"la perseverancia en el cumplimiento del deber es la mejor respuesta a la calumnia".
Fin de la cita.
George Washington.
Cuando el Quijote le preguntó a Sancho ¿en qué opinión me tiene el pueblo, de mi valentía, mis hazañas, y en mi cortesía? A lo que Sancho le respondió: "existen diferentes opiniones, unos le llaman loco pero gracioso; otros valiente pero desgraciado; otros cortés pero impertinente, y por aquí van discurriendo en tantas cosas, que ni a vuestra merced ni a mi nos dejan hueso sano".
El quijote le respondió: "Mira Sancho, dondequiera que esté la virtud en eminente grado, es perseguida. Pocos o ninguno de los famosos varones que pasaron dejaron de ser calumniados por la malicia" respondió firmemente el Quijote. El autor de este pensamiento, Miguel de Cervantes Saavedra hizo apología de si mismo, pues nunca dejó de ser injuriado, desde su cautiverio en Argel, hasta el día de su fallecimiento.
Sócrates solía decir: *"cuándo el debate está perdido, la calumnia es el arma del perdedor"*. Desafortunadamente la calumnia es una práctica recurrente que les ha servido a los aduladores, a los alacranes, y a los criminales para lograr sus objetivos a través de la corrupción, y en la forma impúdica como exhiben sus riquezas mal habidas, con una total desfachatez. Así lo ejemplificó Sandro Botticelli en su célebre pintura "la calumnia de Apeles".
"La escena que Botticelli reprodujo se basó en un texto de Samósata. En el centro se encontraba el rey Midas con orejas de burro, que simbolizaba al mal juzgador; a su lado se encontraban dos mujeres que encarnaban la "sospecha", y la "ignorancia", donde ambas le susurraban malas recomendaciones".
El rey Midas señalaba a un monje *la envidia* que acompañaba de la mano a una hermosa dama: la calumnia, mientras va arrastrando del cabello al calumniado quién suplica que se revele la verdad. En el extremo izquierdo de la pintura, la verdad aparece escenificada en una mujer que alza su mirada al cielo para así salvar al calumniado Fin de la cita.
A lo largo de mi vida pública he tenido el privilegio de servir desde una sola posición, como es la de defender a las, y los venezolanos a vivir en un país de oportunidades. Aunque podrán existir diferentes opiniones del trabajo político realizado por mi persona, como dice Sancho; nunca faltarán las personas maliciosas que pretendan obtener un beneficio económico, y político a través de la injuria, como los alacranes recién llegados , quiénes a la postre, han resultado, ser unos infiltrados, y unos extorsionadores, con desequilibrios mentales, han llegado a la revolución, en busca de fortunas, y privilegios, con su sequito de escoltas, atropellan, y humillan al pueblo militante, con sus mentiras, y prontuarios que han construido, como delincuentes públicos. Como siempre estaré sujeto al escrutinio de la sociedad venezolana, y expuesto a las infamias, situación que no es nueva para mí.
Viene siendo una tónica habitual los exabruptos de estos alacranes en sus opiniones, y la forma de expresarse sin retórica ni decoro alguno.
Parece, según sus palabras, que la crisis venezolana la han arreglado ellos, pero no nos cuentan que la falta de diálogo del presidente con la intelectualidad de la revolución la aceleró. No solo no han arreglado nada sino que hemos llegado a este punto, gracias sobre todo a la capacidad de *altos dirigentes* que solo hablan con los que le caen bien. Y de tal palo... tales astillas. La política revolucionaria al parecer se mueve por mimetismo.
Estos alacranes se llenan sus sucias bocas de insultos en sus discursos politiqueros de baja estofa. No respetan, insultan, acusan sin presunción de inocencia, a ciertos gobernadores y alcaldes, del gobierno de Maduro, a quienes bajo cuerda les serruchan los cargos, y hasta les tipifican los delitos como si fueran unos jueces. Únicamente les quedaría, el dictar y ejecutar las sentencias.
En fin, que si el cielo existe, allí nos veremos algunos ciudadanos de Venezuela algún día, porque méritos no nos faltan después de hacer un derroche de paciencia para aguantar todo esto.