El apoyo popular al gobierno de Nicolás Maduro está en las catacumbas, no en las que decía Chávez, sino en las catacumbas del 8 % que logró el candidato del PSUV en las recientes elecciones a rector en la Universidad Central de Venezuela. En esas elecciones universitarias el gobierno intervino con mucha fuerza, con grandes inversiones en materia de infraestructura, remodelando la institución de punta a punta, con presencia constante de las altas autoridades gubernamentales, como Delcy Rodríguez. Hasta el mismo Maduro fue a recibir clase en un salón muy bonito, pero vacío, en horas nocturnas (para evitar abucheos).
Para los días de votación universitaria, el PSUV aportó medios de transporte de todo tipo para llevar hasta la UCV a egresados, profesores, trabajadores y alumnos, para que votaran por su candidato. Aportó también refrigerios y almuerzos para que su gente votara con comodidad. Pero toda esa maquinaria sólo logró el 8% de los votos por su candidato a rector. Eran siete candidatos a rector; seis candidatos opositores (es decir, el voto opositor se dividía en seis) y un sólo candidato del PSUV. Pues el candidato del partido de gobierno quedó de sexto, detrás de la ambulancia.
Tremenda derrota electoral. Con todo el esfuerzo realizado, con un plan político desarrollado durante más de un año, todo les resultó en un enorme fracaso. Ocho por ciento. Esos son los números reales del PSUV. Ese cuento chino de las encuestadoras "independientes" que trabajan al servicio del gobierno, de que el PSUV cuenta aún con un 20-30 % de respaldo popular, ya es cosa de un pasado algo lejano.
Luego de esa derrota estruendosa del PSUV en la UCV, el gobierno movió sus piezas rápidamente, y sacó dos decisiones fundamentales: intervino el Consejo Nacional Electoral, obligando a renunciar a todos sus miembros, e inhabilitó a la candidata opositora que figura de primera en todas las encuestas.
Ya instaló un nuevo CNE con la joyita de Amoroso como presidente, el mismo que inhabilitó a los candidatos opositores. Probablemente preparan nuevas inhabilitaciones, para obstruir al máximo la posibilidad de un candidato opositor unitario.
Porque el 8 % del PSUV en la UCV les dibuja la realidad, muy dura, de que están hundidos en el respaldo popular, y que con ese porcentaje no ganan ni una elección de condominio.
La realidad que ha asumido el partido de gobierno es que cualquier elección que se realice, y principalmente la elección presidencial prevista para el 2024, la perderá por amplio margen, incluso habiendo varios candidatos opositores. Por tanto, la única forma que tienen para mantenerse en el poder por tiempo indefinido, como repiten a cada rato los cuatro mosqueteros (Maduro, Diosdado, Padrino y Rodríguez), es haciendo trampa. Haciendo fraude electoral.
El fraude electoral, las trampas electorales de todo tipo, es la única posibilidad que tiene el PSUV para ganar las elecciones presidenciales del 2024. Los venezolanos presenciamos cómo el gobierno de Nicolás Maduro – PSUV – militares, prepara su maquinaria para cometer un gran fraude electoral en el 2024. Pero que quieran hacer el fraude, no implica necesariamente que podrán hacerlo. Y aún haciendo fraude y trampas, pueden salir derrotados ante la gran avalancha de votos populares que quiere y anhela un cambio de gobierno.
La estrategia "Barinas" sigue siendo la línea fundamental de conducta a asumir por el pueblo venezolano en las elecciones presidenciales del 2024. Votar por el candidato unitario y de consenso que logre superar las inhabilitaciones y otras trabas que de seguro impondrá el gobierno. Al gobierno de Maduro, con un respaldo electoral por debajo del 10 % en términos reales, le es imposible remontar esa cuesta para colocarse competitivo en la ruta presidencial.
Aquí no entran consideraciones como que cambien de candidato, o aumenten los salarios. Con el candidato que sea, el rechazo al PSUV-militares es parejo en casi la totalidad de la población venezolana. Si aumentan los salarios, el pueblo lo tomará como resultado de sus luchas, las cuales continuará hasta que se conquiste un salario digno que cubra la canasta básica familiar. No será dádiva del gobierno, el aumento salarial será el resultado de las miles de movilizaciones que en todo el país han realizado los trabajadores venezolanos durante más de un año.
Estamos asistiendo, por parte del gobierno, a los preparativos de lo que intentan ejecutar como un gran fraude que le de el triunfo electoral a Maduro en el 2024. Todo lo que haga el gobierno, de aquí en adelante, busca concretar ese fraude. El 8 % de la UCV es el coco que no deja dormir a Maduro, a Diosdado, a Padrino y a Jorge Rodríguez. Allí está la causa de sus intervenciones histéricas de los últimos dos meses, viendo enemigos en todas partes, sospechando de todo el mundo, convocando a nuevas cruzadas contra el imperialismo (mientras siguen entregando nuestras industrias a los mismos gringos imperialistas y demás grandes multinacionales del capital globalizado).
Pero haga lo que haga Maduro y el PSUV, sólo exacerbarán el descontento popular, que en esta oportunidad se manifestará electoralmente (tal como ocurrió en las elecciones de 1999). El barco del madurismo se hunde, con todos los poquitos que aún quedan allí.