Crónica de un paro. Venezuela en una encrucijada. Los "revirones" de Pablo Medina (V)

Jueves, 07/09/2023 04:50 PM

Nota: Como en lo publicado anteriormente por este medio, insistiré en poner al inicio la misma nota.

· Insisto en recordar entre otras cosas por orientar a los lectores, que este trabajo es parte de un libro titulado "Crónica de un Paro. Venezuela en una encrucijada", el cual, dicho eufemísticamente, "publiqué" en Amazon en el año 2013. Pese el atractivo título, dada la resonancia mundial que los acontecimientos venezolanos tenían, según informes de la editorial, en aquellos momentos como ahora, no se vendió ni un ejemplar. Aunque, como antes dije y diré al final, siempre fue ofertada en muchos países, según mis observaciones y de amigos en el exterior a un alto precio. Todavía puede observarse. Quizás el anonimato del escritor y la fina percepción de los lectores, que les decía en tono claro, se trataba de un balurdo "sudaca" e izquierdoso, fuese en eso determinante. Por esto, opté por reponerlo por partes en este medio, pues meterse a averiguar la verdad sería como lo que Kafka describe en "El Proceso" o una pelea a la venezolana contra el imperialismo. Esta sería la quinta parte". Por cierto, una de las ediciones que se publicitan todavía, aparece con dos ISBN: ISBN-10 : ‎ 3847388193 e ISBN-13 : ‎ 978-3847388197

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Los infaustos incidentes de la plaza Altamira

Los infaustos acontecimientos del día seis de diciembre en la plaza Altamira, donde murieron venezolanos inocentes, lo que uno no se cansará de lamentar y solicitar se aclaren y juzgue a los culpables materiales e intelectuales, aparecen asociados a una especie de repotenciación de una huelga que parecía languidecer y la pérdida de interés en los militares de Altamira. Sólo se requiere vivir en Venezuela y una pizca de perspicacia para percatarse que los primeros días de paro, al margen de las cifras que manejaron opositores y oficialistas, no había razones para creer que el gobierno estaba moribundo y la sociedad alarmada. En lo estrictamente fundamental, es lo menos que uno puede decir, el aparato económico y las relaciones propias de una comunidad como la nuestra, estuvieron activos y bastantes fluidos. Sólo leyendo la prensa o viendo los canales de televisión un visitante pudo enterarse que en Venezuela había un paro en esos días. Y lo más sorprendente, para decirlo en el lenguaje de alguien que pudo esperar otra cosa, los trabajadores donde ello les fue permitido, acudieron a sus centros de trabajo. Si algo debe analizar la oposición es la poca disposición que tuvieron los trabajadores a sumarse al llamado de la CTV.

Los contingentes obreros de grandes empresas del campo y la ciudad, como las de los sectores petroleros, transporte, pesquero, eléctrico, agrícola, comercial, financiero que no fueron cerradas por sus propietarios o gerentes, ignoraron el llamado de la CTV. Conscientes de esta circunstancia, en la Coordinadora Democrática, se pensó en algo factible y contundente que estremeciese los cimientos de la sociedad y produjese las rupturas y pronunciamientos deseados. Había que salir de Chávez a corto plazo, ¡vete ya!, fue la consigna de los más radicales. Luego, dadas las circunstancias, la sustituyeron por ¡elecciones ya!, como una muestra de la vuelta a la sindéresis y respeto a la síntesis del pensamiento de la Coordinadora.

Porque el paro, fortalecido o revitalizado con las acciones en PDVSA, bien podía servir para quebrar al gobierno, fracturar la sociedad e imponer una salida extra constitucional, meta nunca olvidada u obligar al gobierno a aceptar en la Mesa de Negociaciones, que preside el ex presidente colombiano, la proposición del referéndum consultivo con carácter revocatorio o vinculante como lo llaman, para el 2 de febrero y bajo la égida del actual CNE.

Obviamente, la opinión internacional emitida por organismos como la OEA y la de países de distintos puntos del planeta, no abonaba a favor de una sustitución del presidente por medios al margen de lo establecido en la constitución. La victoria de Luis "Lula" Da Silva, en el país cuya economía es de las más grandes en América Latina y con un peso significativo en la apreciación de los Estados Unidos, también entró a constituir un elemento importante al abordar la crisis venezolana y sus posibles salidas. Pero se produjo el paro de PDVSA con todas sus características, que en lo fundamental, sin caer en afirmaciones que podrían interpretarse como sesgadas, si podemos decir que fue y es un rudo golpe a la economía venezolana y al futuro de los venezolanos. El carácter "noble" del golpe, su contundencia, lo que incluyó paralización de pozos, refinerías, flota mercante y despachos al exterior; el abandono de los puestos de trabajo por gerentes con informaciones y mecanismos fundamentales para hacer operar la industria; ejecución de actos destinados a evitar la posibilidad de operar en lo inmediato, hablan de un gesto de desesperación y destinado a producir un "cambio" político forzado, inmediato, para evitar los males que aquellas medidas anunciaban.

En los primeros momentos de las acciones en PDVSA, un escritor norteamericano, compañero de tertulias frecuentes, dudó en escribir para una revista norteamericana un artículo sobre la situación venezolana y, al principio pensó no cumplir con aquel compromiso porque, a su parecer, tal como estaban las cosas, en breve habría un desenlace de la crisis y temía que sus apreciaciones fuesen rebasadas y hasta desmentidas por los acontecimientos. Posteriormente optó por escribir y enviar su trabajo a la revista americana, pues coincidimos que tal desenlace no habría de producirse en lo inmediato y que en lo adelante vendría una "guerra" de desgaste, donde cada sector utilizaría todos los recursos a su alcance, en el empeño de presionar a la Mesa de Negociaciones y Acuerdos. Esto significaba que apreciamos que no parecía viable en lo inmediato, una salida de naturaleza inconstitucional. Pues la medida extrema que afectaba a PDVSA, lejos de inclinar a los militares a favor de la oposición, probablemente produciría un efecto contrario. PDVSA es el corazón de Venezuela y eso bien lo sabe mucha gente, empezando por los militares.

Aquello, lejos de parecer un acto contra el gobierno de Hugo Chávez, más se asemejaba a un atentado contra el Estado Nacional. Al escritor amigo y su contertulio, conociendo bien el rasgo profundamente nacionalista de nuestra gente de cuartel, este argumento nos pareció convincente. Por eso el artículo suyo apareció en el espacio y tiempo previsto. Y aún, para los primeros diez días de enero, la crisis política continuaba planteada.

La desobediencia tributaria. Protesta frente al Seniat en el 2002

Varios días después de decretado el paro petrolero, cuando el gobierno contando con la acción redoblada del elemento militar y los obreros petroleros, cuyas centrales más importantes y de mayor militancia no se plegaron al paro, pues como es conocido este sólo ha tenido el respaldo mayoritario de gerentes a diferentes niveles y áreas del sector petrolero, comenzó lentamente pero de manera ascendente, a controlar las actividades de la industria. Ha sido lento pero cada día el oficialismo se anota nuevos triunfos en ese campo. Frente a este estado de cosas la oposición optó por otra medida trascendente y agresiva contra los intereses del Estado, como lo es el llamado a la desobediencia tributaria. Es decir, llamó a los contribuyentes al fisco nacional a no cumplir con esa obligación. Los impuestos que el estado recaba por intermedio del SENIAT constituyen la segunda porción cuantitativamente más importante en la alimentación del presupuesto nacional. ¿Un llamado a la desorganización del estado o al desconocimiento del mismo?

¿La respuesta del gobierno, anunciando que quien no se incorpora al trabajo no cobra. Y a las universidades y también a las gobernaciones y alcaldías que no recibirían el situado de mantenerse en paro, puede interpretarse como un reto oficial a la iniciativa disolutiva de la oposición?

¿Acaso el gobierno, ante la propuesta de disolución del Estado, implícita en la estrategia de la Coordinadora Democrática, de ahogar financieramente al gobierno y otros actos que ellos califican como de desobediencia civil, también apunta a lo mismo? Siendo así, uno podría predecir qué estamos entrando en los umbrales de un escenario que podría ser muy doloroso para Venezuela. Y también en el momento oportuno de clamar por una intermediación que ponga las cosas en su sitio y se reivindiquen los derechos de los venezolanos y el respeto, como en todo país moderno, a los principios constitucionales.

¿Disolver las fuerzas armadas?

Pablo Medina, un personaje de la oposición que antes fue de los más radicales partidarios de Chávez, según algunos videos exhibidos por la televisora estatal, VTV, canal 9 para Caracas y 11 en el área Barcelona-Puerto La Cruz, habló que en el futuro habría que aplicar un referéndum para solicitar la disolución de las Fuerzas Armadas. No está aún muy lejos el día, cuando Medina, andando con Chávez en campaña política, denunció la existencia de un plan diabólico, de fuerzas que no identificó plenamente, pero si asoció al fenómeno de la globalización, para disolver los ejércitos de América Latina. Dijo, en esa y otras de las tantas oportunidades que abordó el problema de la deuda externa, que se trataba de enajenar la soberanía de nuestras naciones y facilitar el proceso de insertarlas en políticas cuyos intereses no se correspondían con los nuestros. Ante esta circunstancia es valedero interrogarse: ¿a qué viene esa repentina solicitud de Medina, que se contradice absolutamente con lo sostenido por él no hace mucho tiempo? ¿Se trata de un arranque emocional o una simple manifestación de frustración de quien fuese figura importante en "El Polo Patriótico"? ¿Más allá de la figura de Pablo Medina, quienes adhieren tal anhelo? ¿Se trata acaso sólo de la ligereza de un individuo o es parte importante del discurso de alguna oposición? ¿Qué efectos produjo tamaña majadería en el seno de la familia militar venezolana?

No olvidemos que cuando Medina hizo pública su ruptura definitiva con el presidente Chávez, en un espacio generoso que le ofreció el diario "El Nacional", manifestó con iracundia y muestras de mucho rencor, que haría todo lo que estuviese a su alcance para sacar al presidente de Miraflores. ¿Medina está procurando cumplir con su palabra y para ello se suma a los grupos que en Venezuela podrían existir para alcanzar el destino que la globalización según él, tiene asignada a nuestra Fuerza Armada, es decir la extinción? ¿Sería capaz Medina de haber variado sus puntos de vista sobre PDVSA, tanto como acercarse a la llamada gerencia "meritocrática", por sacar a Chávez de Miraflores?

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