Ayer y hoy, uno tiene que estar totalmente de acuerdo con la paz en Colombia. Ahora también debe sentirse ganado para compartir la reciente declaración de nuestro canciller. Yvan Gil habló muy claro en el lugar y momento adecuado.
En un encuentro de la mesa de paz en Colombia; el canciller fue enfático y afirmó, según nota de prensa "que su país [Venezuela] pondrá a disposición "los recursos que sean necesarios" para que la mesa de diálogo avance hacia un acuerdo definitivo que ponga fin al conflicto armado". https://m.aporrea.org/actualidad/n385959.html
La paz en Colombia es como intentar hacer (en el billar) una carambola con piquete, que nos permite poner nuevamente las bolas para hacer (fácilmente) otra carambola que tendrá su impacto bueno en Venezuela.
Mientras Colombia insiste en una mesa de diálogo en procura de la paz, en Venezuela nos sumergimos más fuertemente en la guerra del hambre, cuyos coletazos llevan a la profundización de la pobreza y a someter a la población infantil (la más vulnerable) a estar en un mano con la desnutrición. En esta guerra no importa, si ellos tienen derechos muy bonitos estampados en la constitución.
Deja ver está buena iniciativa del canciller, como su concepto de paz y guerra cojean. La Guerra no es una situación donde impera el fusil y el plomo. Paz no es únicamente, ausencia de fusil y tiros. El hambre es una guerrera de alta intensidad. En este nuestro caso, los que viven con hambre no están repartidos en uno y en el otro bando. Está nuestra guerra de hambre; el plomo que tiene por nombre carencia, está en el estómago del pueblo. El otro bando, que podemos calificar como el reducido bando de los excesos, tiene dólares para comprar/vender y sus derechos muy bien cubiertos. Este bando con el apoyo de la política económica, se va quedando con todo, menos con el hambre.
Esta guerra no tiene mesa y no tiene diálogo.