestra más sensible, que en los asuntos de la vida misma. Porque, en lo que más se resiente la gente, es en el no poder comer bien, y trabajar dignamente, que vivir o no vivir pasando las de Caín. Ya llevamos 6 meses de este 2023, con un implacable deterioro de la calidad de vida, donde nada importa para vivir: "si eres marxista leninista, socialista o liberal". El asunto de ideologías dejó de ser importante en la revolución, porque los altos dirigentes no saben lo que es eso.
Nadie está dispuesto a seguir pasando hambre por ella, después de estos escandalosos casos de corrupción mientras los de arriba, y enchufados comen a rabiar. En este terreno minado de alacranes, el Gobierno Bolivariano se desliza hacia el despeñadero sin retorno, pretendiendo imponerse con medidas represivas, policiales, y militares sobre la economía. Y se le escapa de las manos la seguridad alimentaria, debido a la hiperinflación, la escasez de combustibles, y los puntos de atraco militar en las carreteras del país. Esto ha ocasionado un desgaste exponencial del presidente Maduro, y su gabinete. Esto está ocurriendo en esta sociedad joven e irreverente, donde la mayoría esta abandonando el país. Venezuela, es hoy la expresión viva de un pueblo contestatario, que no reclaman otra cosa que respeto, y oportunidades, porque ven claro que bajo esta copia del modelo cubano de miserias, en el que vivimos, no habrá integración social posible, ni futuro. A ese sentimiento de rebeldía, y lucha, se une un amplio sector de la oposición no corrupta-alacrán, que tampoco concibe salidas de orden electoreras corruptas con los llamados alacranes, por razones más que harto conocidas. Por cierto, aquellos que hablan de no reeditar la historia, esta crisis no es la misma que la del 2001-2002.
El problema es hoy más profundo. Se ha desbocado el alto costo de la vida, y una lucha de clases, que no es retórica, entre campesinos-comerciantes-extranjeros explotadores árabes y chinos, de la joven clase profesional venezolana, a la cual tienen como esclavos. Hoy la lucha socialmente es cuerpo a cuerpo. Entretanto persiste la hiperinflación, la falta de empleos productivos, la corrupción, y la impunidad. Un cuerpo a cuerpo de la represión como la reciente de los obreros de Guayana, que luchan por mejoras salariales, contra las ideas, donde las ideas por cierto, no mueren. Pero donde existe una persecución selectiva. Este cuadro para nada espera por estupideces políticas. Lo social rebasa la cotorra discursiva. La indignación no se pacta, ni se ataja. Es muy fácil para un alacrán de fuerza vecinal decir que «lo primero es lo primero, y que el descontento social, debe esperar por los tiempos de Dios, que son perfectos». Un político sensato tiene que responderle a estos cánticos de alacranes, llenos de irracionalidad: «es la economía imbécil», como el ex presidente Clinton se lo espetó a Bush Padre (ganándole las elecciones). Los únicos tiempos perfectos por eternos, serán los de la actual nomenklatura estalinista en el poder, si la clase política no alacrán, y escurridiza, sigue ignorando, la solución que demanda la gente. Hoy la lucha es de abajo hacia arriba, no al revés.
Tenemos un gobierno que manifiesta estar quebrado, y el país hecho un desastre. Un poder disminuido, que se aferra a la opresión, porque no sabe negociar como lo hacia Chávez. Un país partido en mil pedazos, que ya no das más. Un país gravemente enfrentado, que carece de actores políticos con capacidad de mediación. Y un descontento de la población generalizado que busca soluciones, porque, ojo, no es un descontento solo en contra del Gobierno, sino contra todo un establishment político alacrán, que no supo entender, y resolver estos graves problemas. El que tienes ojos, que lo vea, ya que esto conservará vigencia. Son tiempos de masas, no de mesas. La nación se arrechó, y dijo ¡basta ya! Si los partidos no alacranes, no comprenden el descontento en la calle, pues no llamen a votar, porque lo menos que le harán, si es María Corina: ¿Será la señal de costumbre?