No es malo corregir. Aún ganando, es malo ser muy débil

Bolívar, mostró talento, humildad para rectificar, de allí su fortaleza

Lunes, 14/08/2023 01:55 PM

En este momento coyuntural, parecemos estar como en medio del vacío, con enormes dudas, sin saber para dónde coger, mientras nuestros eternos enemigos, del interés nacional, de la mayoría, gente humilde y los trabajadores, pujan y empujan duro en su favor, intentando lanzarnos al fondo de la fosa. No es malo ceder, retroceder sobre todo cuando pisamos en falso y carecemos de fuerzas y respuestas; lo malo es entregarse por mantener los privilegios y falsos honores y hasta sacrificarse, dejarse llevar al infierno por no saber hacer lo debido como hasta retroceder estratégicamente.

Ahora, cuando nos faltan recursos, visión unitaria, se impone una mala percepción a la hora de evaluar las contradicciones, por lo que nos empecinamos en echarnos de enemigos a quienes no lo son y asumir como amigos a quienes buscan con afán darnos "el palo cochinero", cuando solo son adulantes y oportunistas, parece interesante hagamos todos nosotros, los del mismo bando, por razones históricas y estructurales, juntos y hasta tomados de las manos, una breve reflexión sobre la capacidad y la permanente actitud del Libertador para cambiar de rumbos, hacer rectificaciones y ajustar sus propósitos al objetivo fundamental de procurar el avance de las fuerzas patriotas.

Para Bolívar lo importante no fue, salvo algunos puntuales momentos, mantener el liderazgo y el poder en su beneficio y supervivencia, sino hallar la manera de insertar a la mayoría en su proyecto liberador. O para mejor decirlo, entendió que mantener vigente, vivo su ideal, estaba sujeto a encontrar la manera de unir y unirse a quienes estaban imbuidos de su mismo espíritu y no a traficantes y oportunistas. Como tampoco fue su empeño enriquecerse, pues fue un rico de cuna que terminó muerto casi en la indigencia, en una cama y ropa prestadas y menos que quienes lo apoyasen le cobraran los servicios estafando a la nación, sino escuchando a quienes de él discrepasen, ofreciesen sus consejos para cambiar de rumbo, táctica o estrategia en la búsqueda de cada victoria. Lo que no niega que alguna que otra vez, pecase de terco, pero de buena fe. Pero al final siempre terminaba corrigiendo. Pues para cambiar la realidad se requiere el apoyo de quienes eso anhelan y no de los creadores y sustentadores de lo existente.

Pese lo controversial de "El decreto de guerra a muerte" de julio de 1813, un análisis desprejuiciado, descubre que aquello era como "llover sobre mojado", la guerra a muerte era un hecho. Y las guerras intestinas nuestras, por ejemplo aquella de la Revolución Federal, tuvieron ese carácter, por eso solían decir, "no cargo preso amarrao".

Bolívar ante aquella realidad, la existencia de una guerra a muerte, lanza un decreto que tiene como finalidad deslindar los campos y unificar las fuerzas partidarias de la independencia. Así como eso hizo, el 17 de noviembre de 1820, firma con Morillo el "Tratado de regularización de la guerra", redactado por el Mariscal Sucre, con la intención de poner fin a los desmanes de la guerra

Bolívar en el "Manifiesto de Cartagena", año de 1812, hizo un balance de los factores que a su juicio determinaron la caída de la primera república. Del análisis de aquel documento, escrito por un hombre bastante joven, se desprende que el Libertador no le dio valor a la falta de apoyo popular del gobierno republicano. En ese documento tan importante, el Libertador desconoció por ejemplo, que mientras no se plantease la libertad de los esclavos, la lucha por la independencia no tenía sentido para estos, que componían un importante sector de la sociedad colonial. Del mismo modo que no lo tenía para el campesino libre de la costa montaña o del llano, negro o blanco, sin los recursos de la tierra o del ganado, si no se establecía una relación adecuada entre la independencia y el anhelo popular por poseer aquellos bienes. La República de 1811-12, tomó decisiones, como el establecimiento del comercio libre, que favorecieron a los grupos económicamente sólidos; pero en materia de esclavitud, a lo máximo que llegó fue a la declaración de la ilegalidad de la importación de mano de obra sujeta a esa relación.

Era aquello tan contradictorio como pensar ganarse el apoyo del movimiento popular, la clase trabajadora, la que demanda el cambio de una sociedad explotadora y vil, acordándose con quienes esto quieren, porque son quienes explotan. Por eso, la república de 1813 y 14 era una huérfana, sin apoyo popular, apabullado por las fuerzas externas y el caudillismo indefinido de Boves. Y por eso mismo, uno pudiera, pese nuestro discurso liberador y buena fe, quedarse sólo, con un apoyo pírrico y hasta ganar unas elecciones porque las fuerzas contrarias están por demás divididas. Lo que sólo es un espejismo y una condena a cumplirse a determinado plazo.

Quien sueña con un cambio de sociedad más justo y equilibrado, donde el pueblo pueda ejercer y gozar de sus derechos, si se excede en concesiones al enemigo o falsos aliados, de aquél se aparta y se condena a que la multitud le deje en la estaca en las primeras de cambio. Cada quien prefiere lo suyo, lo seguro y aparta lo dudoso.

Políticamente, la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII o Junta Suprema de Caracas, con anterioridad había dispuesto que para participar en la elección de los miembros del primer Congreso de Venezuela, era condición indispensable, además de la libertad, gozar de un determinado nivel de renta, lo que excluía del ejercicio de ese derecho no sólo a los esclavos sino a la mayoría de la población. El Congreso de 1811 ratificó esa disposición en la primera Constitución de Venezuela, lo que contribuirá al desinterés popular por la causa republicana. En el llano venezolano, el ganado introducido por los conquistadores y colonizadores se reprodujo en número sorprendente. La gran extensión de ese territorio nuestro y la abundancia de pasto en él, facilitaron el crecimiento de esa población animal en los términos que lo calificamos. El llanero tenía asegurado el uso de su cabalgadura y el consumo de carne, apelando sin dificultad a esos rebaños sin dueños. Esta forma de propiedad o de no propiedad - de distribución generosa y racional de los productos de la naturaleza - fue afectada o violentada por los republicanos de 1811, quienes dispusieron que el goce o beneficio de ese ganado quedaba legalmente restringido a quienes tuviesen cierto límite de propiedad territorial.

Estos elementos - que resumidos son: la esclavitud, el carácter censitario del régimen electoral, la limitación del goce del ganado orejano y otros - contribuyeron a que la República careciese del necesario apoyo popular.

En el "Manifiesto de Cartagena" no se menciona estos problemas y se le atribuye excesiva importancia a circunstancias de segundo orden y no se hace referencia a la falta de apoyo popular al estado de cosas nacido con el movimiento del 19 de abril.

No obstante, para 1816, el Libertador lanzó la Proclama a los pueblos de Carúpano y Río Caribe", donde decreta la abolición de la esclavitud. Para algunos historiadores, parece sólo como un gesto de gratitud o una respuesta a un compromiso de Bolívar con el Mariscal Petión, Presidente de Haití y colaborador de las fuerzas independentistas de Venezuela. A nosotros, nunca nos ha convencido esa explicación por simplista, porque juzga mal el espíritu y la grandeza de Bolívar y subestima el carácter de las fuerzas enfrentadas en ese complejo problema social que era la Venezuela del siglo diecinueve. Esto no niega que las conversaciones del Libertador con el dirigente haitiano le hayan ayudado a madurar sus ideas y a comprender la necesidad de buscar fórmulas para ampliar la base social del ejército libertador.

Si partimos de la irrefutable afirmación que Bolívar era genial, esta última idea parece estar más cerca de la verdad. Nos parece obvio afirmar que para 1816 nuestro héroe ha ampliado sus relaciones, sus referencias e incluso ha afinado sus conocimientos de la conducta social. Es decir, en el momento oportuno, frente a las fuerzas de los hechos, ante la presión de las fuerzas sociales, el Libertador en una demostración de su genio, se deslastró de las viejas ideas y los posibles compromisos y supo reconocer la necesidad de cambiar. Ese gesto, lejos de rebajarle o disminuir su grandeza, lo colocó en un sitial más alto. Bolívar tuvo genio para entender que vencer las fuerzas realistas implicaba darle una imagen nueva y diferente al movimiento republicano. Y ese es el objetivo del decreto de Carúpano. No se trataba de cambiar "para que nada cambie", como dijese el Conde Salinas o el Gatopardo, en la novela de Lampedusa, sino que se imponía un cambio de verdad y el Libertador lo asumió con honestidad y valentía.

Pero hay más. Desde el año de 1812, el Libertador concibe la idea estratégica de asignarle a la guerra, a las operaciones militares, el objetivo básico de tomar a Caracas. De manera que apenas disponía de fuerzas respetables, se lanzaba con empeño hacia su ciudad natal. Pensaba que en posesión de la capital de Venezuela, podría atraer el interés de los grandes países y obtener de ellos el reconocimiento y la ayuda necesarios para someter las fuerzas adversas a la independencia. La Campaña Admirable del año 1813, que llevó al Libertador de triunfo en triunfo, desde la Nueva Granada hasta Caracas, estuvo concebida dentro de esta estrategia. De 1813 a 1817, Bolívar estuvo empecinado en lograr el control de Caracas en primer término. Muchos fueron los esfuerzos, sacrificios y abundantes las pérdidas en la búsqueda de ese objetivo.

A comienzos de enero de 1817, el Libertador llegó a Barcelona con un cuantioso cargamento de armas, transportado en la escuadra de Brión. Su propósito era, como otras veces, reunir fuerzas para dirigirlas al centro del país. Acosado por las fuerzas del Brigadier Pascual Real, Bolívar solicitó la ayuda del General Mariño. El 25 de marzo se dirige a Guayana. En carta enviada al Almirante Brión desde Santa María de Ipire, dice que marcho "con el importante objeto de incorporar la división que obra contra Guayana al ejército de Barcelona........ y ordené a su Excelencia, el Jefe de la Fuerza Armada marchase a Aragua de Barcelona con el resto de las fuerzas que deben componer el ejército de operaciones y encargué de la plaza de Barcelona al señor General Freites con una guarnición suficiente para rechazar cualquiera fuerzas que la invadieran, mientras debía ser auxiliado por el Jefe de la Fuerza Armada, a quién le ordené expresamente volase en su socorro al primer aviso".

Mariño no pudo acudir al auxilio del General Freites; las rivalidades internas del ejército patriota comandado por el Jefe de la Fuerza Armada, le impidieron cumplir con la misión que le asignó el Libertador. Esto favoreció a las fuerzas enemigas y así, el 7 de abril de 1817, el General Aldama, con odio, cargó sobre Barcelona. Arrolla con fuerza incontenible a los 700 soldados y 300 civiles encerrados en el convento de San Francisco bajo el mando del General Pedro María Freites. La escena es espantosa. Doña Bárbara Arrioja cae fulminada por un sablazo que le parte el cráneo en dos y dos son los odios que se lleva. Más allá, Carmen Requena queda con el grito atorado en la garganta cuando una bala de fusil la pasa de parte a parte. Muy cerca de ella, una bella joven no se deja mancillar y muere de un pistoletazo. Agustín Reyes, el mismo valeroso soldado margariteño que segundos antes combatía ferozmente y arengaba con ánimo a sus tropas, se suicida para no verse prisionero. De un sablazo le arrancan la cabeza al cura Juan Antonio Godoy, la idea cayó al suelo y la palabra se disolvió en el pecho. Las culatas de los fusiles de los soldados de Aldama muelen al cura margariteño Serra. Los cadáveres forman pilas enormes y hasta sirven para proteger a quienes aún siguen combatiendo.

El Capitán Chamberland, que ha estado defendiendo el viejo convento de San Francisco, sala por sala, piso por piso, centímetro a centímetro, herido de gravedad en el combate, se suicida de un disparo en la cabeza. Muchos, como Laureano Ortiz, su esposa Francisca Rojas y los hijos de ambos; Juana Chirinos, madre del Capitán Demetrio Lobatón, uno de los heroicos oficiales de Freites, se arrojan de la azotea en un inútil intento de huir de aquel horror.

Mientras tanto, allá en el sur, en Guayana, Piar, Anzoátegui y Cedeño han estado muy activos. Pasaron y repasaron los grandes ríos y en esos días tomaron Upata y varios pueblos cercanos. En la Casa Fuerte, Eulalia Buroz es asesinada después de haber dado muerte a un oficial de Aldama que trató de ultrajarla. Segundos antes, ella vio caer, de los pisos de arriba, el cadáver del Capitán Chamberland, su marido. Piar hostiga a Angostura y toma las misiones de San Félix. Con esa plaza la República ha obtenido un trofeo de valor incalculable.

En Barcelona, Freites intenta romper el cerco y cae prisionero. Le acompaña allí, y hasta la muerte en la horca, su camarada y amigo Francisco Esteban Ribas. Dos días después, Anzoátegui acompaña a Piar a enfrentar a La Torre en el camino de San Félix.

Aldama, finalmente toma la Casa Fuerte, asesina a cuanto humano pudo capturar. Provocó suicidios colectivos mediante el terror en el curso del combate y también al final. Después reorganiza sus fuerzas, toma aliento y se dirige a Guayana a unirse a Morillo. Cuatro días después del martirio de Barcelona, el once de abril de 1817, Piar, con Anzoátegui como Jefe de sus carabineros, derrota a La Torre en San Félix. El 25 de marzo, días antes de la toma de la Casa Fuerte, Bolívar intenta atraerse al ejército de Piar para dirigirse en campaña al centro del país.

El 05 de abril, Bolívar y Piar repasan las defensas de Angostura. Conversan sobre la estrategia de la guerra. Bolívar escucha la exposición de Piar acerca de la conveniencia de la toma de Guayana y este jefe reconoce la autoridad del Libertador. El 02 de mayo, con posterioridad a la entrevista de Bolívar con los oficiales disidentes del ejército de Mariño y enterado de los sucesos de Barcelona, el Libertador regresa a Guayana. Atrás queda la obsesión por Caracas. La guerra tomó un nuevo sendero.

Guayana, a partir de los sucesos de Barcelona y el triunfo de Piar en San Félix, es vista con otra óptica por el Libertador. En breve se convertirá Guayana en la base de la República y en la retaguardia inexpugnable que proporcionará a ésta ventajas que antes no había conocido. Se resarcen los patriotas de la derrota de Freites; Bolívar puede preparar el Congreso de Angostura y abrir el canal que, desde esa ciudad y a través del llano, lo llevará al sur del continente y a la altura de la gloria. Reconocer los errores, rectificar nuestra conducta, sobre todo cuando en ello está en juego el destino de toda una colectividad, lejos de disminuir, nos eleva a la grandeza. Esa es otra experiencia que nos legó el Libertador.

Apartarse del pueblo en exceso, por ganarse el apoyo de fuerzas que tienen intereses totalmente distintos y hasta opuestos a aquél, creyendo llegará el momento de dar eso que llaman un golpe de mano o de timón, pudiera y suele serlo, demasiado tarde; no es fácil darlo "a tiempo", sobre todo cuando se prolonga demasiado el tiempo y se hacen demasiadas concesiones a cambio de excesos de sacrificios. Cada quien termina por conformarse y hacer su camita, mientras otros se exaltan en demasía.

La historia suelen llamarla terca. Y así se le dice porque al revisarla, uno halla la respuesta a todo lo acontecido. Pérez, por ejemplo quiso abusar de su popularidad ganada en la primera presidencia y por imponerle al pueblo sacrificios extremos, el "Caracazo" se le vino encima y por lo mismo, muchos ven perder su respaldo y aún ganando, ser débil, es como caminar por un campo minado.

Bolívar no logró todo lo que se propuso. Era una tarea demasiado grande ante el alcance de las fuerzas opuestas, sobre todo del norte. Pero fue triunfante al hacer naciones libres e independientes frente al régimen español y haber dejado abierto el camino y prendido los sueños. Y por eso él sigue triunfante y siendo un faro luminoso. Y eso, pese todo lo acontecido, lo hace fuerte, como para que se diga, "alerta que camina la espada de Bolívar……….."

Para finalizar, es bueno recordar como el Libertador, en un momento determinado se vio obligado a confesar haberse equivocado al avalar los fusilamientos de Piar y del almirante Padilla.

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