Auditórium

María Corina: ¿Lo mejor de la burguesía, junto a su whisky?

Jueves, 13/07/2023 01:19 AM

"Es la posesión ilícita, la que determina el valor de la ‘adquisición-corrupta’ de bienes, mercancías y objetos de alta gama que desborda alucinantemente el fetichismo de ciertos politiqueros, y de las aberrantes desviaciones ideológicas. Como un mensaje para los revolucionarios, que me piden analice este caso, recurro nuevamente a una frase de Marx: "lo mejor de la burguesía son su vino, y sus mujeres". Este alerta es para la reflexión sobre la posible vulnerabilidad frente al placer derivado, de estos medios de seducción, en los cuales la corrupción alacrán, también se vale para intentar deshilachar las fibras más íntimas del hombre revolucionario".

Fin de la cita.

Recuerdo la famosa frase lapidaria atribuida a Karl Marx: "lo mejor de la burguesía son su vino, y sus mujeres". Y con esto aludo a cierto arribismo- oportunista-alacrán que anida en muchos "revolucionarios rodilla en tierra".

Al atender muchos correos electrónicos pienso mucho en los Aló Presidente de Hugo Chávez, y en aquel celebre Por Ahora. En sus alocuciones, el presidente lo contaba casi todo. Describía siempre las claves internas del proceso por el cual la rebeldía militar del 4F, no se fuera a transformar en una organización corrupta e institucional. Se trataba de su dominical testimonio adolorido en busca de la redención, así lo interpretaba mi persona. Al explorar sobre qué motivó a su generación a tomar las armas el 4F de 1992, recuerdo una vez haberle escuchado en una entrevista radial, creo que fue en Maracaibo, no lo recuerdo muy bien, una vez mas; sobre la famosa y trillada frase: "lo mejor de la burguesía son su vino y sus mujeres". Y con ella aludía a cierto arribismo que anidaba en muchos revolucionarios, y que podría brotar de forma descarada al tener el poder en sus manos. Cosa esta que traigo a colación, por el excesivo protagonismo que tiene el alacrán Brito, en los medios de comunicación, redes sociales, y el rechazo manifiesto, que tiene en la militancia del PSUV, en la opinión publica nacional, y en las amenazas veladas, que lanza a sus críticos en el Estado Anzoátegui, a través de su cadena Radial Orbita, imitando a su aliado el Ex alcalde Paraqueima hoy en prisión. ¿Si Hugo Chávez estuviera vivo, este despreciable personaje, estuviera operando con la revolución?

Este no es el sentido de este artículo, que hoy le doy a través de esa frase atribuida a Marx, pero tal vez algo tiene que ver. Cuando los alacranes precandidatos en las primarias opositoras, discuten acerca del significado de la palabra "pueblo" ahí se nos revela la forma en que su pasado militante en la corrupción habita en cada uno de ellos. Para Hugo Chávez, él evocarlo significaba volver a la rebeldía original del 4F, al martirio no realizado, a la asfixiante constatación, de que nada de lo que hacemos, al lado de estos alacranes, sirve para purificar la economía venezolana. Para ello, en cambio, es una idea desconectada de la realidad que ciertos dirigentes con poder utilizan para exhibir su narcicismo ideológico, su ambición desesperada por la riqueza fácil, o la inmadurez política y, en algunos casos, su propensión a la revancha violenta. Un sifrinismo retórico hacia la trascendencia como salvación, al estrés y desespero cotidiano, a causa de la injusticia, y la sobrevivencia del sufrido pueblo venezolano.

Cuando María Corina denuncia la tramoya en su contra ejecutada por los alacranes, deja en evidencia que no se rinde a la mediocridad de la oposición alacrán. Su escenario actual no es mejor, solo reclama una cuota mínima de humildad epistemológica, lo suficiente para reconocer que bajo este "sistema" pobres y ricos comparten un mínimo común múltiplo de la renta petrolera. Por eso es más difícil transformarlo a imagen y semejanza de la libertad, la justicia y la solidaridad.

Las encuestas hablan, y el gobierno lo sabe, los ciudadanos reclaman un imposible más: el reconocimiento al retorno de la alegría en la gente, esa alegría sobre la cual la sociedad venezolana pueda integrarse para enfrentar condenas mayores. Aquel Chávez, ya no puede escuchar, menos ironizar, sin abandonar su furia contenida que se llevó, sin poder liberarse de un pasado que no terminó de escribir, con la sinceridad radical que su transformación compartida, demandaba en esos álgidos momentos del final de su vida.

Su última declaración fue principalmente un mensaje sobrevenido. Su verbo iba en dirección a un pueblo que acumuló pendientes durante más de una década.

Pero también reconocía del desenamoramiento de los ideales estalinistas del siglo pasado. Esos que cobraron millones de vidas. Esos que aún justifican sus daños colaterales a favor del etéreo paraíso. Y que todavía algunos invitan, a acompañar la humanización de esos fantasmas negados en la Venezuela de hoy llamados "los alacranes". Una invitación que requiere de un exorcismo.

 

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