La izquierda en la década del 70, como ahora, no hallaba puntos de encuentro. Orígenes y destino del bipartidismo (VI)

Martes, 11/07/2023 02:52 PM

El modelo de democracia representativa alcanza cierto nivel de estabilización

La llamada "democracia" venezolana llega a un estado de aparente estabilización a partir de la década del 70 y esto es tan cierto que, pese a la magnitud de la crisis económica, la brusca caída del poder adquisitivo del bolívar y los escándalos de corrupción, la vida en el país no se ha alterado y no ha habido conflictos dignos de mencionar en los últimos años

El ingreso petrolero de los últimos años permitió el subsidio de las concesiones hechas a los grupos económicos nacionales e internacionales y a otros factores dinámicos de la sociedad, según el criterio expuesto por Domingo Alberto Rangel.

En todo caso, se creó una clase media amplísima que, por años, ha prestado sus buenos oficios a la democracia y la izquierda perdió su ascendencia sobre los sectores populares. Es decir, pareciera que hasta ahora está impuesto el modelo democrático de Caldera y Betancourt que se caracteriza por el bipartidismo. Ya en este período, en gran medida, para no excederme, los partidarios de la lucha armada llegaron a la conclusión que aquello era un esfuerzo inútil o una guerra, como dijo un viejo amigo ex guerrillero, "donde sólo nosotros ponemos los muertos".

Ahora bien, la hegemonía de dos partidos sobre toda la sociedad política, pareciera ser un fenómeno nada extraño. En el pasado, en nuestro país, liberales y conservadores compartieron ese rol. En Inglaterra algo similar ha ocurrido. También en Colombia; en Estados Unidos, es un hecho muy conocido para nosotros, demócratas y republicanos dominan la cuestión electoral, los órganos del poder público y cada cierto tiempo se transfieren la Casa Blanca. Hoy, Bush y Dukakis personalizan esa cuestión. Y hasta Chile, antes que Salvador Allende rompiese la tradición, también dos partidos, Radicales y Demócratas Cristianos, representaban la misma pieza.

A la naciente y frágil democracia nuestra de la década del sesenta, bajo el signo de la secesión, no le era fácil rehuir a ese destino y tomar la vía heroica que proponían los izquierdistas. No obstante, es bueno dejar sentado para la reflexión que, en la misma izquierda, se censura hoy cualquier alternativa o proyecto que se fundamente en hegemonía de un solo partido sobre la sociedad que es pluralista.

Es obvio que la izquierda de hoy, considerándola en su conjunto, ha optado por una táctica nueva. Por lo menos ha pospuesto la alternativa táctica de lucha armada, se ha incorporado con entusiasmo y fe a las contiendas electorales y ha modificado sus propuestas. Pareciera haber no sólo una modificación en el lenguaje, en la envoltura, sino también en la esencia del planteamiento. Es obvio, como ya hemos señalado, que aparece dispersa y compitiendo consigo misma, lo que fortalece el cuadro bipartidista.*

En la conducta, por sus opiniones, en algún sector de la izquierda pareciera creerse que la mejor manera de abordar el problema de la unidad es aplastando o diluyendo a otros grupos de la misma izquierda.

¿Qué puede suceder a partir de 1988? ¿Habrá alguna posibilidad que se instaure un régimen monopartidista en Venezuela?

Teóricamente hablando, esta alternativa no parece viable, porque no es saludable para el sistema y porque nadie está interesado en ello.

El sistema mismo y su gente más despierta no van a buscar la destrucción. Hasta ahora el sistema ha actuado para que se incorporen a él el mayor número de individuos y le den solidez y soporte. Recordemos cómo desde el nacimiento de la era democrática, caído Pérez Jiménez, ha funcionado "Punto Fijo" y los grupos económicos nunca han dejado de tener voceros y ejecutores suyos en los puntos claves de la administración y ha sido así en los instantes más estables de la democracia y de mayor salud de la economía.

El nacimiento de un régimen monopartidista implica la ruptura de "Punto Fijo" y por supuesto, desgastar o debilitar las bases políticas donde está montada esta sociedad y el sistema, coincidiendo con una crisis "sin precedentes". Sería restarle respaldo a un status que se ha fortalecido si comparamos con 1958, pero que sobre él pende la espada de una situación económica no fácilmente manejable. Aún más, las fuerzas que actúan en la sociedad venezolana –AD, COPEI, etc. – combaten contra esa posibilidad. Incluso el partido del actual gobierno no parece ganado para aplaudir un cuadro diferente, por lo menos en sus sectores más conscientes y más claros frente a la actual coyuntura. A los grupos económicos tampoco les agrada el monopartidismo.

El caso mejicano, del cual hablaremos con más detalles luego, revela que el monopartidismo en este momento es un mal negocio. Es evidente que el dominio del Congreso por una sola fuerza no es saludable para el funcionamiento del sistema. ¿Cuántas veces, diputados y senadores del partido de turno en el gobierno – AD o COPEI – y con control en el Congreso han votado por una opción a regañadientes? El ejemplo más reciente es el relacionado con la aprobación de las leyes de crédito para el negocio del aluminio.

Los gobiernos venezolanos de los últimos treinta años, que aportaron menos escándalos en materia de corrupción administrativa, han sido aquellos que no tuvieron del parlamento. Los quinquenios de CAP, Luis Herrera y ahora este de Lusinchi, se caracterizan por asaltos a troche y moche contra el erario nacional por funcionarios venales. En cambio, en los regímenes de Leoni y Caldera, donde ningún partido tuvo hegemonía en el Congreso, pareciera apreciarse mayor ecuanimidad y discreción en el manejo de los fondos públicos.

Estos elementos los conocen las fuerzas que mueven nuestra sociedad. Son del conocimiento de los partidos, los gremios, grupos de vecinos, culturales, económicos, culturales y, por supuesto, lo sabe el elector.

Teóricamente hablando pues, se puede decir que la sociedad en su conjunto sabe que el monopartidismo es una cuestión negativa o por lo menos no aconsejable para este momento.

Los resultados electorales mexicanos sirven para iluminar sobre el problema del mono partidismo en Venezuela

Los resultados más recientes de México, son de lo más ilustrativo.

Veamos una muestra. En la Cámara de Diputados que legalizó el discutido triunfo del candidato oficial a la presidencia, Carlos Salinas, el PRI, partido también del anterior presidente, apenas tiene una frágil mayoría de 256 curules contra 244 de la oposición.1

Tomemos en cuenta lo siguiente: "recientemente dos destacados miembros del PRI, del Estado de Tabasco, 600 Kms., al sudeste de la capital, decidieron incorporarse al as filas del FDN opositos".1-2

El FDN hizo el segundo lugar y obtuvo el 29% de las preferencias del electorado.1 También que "es un sin precedentes en la historia del país, que un numeroso contingente de militantes del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), decidió solicitar su ingreso al opositor Frente Democrático Nacional (FDN)2

Y es más significativa esta decisión, si tomamos en cuenta que se produjo con posterioridad al hecho electoral. Y para completar el cuadro, es bueno saber que en el mes de diciembre habrá elecciones para elegir nuevos

gobernadores. También que todas las fuerzas que apoyaron a Cárdenas, recientemente se fundieron en un solo partido.

1 Agencia de Nnoticias France Press (AFP). "El Mundo",

Caracsa, 10.08.88. Pág. 13

2.-FDN, es el Frente Democrático Nacional cuya m`xima

figura es C. Cárdenas, hijo del legendario Gneneral Lázaro

Cárdenas, quien fuera presidente de la nación de los aztecas.

Si observamos la precaria mayoría del PRI en el Congreso mejicano, que expresa un hecho "inédito en México – donde el PRI ha dominado la vida política durante los últimos sesenta años prácticamente sin oposición – responde en parte a la situación económica, pero en general nos está diciendo que la ciudadanía quiere cambio",[1] y tomamos en cuenta las tendencias y la vecindad de un nuevo proceso electoral, es fácil entender y admitir que hay posibilidades que el PRI se deteriore más o por lo menos que se amplíe la participación de otras fuerzas en los órganos del Estado. De hecho se puede casi anunciar que el PRI perderá unas cuantas gobernaciones de Estado y, esta sola amenaza, puede a su vez convertirse en un catalizador que contribuya a apresurar y profundizar el deterioro del viejo partido mejicano.

Por último, recordemos que el Partido Acción Nacional (PAN), de tendencia conservadora, obtuvo también una alta votación como el FDN de Cárdenas.

Es decir, una estructura monopartidista como la mexicana, impactada por una crisis económica de gran magnitud y desgastada por la práctica y los habituales escándalos de corrupción, ha dado muestras de descomponerse y los electores han optado por darle oportunidad a nuevos factores. En Venezuela, el bipartidismo es el caso. Pero éste, en nuestro caso, se ha caracterizado más o menos por los vicios del mejicano. Hay una crisis económica de enormes proporciones y quizás de mayor impacto entre la población que en México, pues en breve tiempo la anteriormente "saludable" clase media venezolana se ha venido a menos. La corrupción es agobiante, avanza escándalo tras escándalo y los factores de poder producen la sensación de no tener a mano fórmulas para encarar la situación.

Lamentablemente la tercera opción que sería la izquierda, sigue sin recuperar la ecuanimidad y los problemas que ya mencionamos y entre los cuales la atomización parece ser lo más trascendente.

-

Lo que anuncian las encuestas. El bipartidismo en su versión original se mantendrá.

El MAS- MIR y otras fuerzas podrían provocar alguna variante cuantitativa

Todas las encuestas, las hechas por encargo de un partido u otro y aquellas que podrían calificarse, hasta donde ello sea posible, de independientes, de manera general arrojan idénticos resultados. Pero es en los cómputos de la tarjeta pequeña donde mayores manifestaciones de cambio se anuncian para diciembre de 1988. Gane uno u otro candidato entre aquellos que la mayoría determinante de la gente tiene como ganadores, se podría afirmar que los resultados electorales arrojarán el siguiente balance:

a.- Se ratificará el bipartidismo AD-COPEI: Es decir, entre ambos partidos obtendrán aproximadamente el 63% de los votos. Políticamente hablando, el ganador intentará que el perdedor participe de acuerdos específicos entre ambos, a la manera tradicional o mediante formas nuevas, para mantener el control del Estado y dirigirlo dentro de los parámetros ya conocidos.

b.- El ganador intentará buscar respaldo en sectores distintos, pero por las manifestaciones de las encuestas, tendría que ser con fuerzas que antes no han estado en el gobierno y podrían exigir una línea de acción distinta a la tradicional. No hay razones para creer que el seno de AD y COPEI existan suficientes fuerzas ganadas para el cambio que admitan propuestas de esta naturaleza.

c.- Las fuerzas distintas a AD y COPEI, especialmente MAS-MIR[2] y Causa R, pudieran alcanzar una importancia significativa como para influir notoriamente en el próximo quinquenio, más si tomamos en cuenta los factores que están incidiendo en la actual coyuntura.

Además hay otras circunstancias que entorpecen los apetitos favorables de algunos hacia el monopartidismo e incluso un bipartidismo absolutamente dominante o hegemónico y entre ellas tenemos:

1.- Las posibilidades de los partidos AD y COPEI de mantener su clientela siempre insatisfecha y exigente, se reducen en la misma medida que se deteriora la economía y se exige discreción en el manejo de los fondos públicos.

2.- La inestabilidad de los precios del petróleo y por encima de esto, la tendencia a la baja de los mismos y la imposibilidad de elevar los ingresos a los niveles anteriores, también conspira contra esa ambición de monopartidismo o hegemonía.

3.- El problema de la deuda externa, sin importar la manera como se aborde, también apunta en la misma dirección. Aún más, para alcanzar una solución conveniente se requiere el concurso nacional. Gumersindo Rodríguez 1, quien sin duda alguna y pese a que aparece con muy bajo perfil, sigue siendo uno de los hombres de confianza de CAP; y precisamente aquel, refiriéndose al problema de la deuda dijo, "Hay solución al endeudamiento por las malas o por las buenas. Por las buenas negociando sin estridencias. Por las malas, condicionando de manera unilateral los pagos futuros al suministro de nuevos créditos y a los términos en que se cumplirán esos pagos".3 Pero en ambos casos, se requiere que el negociador por parte nuestra se ofrezca con una imagen sólida y de respaldo de la mayor suma de fuerzas del país. Es decir, es necesario que esa política sana y nacionalista frente a la deuda que es la única posible para no hundirnos, goce de la aceptación del país, de las masas, de los partidos, etc.

Y esta inquietud embarga a los electores.

4.- Los problemas fronterizos y de límites con todos nuestros vecinos y especialmente con Colombia, en una guerra interna que cada día adquiere mayor relevancia y se proyecta sobre Venezuela, también se inscriben para conspirar contra las políticas hegemónicas dentro del marco de la democracia representativa. Los últimos acontecimientos en el poblado de "El Amparo", estado Apure, demuestran hasta donde el problema colombiano nos afecta.

[1]-3 Rodríguez, Gumersindo: director de CORDIPLAN en el anterior gobierno de CAP. Como tal actuó como jefe de las finanzas públicas y de la planificación económica del gobierno. Su influencia bajo ese gobierno fue de primera línea.

*Estos fueron juicios emitidos en la década del 70.


[1] Ídem.

[2] MAS-MIR: así se llamó provisionalmente el resultado de la fusión del Movimiento al Socialismo con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que decretó la desaparición de esta última organización y la incorporación de los miristas encabezados por Moisés Moleiro al MAS.

Nota leída aproximadamente 1655 veces.

Las noticias más leídas: