El término Europa tiene su origen en la mitología griega. Este es el nombre de una princesa fenicia quien fue secuestrada por Zeus, el dios griego del Olimpo, sobre el lomo de un hermoso toro blanco, forma que tomó la deidad en vista de su gran poder. Una vez que la hermosa joven cabalgó sobre el brioso animal este se dirigió hacia el mar y se detuvo en Creta. “El rapto de Europa” está representado en diversas obras, pintadas por los mejores artistas en diferentes épocas como Tiziano, Rubens, Goya, Picaso, entre otros. Existen varias versiones del por qué tal término se convirtió en el nombre de un extenso territorio. Una de esta, cuenta que el rey Agenor, padre de la princesa Europa, al saber lo ocurrido, corrió hacia la orilla del mar gritando su nombre y mirando hacia occidente. «Y viendo hacia dónde dirige su mirada, terminaron llamando Europa a aquella tierra, allende al Mediterráneo». En verdad, desde el punto de vista geológico Europa no es un continente, es la península más occidental de Eurasia, es decir el súper continente que comprende Europa y Asia unidas.
La historia de Europa está recogida en extensos volúmenes resguardados en las bibliotecas más importantes ubicadas en diversos países. En muchos de esos libros o textos se glorifican con carácter de heroicidad las acciones de muchos seres cuyas gestas están más cerca de genocidios que de labores libertarias. Imposible negar que los caminos de Europa están tapizados con la sangre y los huesos de guerreros e inocentes, víctimas de sin números de guerras debido al afán de algunos de apropiarse los territorios de otros. En la historia de Europa son notables las conflagraciones de las guerras religiosas entres católicos, protestantes, judíos y musulmanes, quienes detrás de la idea de un verdadera fe o la única religión, escondieron sus ambiciones para aprovecharse de la riquezas, los territorios y la mano de obra esclava de algunos moradores.
En tiempos antiguos Europa no estaba constituida por países ni naciones, estaba formada por gran cantidad de reinos y clanes que continuamente estaban guerreando entre si en la búsqueda del incremento territorial, así mismo, de adueñarse de las riquezas ajenas. En la medida que estos reinos se unificaron para hacerse más poderosos, se fueron consolidando llevando sus luchas, religión, cultura, peste y formas de gobiernos (monarquías) a otros territorios. Es así cuando se hacen evidentes las maldades de una cáfila de seres capaces de destruir civilizaciones enteras para satisfacer las ambiciones de una minoría y así demostrar la gloria militar, de igual manera, el dominio de las castas y el provecho ilegítimo de unos pocos en función del detrimento de otros.
El tiempo y la historia no contada en los libros europeos son testigos de las maldades de los antiguos reinos europeos en las tierras allende al Atlántico. Es a partir del siglo XV, a raíz de la conquista del llamado Nuevo Mundo, cuando se dio a conocer el verdadero talante de los conquistadores y colonizadores enviados desde Castilla y Aragón (España no existía para esa época), de igual modo, desde el reino de Portugal y desde la Gran Bretaña (que no pertenece a Europa) para arrasar con los territorios recién usurpados.
Se da inicio, a partir del siglo XV del nefasto y aberrante proceso de conquista y colonización de los reinos europeos sobre los recién conquistados territorios. De esta manera exportan hacia las tierras desconocidas la devastación, el crimen, las pestes, la imposición a la fuerza de un modelo monárquico, además, de una cultura ajena a la idiosincrasia de los pueblos originarios. Todo esto bajo la excusa de llevar al Nuevo Mundo (no tan nuevo) la civilización, la religión y el dios único, amparado con una sanguinaria fuerza militar, La Biblia, la Cruz y el arcabuz. Cuando en verdad la única razón de la conquista fueron las ambiciones pecuniarias de unos pocos y el afán expansionista de los aristócratas de las monarquías europeas Junto a esta maquinaria de destrucción masiva también llegaron frailes y pastores, convertidos posteriormente en grades latifundistas, quienes contribuyeron al exterminio de civilizaciones completas, así como también al asesinato en masas de inocentes que les fueron conculcado el derecho a vivir.
Fue así como los europeos impusieron las monarquías en el nuevo mundo, trayendo consigo el modelo feudal que permitió la acumulación de grandes extensiones de terrenos, transformado luego en sectores como la agricultura y comercio colonial. Estos, pasado el tiempo, junto la explotación desmedida de metales preciosos como oro y plata, disponían de ingresos superiores a sus exigencias reinversoras, encontrando en las actividades industriales el medio adecuado para multiplicar los beneficios.
Pasados tres siglos se inicia en Europa el proceso de la rápida amortización del capital invertido en determinadas industrias como la textil, la cual contribuyó a la autofinanciación de lo que se llamó la conocida Revolución Industrial. En aquellas, junto con la siderurgia, construcción de ferrocarriles, etcétera, se hizo imprescindible la captación del ahorro mediante la creación de sociedades por acciones que pusieron en evidencia la importancia de la bolsa y la banca.
Todo lo descrito anteriormente se inició en Gran Bretaña hacia mediados del siglo XVIII, lo cual se conoce con el nombre de Revolución Industrial. La población había aumentado en Europa y el feudalismo no daba solución a los problemas, surge así la agricultura de mercado que condujo liberar gran parte de la mano de obra y alimentar la población cada vez más numerosa. El éxodo rural, la creciente urbanización, el acrecentamiento desmesurado de la producción y el consumo de manufacturas, la movilidad de las poblaciones y la extensión de las relaciones comerciales a escala mundial achacable a los nuevos medios de transporte, son los fenómenos relacionados, en buena parte, por la Revolución Industrial.
Con este reciente modelo económico germinan otras necesidades como mano de obra barata o esclava, materia prima para alimentar las nuevas industrias, combustibles a bajo costo, mercados cautivos para exportar hacia las colonias los productos acabados fabricados con la materia prima despojada, monopolios para comercializar los productos fabricados en Europa. Para cumplir con todo esto se hace necesario el empleo de la fuerza física para realizar determinados oficios, fue entonces cuando aparece la mano de obra femenina e infantil a bajos salarios que producirá mayor rentabilidad. Aunado a lo anterior se promovió la tendencia del aumento de la jornada laboral llegando hasta 14 a 16 horas diarias. Se debe destacar la sumisión del obrero respecto a los propietarios de los medios de producción, es decir de la fuente de la vida. Este es el fundamento de la esclavitud en todas sus formas: la miseria social, la atrofia intelectual y la dependencia política.
El ejemplo de Gran Bretaña fue continuado por los países europeos, aquellas viejas monarquías convertidas en potencias imperiales, tales como España, Holanda, Bélgica, Italia, Alemania, se consideran con el derecho de explotar cualquier territorio en beneficio de un grupo. Fue así como aparece el Capitalismo, en el cual unos pocos poseen la riqueza y otros constituyen la fuerza del trabajo. Este sistema económico está fundado en el predominio del capital y caracterizado por la propiedad privada de los medios de producción, la libertad del mercado y el afán de lucro. Los grandes beneficiados de todo este proceso industrializador fueron los grupos integrados en la burguesía europea. Es bueno resaltar que el Capitalismo es consecuencia de la invasión europea en América.
Para satisfacer todo lo anterior era necesario buscar territorios con abundantes riquezas, con manos de obra barata, combustibles para sus máquinas y sobre todo, mercados cautivos, para esto las potencias europeas disponían a su antojo de cuatro continentes: Asia, África, América y Oceanía. Para tal fin surge el intervencionismo, es decir el derecho que se arrogan las grandes potencias europeas, después del 1815, de apropiarse por la fuerza y de intervenir y en los asuntos internos de cualquier país, basándose en que el desorden interior constituye una amenaza para la seguridad internacional.
Ejemplo hay a montones que demuestran el intervencionismo y la colonización de diversos países del planeta en manos de los malvados europeos. Veamos algunas colonias europeas en Asia:
De Gran Bretaña: Archipiélago de Chagos, Kuwait, Bahréin, Bután, Brunéi, Birmania, Catar, Sri Lanka, Singapur, Tianjin, Emiratos Árabes Unidos, Hong Kong, India, Bangladés, Pakistán, Maldivas, Irak, Israel, Palestina, Nepal, Omán, Jordania, Malasia y parte de Yemen.
De Portugal: Bombay, Cananor, Chittagong, Cochín, Kollam, Damán, Dadra y Nagar Haveli.
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De Francia: Cochinchina, Annan y Tonkin (hoy parte de Vietnam), Camboya, Laos…
De España: Filipinas, Guam y las Islas Marianas, así como Palaos y las Carolinas…
De Holanda: Indonesia, Sri Lanka, Formosa (China), Malaca, Dejima.
Como se lee la presencia colonial en Asia fue notoria, al igual se puede decir sobre las colonias europeas en América, sobre todo las de España, Portugal, Gran Bretaña, Holanda y Francia. Como se sabe por el tratado de Tordesillas firmado por el papa Alejandro VI le concede al reino de Castilla y Aragón todo el territorio comprendido desde, una parte de América del Norte, toda Centroamérica hasta Sudamérica a excepción de Brasil, el cual le fue concedida a Brasil; una gran zona de Norteamérica fue colonizada por el Reino Unido y Francia; algunas islas caribeñas fueron repartidas entre Holanda, Gran Bretaña y Francia; sin olvidar la Guayana Francesa y la Guayana Inglesa.
La apetencia por la tierra de los europeos continuó hacia Oceanía, un lugar muy alejado de Europa pero donde existían unos territorios apenas poblados por pueblos originarios. Durante muchos siglos los británicos, alemanes y holandeses se disputaron las islas ubicadas en el Pacífico: Australia, Nueva Zelanda, Papúa, Nueva Guinea, Tasmania, Melanesia, Micronesia y Polinesia. Este afán expansionista y colonizador condujo a una guerra de exterminio de los pueblos originarios. La gran tajada se la llevó el Reino Unido cuando se apoderó de Australia que ocupa el 86 % de Oceanía.
De lo ocurrido en África lo he tratado en artículos anteriores donde señaló que, como consecuencia de la conferencia de Berlín (1884-1885), Europa se repartió toda África, con la excepción de Abisinia (actual Etiopía) y Liberia. Resultado de esta repartición criminal se produjeron continuas tensiones entre países durante la colonización del continente, visto como muy desfavorable para Italia y Alemania y muy beneficioso para Francia y Reino Unido. Tal disímil repartición fue una de las causas de la Primera Guerra Mundial. El reparto de África se distribuyó de la siguiente manera: Alemania se quedó con Camerún, Togo, Burundi, Ruanda, Namibia, parte de Nigeria, parte de Ghana y casi toda Tanzania. Bélgica se quedó con el llamado Congo Belga. España recibió parte de Marruecos, el Sahara Occidental, y Guinea Ecuatorial. Francia con Argelia, Túnez, parte de Marruecos, Burkina Faso, Benín, Camerún, Costa de Marfil, Guinea, Níger, Mauritania, Senegal, Chad, Gabón, República Centroafricana y Madagascar. Italia con Libia, Eritrea y parte de Somalia. Portugal con Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Santo Tomás y Príncipe. Finalmente el Reino Unido con Egipto, Sudán, Kenia, Uganda, Zanzíbar, Sierra Leona, Gambia, Zimbabue, Zambia, Botsuana y Nigeria entre otras.
Como se lee en los párrafos anteriores los malvados europeos le han causado mucho daño al planeta, sobre todo los ingleses, los holandeses y los franceses. Si bien, durante el siglo XX la mayoría de las colonias europeas en los diferentes continentes se independizaron, muchas de estas emancipaciones se lograron a costa de la sangre y sudor y lágrimas de los pueblos. Sin embargo, una vez que colonizador abandonó los territorios colonizados los dejaron sumidos en la miseria más abyecta, en una nefasta dependencia económica, dado que las mayorías de las empresas (minas) como el caso del Congo, Sudán, Malí, Burkina Faso…quedaron en manos de empresas europeas que exportan la totalidad del mineral extraído hacia Europa, privando a los países productores del metal precioso. Es por esta razón que muchas naciones europeas poseen grandes reservas auríferas sin que en sus territorios se encuentre una sola mina del precioso metal.
Recientemente el gobierno entreguista de Níger fue derrocado por un golpe militar cuyos protagonistas están interesados en que el uranio extraído de las entrañas de la tierra de este pueblo sea administrado por los nigerinos y no por los franceses. Ya que estos son propietarios del cien por ciento del uranio (exportado hacia Francia) para generar electricidad provenientes de las usinas nucleares, solo para el beneficio de Francia y no de Níger cuya población carece de energía eléctrica. Francia no les perdona a los dirigentes de Níger que reclamen el derecho de administrar sus recursos naturales y los mantiene bajo amenaza de una intervención militar al estilo de la vieja Europa colonial.
Mucho se ha escrito sobre el funesto período colonial europeo, voy hacer mía las frases de Eduardo Galeano en su libro "Las venas abiertas de América Latina”: “Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convierten en veneno”. Lee que algo queda.
Enoc Sánchez
La malvada Europa
Por: Enoc Sánchez
Domingo, 20/08/2023 02:52 AM