Visitando a Gisela Barrios en Wannadi, después de quince años sin verla…

Sábado, 19/08/2023 12:39 PM

  1. Durante la década de los noventa, solía pasar casi todos los fines de semana en casa de la mítica pareja Gisela Barrios-Jean Marc de Civrieux, en la Mucuy Baja. Este lugar es una central de energía, neta y básica para pintores, poetas, artistas (de todo pelaje), investigadores, músicos, artesanos. Parecida a aquella "Guarida del Lobo" de Jack London. Es también un museo y un jardín, una extraordinaria biblioteca, un oasis para iniciados y genios errantes.

  2. Gisela es la madrina de mi hija Adriana, y mi otra hija Alejandra es ahijada de Jean Marc de Civrieux. Las pequeñas Alejandra y Adriana crecieron escuchando aquí en Wannadi poemas colectivos creados y cantados en el gran espacio de la cocina. Allí formaron su sensibilidad viviendo los ritos y las fiestas mágicas de los genios Kari’ñas que pueblan cada rincón de esta sagrada casa.

  3. Salimos de Mérida para la visita, a las 10:15 de la mañana y en media hora hicimos el recorrido hasta el continente de Wannadi, allí en lo más alto del cielo, donde se concentra todo el poder de la luz. Está la Mucuy Baja tan cambiada que casi me perdí, cogí directo, subiendo, hasta la escuelita y luego tuve que regresar en medio del turbión de recuerdos que me sacudían. Muchas nuevas edificaciones, hasta calles para mí desconocidas, la sensación del eterno retorno.

  4. Vino a abrirnos la reja, Carmen, la amiga de Gisela que lleva acompañándola desde hace más de veinte años. Entramos al fecundo sueño de Wannadi, el de seres buenos y sabios, poblado de flores, pájaros, perros y gatos, en el que el mundo entero es el cielo. Al llegar al hermoso corredor, vi que sobre las columnas todavía estaban unas flores acampanadas que fueron pintadas por Jean Marc. Para sobrevivir tanto tiempo, a lo mejor fueron pintadas con óleo extraído de alguna planta milagrosa. Todo aquí discurre entre milagros, porque la memoria puede ser también un duende que juega a los dados: pares o nones. Recordé que en ese corredor solía estar colgada una hamaca de moriche (regalo de algún shamán Caribano), en la me echaba para recobrar mi antiquísima condición de lobo o serpiente.

  5. En Wannadi todo vive, insisto, del cielo, aquí todo está poblado de seres que nunca mueren. Todo está y sigue en pie contra el tiempo, como era en un principio. No hay nada maluco, guarnecidos todos los espacios por santos y shamanes. En la sala está el gran altar sagrado, donde se le hace solemne homenaje al Ánima del Taguapire, a María Lionza, a José Gregorio Hernández, al Negro Felipe, y a otros dioses hindúes de floridas barbas blancas. Luego bajamos al corazón de la casa, al Fogón de los Alimentos en el que se encuentra un mesón con bancos por los lados donde se han sentado a charlar, a beber y comer todos los poetas de la tierra. Se siente la serenidad del mundo en el que nadie trabaja ni busca comida; "la comida está siempre preparada, lista". El lugar donde "No había animales, demonios, nubes ni vientos" desde el principio. Pura luz. Luz pura. "En lo más alto del Cielo estaba Wannadi, como ahora. Daba su luz a la gente Kahuhana, alumbraba todo, hasta en lo más bajo, la tierra. Por el poder de esa luz, la gente siempre estaba alegre, tenía vida, no podía morir. No había separación entre el Cielo y la Tierra; no había como ahora, la puerta del Cielo. No había noche, como ahora. Wannadi es como un sol sin atardecer. Siempre era de día; la Tierra era como una parte del Cielo" (Watuna).

  6. Yo, pues, me encuentro visitando Wannadi con mi esposa María Eugenia, porque especialmente en este momento se encuentra allí mi hija Adriana, con su amiga Deimar y con Carlos (todos historiadores), quienes hacen un trabajo de investigación, en la más imponente biblioteca del mundo, "Los Grandes Espacios de Marc de Civrieux".

  7. Hace poco, mi hija Adriana le hizo una extraordinaria entrevista a Gisela que se puede ver en LA INVENTADERA. Refiriéndose a "Los Grandes Espacios de Marc de Civrieux", Adriana escribió: "…forma parte de un territorio de los afectos, un hogar al que él y su compañera de viaje vital nombraron Wannadi. Todo ese universo tiene un sentido de resguardo y difusión de culturas olvidadas, esfuerzo a cargo de una mujer dedicada a la investigación y la cultura… La biblioteca se encuentra dividida por continentes porque la intención de Civrieux era hacer un estudio comparado de las culturas. Gisela comenta al respecto: "Aquí no está la última obra de García Márquez (risas), decía Marcos. Porque la Biblioteca tiene un sentido de mitología, geografía e historia; para que a través de eso, se haga una especie de matriz, que nunca se ha hecho. Un estudio comparado de las culturas demostraría que el desarrollo histórico ha sido bastante similar y eso no da para que haya culturas superiores ni inferiores. Un estudio comparado va a revelar que todos hemos tenido la misma inteligencia, que no hay cultura superior a la otra sino que todo viene dado por el grado de desarrollo histórico y potencialidades que se tengan… Cerca de diez mil volúmenes componen el universo material de la biblioteca. En el año 2000 se sumó al espacio un museo musical de inspiración étnica, a cargo del lutier e investigador, Virgilio Fergusson".

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