La conquista española en el hoy territorio de Venezuela

La fragua de los tiempos insurgentes de la gesta patriótica de Simón Bolívar (II)

Martes, 22/08/2023 03:15 PM

El primer contacto de los invasores europeos, con los aborígenes del territorio venezolano, fue durante los primeros días de agosto de 1498, cuando los naturales avistan por primera vez en las costas de la hoy República Bolivariana de Venezuela, desde el golfo de Paria, la presencia del invasor europeo, cuando se inicia la llamada "guerra justa", contra los pacíficos pueblos originarios, para quitarles sus tierras, esclavizarlos y aniquilarlos, como era y ha sido la doctrina de dominación, que los imperialistas nos han impuesto por más de quinientos años, que aún no hemos podido superar, a pesar de la férrea lucha que el valiente pueblo venezolano ha librado, en diversos momentos y escenarios de combates por la libertad, que podemos ver desde la fatídica invasión europea hasta la gesta emancipadora de Simón Bolívar, prolongándose esa lucha popular hasta nuestros días, con el mismo anhelo emancipador de las clases explotadas y oprimidas.

Si, fueron trescientos años, hasta los días de la guerra de Independencia como lo dijera El Libertador, en la Carta de Jamaica, 6 de septiembre de 1815, cuando le escribe al comerciante jamaiquino de origen británico Henry Cullen:

"Tres siglos ha —dice usted— que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón». Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades".

Toda esta tragedia se inicia cuando el navegante genovés Cristóbal Colón, primer genocida, esclavista y saqueador de los pueblos aborígenes del Continente Abya Yala, que venía desde el continente europeo, hasta nuestra maravillosa tierra de gracia, donde se asentaban y vivían en plena paz y libertad, una inmensidad de pueblos originarios, con una extraordinaria diversidad de idiomas, culturas, religiones y formas de gobiernos comunitarios. Era su tercer viaje de conquista y etnocidio, de aquel primer traficante de seres humanos aborígenes, en nuestro Continente, para la venta como esclavizados, que ahora rondaba por territorio de las costas venezolanas, llamadas por este invasor Costas de las Perlas. Este invasor y su caterva de criminales, expresaron gran emoción y alegría por la llegada a las costas de Tierra Firme, lo que para ellos, sería el "Paraíso Terrenal", visionado desde la perspectiva de la ilusión bíblica del colonizador.

Los habitantes originarios de la Península de Paria y la región costera, los acogieron con hospitalidad, porque desconocían las intenciones verdaderas de aquellos bárbaros cristianos. Fue así, como empezó la tragedia para estos pueblos de existencia milenaria. A la llegada de los europeos, la masacre a la población nativa, en suelo venezolano no se hizo esperar. Fueron esclavizados y asesinados innumerables habitantes naturales, los que el conquistador le dio por llamarlos "indios", sólo porque cuando llegó el 12 de octubre de 1492, a la Isla de Guanahaní, erróneamente pensó que había llegado a La India.

Los invasores, violaron la dignidad del valiente pueblo nativo; mataron a hombres, mujeres, niños y ancianos; los despojaron de sus tierras, que por heredad natural les pertenecía. Les arrebataron sus dioses, su cultura, sus idiomas y religión; y los que pudieron huir de tal ferocidad, y pudieron evadir el salvajismo de estos tenebrosos conquistadores, se retiraron forzosamente a parajes de extrema inhospitalidad, donde la vida era sumamente difícil. Y así resistieron, y se negaron a convertirse en seres esclavizados de aquellos cristianos. Otros morían por la acción de la lanza, la espada asesina del reino de Castilla y la cruz de la humillación del Vaticano; muchos morían de hambre, y de enfermedades, por ellos desconocidas, que no eran más que transmitidas por los virus y bacterias portadoras de gripe, viruela, paludismo, y otras tantas pestes que venían inoculadas en los cuerpos infectos de aquellos insolentes invasores. Respecto a esta etapa histórica, Taviani hace las siguientes acotaciones:

Los aborígenes abandonaron las aldeas y huyeron en masa hacia las montañas. A los fugitivos se les daba caza con los perros; los que lograron escapar fueron diezmados por privaciones y enfermedades; cientos de infelices se suicidaron; se envenenaban con mandioca.

El Papa Alejandro VI, conocido como Rodrigo de Borja, español, paisano de la reina Isabel, había dado la posesión de las tierras y de los habitantes de este continente a los reyes católicos de Castilla. Los aborígenes recibían, a través de un documento llamado "Requerimiento" la imposición arbitraria de reconocer la autoridad de unos reyes y un papa que los naturales desconocían, y luego, de ser leído aquel temerario documento, debían quedar como súbditos, "libres" y cristianizados, de los reyes de Castilla. Toda negativa o retardo en aceptar estas forzadas órdenes, sería causa de la inmediata aplicación de la guerra, la cual era descrita por los cristianos, como "guerra justa", calificándolos como "delincuentes" y convirtiéndolos en reos de muerte o de esclavización como rebeldes.

La lectura terminaba con la amenaza de tomar los bienes de los oyentes, (que nada entendían) de esclavizar a sus mujeres e hijos y hacerles "todos los males y daños que pudiere" si no cumplían con este "mandato" o "requerimiento". Tal documento se les leía simbólicamente en idioma español, desconocido por los habitantes de aquellos pueblos originarios, los cuales en todo caso no estaban dispuestos a abandonar sus pertenecías: tierras, culturas y religión por el solo hecho de la lectura de algo desconocido e incomprendido para ellos. Respecto a este documento el escritor guatemalteco Severo Martínez Peláez, en su obra "La Patria del Criollo" apunta que,

"En su afán de enriquecerse a toda prisa, los conquistadores se las arreglaron para obtener permiso de esclavizar, con base legal, a aquellos indígenas que presentaran una terca resistencia armada. Este hábil truco se complementó con el célebre Requerimiento de Palacios Rubios, instrumento jurídico redactado por el jurista del mismo nombre, que debía leerse a los indios para llamarlos a aceptar pacíficamente la soberanía del monarca español. Se les explicaba en él, la existencia de los Papas como vicarios del Dios verdadero en la tierra, y cómo el último de los Papas, les había hecho donación de los territorios indianos a los reyes de España. En tal virtud, se invitaba –se requería– a los indios a aceptar "…a la Iglesia por señora y superiora del Universo Mundo, y al Sumo Pontífice llamado Papa en su nombre, y al Emperador e Reina doña Juana nuestros Señores en su lugar, como a superiores y Señores y Reyes de estas islas y tierra firme en virtud de la dicha donación…" Se les hacía saber que, si aceptaban el requerimiento, "…os recibiremos con todo amor e caridad…", pero en caso de rechazarlo o de diferir maliciosamente la respuesta, el documento advierte lo que habrá de pasarle a los indios: "…certifícoos que con la ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéremos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia, y al de sus Magestades, y tomaremos vuestras personas, e a vuestras mujeres e hijos, e los haremos esclavos, e como tales los venderemos, y dispondremos de ellos como sus Magestades mandaren, e os tomaremos vuestros bienes, e os haremos todos los daños e males que pudiéremos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su Señor y le resisten e contradicen…"

Esta última amenaza era el punto clave del requerimiento y su verdadera razón de ser, porque servía para justificar la esclavización de los aborígenes y el robo de sus bienes. El documento no fue elaborado para que los indios lo aceptasen y evitar la guerra, sino al contrario, contando con que no sería aceptado y daría una base legal a la esclavitud y al despojo de los nativos. Así lo prueba el uso que de este documento se hizo. Así lo relata Severo Martínez Peláez, en su obra: "La patria del criollo". (Ensayo de interpretación del idioma a realidad colonial guatemalteca).

"Por esa "guerra justa y santa", -Rafael Gallegos Ortiz, en su obra "El desafío a Bolívar", anota que- los traficantes legitiman la aprehensión de quienes rechacen "El Requerimiento. Para ser leal al Rey el indio tenía que dejarse quitar la tierra, "emprestar" su mujer y renunciar a su libertad". Y los curas misioneros quienes fueron los principales afianzadores de este lúgubre sometimiento, a través de sus prédicas doctrinarias, para justificar el despojo y las injusticias les insinuaban que la pobreza es, el más seguro camino para la felicidad eterna. Podemos entonces preguntarnos ¿y los ricos de que gozan?... GOZAN A EXPENSAS DEL SUFRIMIENTO DE LOS POBRES. Es por eso que desde esta perspectiva histórica, podemos asumir que toda estas circunstancias que se vienen generando desde la llegada de Colón, a las Costa de Tierra Firme, que gradualmente fueron creando dolorosas condiciones a los pueblos aborígenes, a los esclavizados, pardos y blancos de orilla, que se convierte en la confrontación de clase, que trescientos años después, y con la fragua de los tiempos insurgentes, viene Simón Bolívar a deshacer, con su verbo y acción libertadora, a pesar de formar parte, de la oligarquía Mantuana, que explotaba y oprimía al pueblo.

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