¿Volverá el socialismo? De los cuenta cuentos y las oscuras golondrinas. El exceso de ingenuidad de Chávez

Viernes, 14/07/2023 04:31 AM

"Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán".

G.A. Bécquer

Cito ahora a Bécquer, porque habiendo sido un poeta romántico, viene a cuento por quienes en veces, hacen de la política una comedia de ese género, como creer que la lucha guerrillera y el discurso épico, implican necesariamente un arribo al socialismo; y también los sueños y la generosidad del héroe, un personaje propio del romanticismo y la épica que aquello concrete. Y esos soñadores, si no se creen héroes, andan en busca de estos y hasta los inventan, para que les personifique su comedia. Y es tanta la obsesión que a cualquiera le inventan virtudes. Como creer por ejemplo, como el Toby Valderrama, que tiene su personaje heroico capaz de hacer volver algo que nunca estuvo o existió. Uno, de la mejor buena, fe espera que sea eso un sueño romántico, aunque disparatado, pero sería mejor que lo que parece decir la realidad.

"Volver" significa, por encima de todo, en el lenguaje coloquial, retornar. Y el regreso de alguien o algo que antes estuvo en un sitio, entre nosotros, implica que, por alguna circunstancia, tuvo que irse o se lo llevaron. Volver pudiera ser para alguien un resucitar, pero de la muerte nadie regresa, sólo a los alucinados o las farsantes les salen los muertos.

Lo que si pudiera volver para alguien es la felicidad, el bienestar y hasta las ventajas que antes tuvo, pero para eso hay que "acertar" y esto significa, no hacer el bien o mover el mundo, cambiar la sociedad para el bienestar colectivo, puesto que eso no depende de un hombre ni de un pequeño grupo, sino sólo pararse a tiempo en el sitio exacto dónde pararía el tren. Y hay quienes saben de antemano dónde, pues tienen las claves.

Pedir, ofrecer o desear el regreso de algo, implica que eso antes estuvo donde se pide regrese.

Escribir un artículo en un medio al cual accede mucha gente de un significativo nivel intelectual, en el cual desea u ofrece "el retorno" del socialismo a Venezuela, es subestimar por demás a esas personas. Aún si hablamos de esa difusa cosa que es el "socialismo del siglo XXI", cometeríamos un grave pecado, por decir lo menos, al aseverar que aquí estuvo. Y más si se hace enarbolando o asociando a la oferta figuras, para que de eso se encarguen, que nada los liga a ese sueño y esto es, por demás, del conocimiento público.

Si está destinado el discurso para que alguien lo asuma, lo ideologice y le convierta en un mensaje dirigido a atraer a las multitudes, se trata de un autoengaño, pues como decimos en el procaz lenguaje de mi pueblo, "aquí nadie es pendejo" y muy pocos "andan chupándose la bemba". Sería más ilustrativo, decente y de pertinencia estratégica, llamar a revisar los hechos, lo que se hace y corregir lo que sea pertinente. Y es bueno hasta revisar la conducta de uno mismo para constatar si hemos vivido en concordancia con el discurso. Yo lo hice y me percaté que también me dejé envolver en los sueños y embriagarme en discursos llenos de buena fe y mejores deseos. Y, a lo mejor, si la vida me alcanza, vuelvo a incurrir en lo mismo, en lo de dejarme emocionar por un una bella pintura, hermoso y optimista discurso, pero porque también suelo empeñarme en mantener sensato, vuelvo a corregir; en eso, me he pasado la vida y por eso, nunca he sido muy bien visto ni "candidato a nada". Pues sueño, me emociono, pero reviso de manera constante. Lo otro sería engañar o vivir como un iluso.

Hasta ese audaz personaje, lleno de fe y entusiasmo, no ajeno a buenos deseos, sueños y cargado de poemas en veces infantiles, que fue Hugo Chávez, en su momento de mayor entusiasmo y optimismo, habló comedidamente de "hacer el socialismo", pero siempre se cuidó de decir que estábamos en "transición". Lo que en nuestra lengua significa en el camino hacia ese estado o en el proceso de cambio a un nuevo orden de cosas. Aunque hubiese sido más acertado haber delineado un programa específico concreto de acciones, eludiendo sumar enemigos innecesarios, pero poniendo por delante la realidad, al partido y partidos del Polo Patriótico, los aliados posibles, y al pueblo todo sin excepciones o exclusiones innecesarias y hasta inventadas y de verdad un programa liberador y anti rentista, y no uno que se quedase en el puro discurso.

Es decir, ese empedernido soñador y encantador de serpientes que fue el comandante Chávez, pese su desbordado optimismo, sólo solía hablar de "transición". Nunca dijo que viviésemos en una sociedad socialista, como si lo hacen los cubanos y hasta lo tienen estampado en su constitución.

Una cosa es que el presidente y su partido se definieran como socialistas, lo que significa que aspiran una sociedad de ese carácter y hasta se proponen hacer lo que sea pertinente para eso y otra que la sociedad lo sea. Incluso, como en Cuba, puede suceder que la constitución eso declare, lo que no sucede en Venezuela y otra es que la sociedad lo sea. Uno de joven, solía hablar de "pajazos mentales", lo que significaba caerse a coba o alcanzar un orgasmo virtual.

Siempre he pensado y de esa manera he actuado que, la política no debería ser una práctica dedicada a difundir mentiras, fomentar el odio, caer a codazos a quien se tenga al lado para desplazarlo, y menos si quienes en ella se envuelven, son docentes, intelectuales y personas que creen buscar el bien y la virtud. Tampoco es virtuoso hacer política con ofertas engañosas, pese quien esto haga, eso crea; como tampoco vivir de sueños y creyendo que existe "La Isla de Jauja" y la magia. La realidad a uno, el soñador o el mentiroso, los desviste y descubre.

Desde la perspectiva de un supuesto izquierdismo, partidario del socialismo y hasta de una visión marxista, sentar la idea que aquí alguna vez hubo una sociedad de esa naturaleza y alguien la disolvió o le puso el retroceso, es para decirlo de la manera más respetuosa, una distorsión de la realidad. Y aquí cada hecho está perfectamente concatenado con el anterior. Si dilapidaste los recursos, no ahorraste y menos invertiste para el futuro, mañana, tú mismo o a quien dejes, por quedar sin sostén y si además éste no sabe maniobrar como es debido, por no decir algo improcedente, caerá en las manos del mejor postor. Y por esto siempre me pregunto y pregunto a mucha gente, ¿para qué necesito el poder si, por no saber manejarme debidamente, termino siendo victimario de quienes me propuse y estaría dispuesto a ayudar, por lo que siempre quise, quiero y creo puede hacerse o hacer con pertinencia? ? ¿Para qué el poder, si termino siendo una herramienta, un instrumento de los factores, procederes y fines que debí combatir?

Ponerse a ofrecer un cambio con un "paquete engañoso", no es nada que a uno ennoblezca.

Por mi formación cultural, y con esto no quiero decir que sea de mucho valor, sino solo que tengo una, suelo ser en mi madurez, por la simpleza de tener 85 años, cuidadoso en el uso de las palabras y poco dado a desprestigiar a quienes no piensen exactamente como uno. Por ejemplo, a palabras como reformismo, socialdemocracia y hasta populismo, no suelo darle la connotación diabólica que le daba en mi juventud y la que muchos viejos todavía le dan. Lo que no me sucede con la connotación demagogo o demagogia. Pues aquellas, para muchos, denotan vileza, mentira y engaño deliberados.

Ofrecer lo que no se tiene y menos puede darse, como decir que antes tuvimos socialismo y podemos reponerlo, como si se tratase de arreglar una calle y hasta recomponer los salarios, es partir de una mentira y, en consecuencia, un proceder demagógico

Y justamente por eso, por darle a esas palabras connotaciones distintas, si a mí me pidieran en este momento una definición del Chávez gobernante, no el del discurso, los sueños, le definiría como "un lindo populista".

La palabra "populista" tiene muchas connotaciones. Algunos le dan una interpretación demasiado vulgar y hasta le asignan una baja estirpe. Como de un proceder destinado a engañar de manera premeditada a las multitudes. Repartir limosnas para ganarse el afecto de la gente.

Entre el izquierdismo solía o suele usarse esa palabra para calificar a quienes luchan por cosas importantes como el salario y hasta ofrecer solucionar problemas urgentes, mientras quienes ofrecen el socialismo no pasan del discurso, el irse a las guerrillas o sentarse a esperar que "San Juan baje el deo", pues para ellos "todavía las condiciones no están dadas". Y para ellos es socialismo o nada, como si eso dependiese de su sola voluntad y un gesto hipnótico y hasta heroico. Las hormigas enseñan que se puede formar un promontorio, con una pequeña carga cada vez, pero de manera incesante. Por cierto, alguien publicó en este espacio un trabajo sobre el proceder del comején y como éste es capaz de destruir una fortaleza con su accionar constante.

Pero se podría ser populista en el sentido de repartir lo que se tenga, sin hacer nada trascendente por crecer, producir, dadas muy particulares circunstancias y las emergencias. Por ejemplo, cuando Chávez habló de "pagar la deuda social" y lo entendió como repartir por demás generosamente el ingreso, por lo que Giordani, pensando estratégicamente, más de una vez, le dijo "comandante ya basta de regaladera", se comportaba como un populista, pero un hombre lleno de buena fe, sentimientos nobles, intentando resolver los problemas en estado de emergencia. Creyó que tendría tiempo de corregir para volver a lo estratégico y entonces, "primero es el comer", como dijo Bretch.

Aquello de posponer el plan anti rentístico o sea lo de "sembrar el petróleo", que pasaba por impulsar el desarrollo y diversificación de la economía, lo que incluía en primer término darle un gran impulso a la agricultura y cría, para lo que tenemos extremadamente ventajas comparativas, impulsar la industria en aquellos espacios pertinentes para ello e implicaba redistribuir la población concentrada en espacios ya saturados y, al contrario, dada una emergencia, declarar que "en Caracas caben tres Caracas más" fue una salida populista y electoralista. Una emergencia, derivada del acoso del imperio y sus socios guarimberos. Como lo fue aquello del otorgamiento a diestra y siniestra de cantidades, pese eran módicas, individualmente consideradas, del llamado dólar preferencial para que la gente viajase a los países vecinos a gastar malamente ese dinero.

Hay muchas cosas, como las políticas de vivienda que no aparecen asociadas a ningún proyecto económico y suelen ser una forma de "pagar la deuda social", que tienen rasgo populista. El populismo, si bien no es la opción adecuada, por lo menos, es la manera de compensar a un pueblo, cuya riqueza petrolera ha sido apropiada, casi descaradamente, por los grupos económicos internos, los políticos y el capital internacional.

Y es censurable la oferta de "volver al socialismo" y más si se le asocia a personas totalmente ajenas a eso y sólo a la imagen de Chávez, quien ya no existe, para atraerse la atención de mucha gente que, con fe y razón, creyó en aquel hombre que derrochó buena fe e intención de ayudar a la gente, pese haya pecado en exceso de inocencia, demasiada generosidad y hasta infantilismo, tanto que hasta fue descaradamente utilizado por quienes le rodearon , dentro como fuera del país; aquel que incurrió en errores que no sólo estuvieron en lo ya comentado, sino en no saber escoger de quien rodearse. Tanto que empezó con tener dentro de lo que ellos llamaban su primer anillo a un hombre como Luis Miquilena y una lista tan larga que no cabría ni siquiera en la imaginación. Muchos de ellos, fueron de los primeros en fugarse llenos de dinero, de quienes han descubierto últimamente y de quienes faltan.

Aquí no va a "volver" ningún socialismo, pues para volver, es necesario que antes haya estado y nunca estuvo. Y quizás esa idea o imagen, está en los sueños, buena fe, ingenuidad, infantilismo o el pensamiento "puyáo" de alguna gente que sólo sabe de consignas o embarrados están de eso que llaman ideología.

El socialismo no regresará, primero tendría que "llegar". No obstante, no es malo, para quien sueña y añora con los esplendorosos tiempos, cantar, como Gardel, a modo de consuelo, "Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno", a aquellos tiempos de gloria y placidez de antes que a PDVSA, en vida de Chávez, comenzasen a despedazar los corruptos.

Pero lo que sí es valedero, es continuar con fe, entusiasmo, creatividad, respeto por sí mismo y los demás, en contra de la esclerotizada ortodoxia, la lucha por el socialismo o un cambio de sociedad en equilibrio, no por un sueño o un poema, sino porque el mundo, el planeta, lo demandan.

 

 

 

 

 

 

 

 

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