Las casas de bahareque, los temblores, terremotos y bellas historias de la Cumaná de mis sueños

Viernes, 08/09/2023 04:16 PM

En mis tiempos de muchacho, en Cumaná, abundaba la casa de bahareque en muchos espacios. Las familias pobres, como la mía, hacían sus casas de bahareque. Aunque en muchos espacios, como "Caigüire Abajo", en algunos lugares estratégicos de la sabana entre Río Viejo y Las Palomas, se solían hallar ranchos, cuyas paredes y techos estaban cubiertos de palmas de coco, entretejidas en armazones de caña brava o lo que uno solía llamar simplemente lata. Eran estos materiales de relativa abundancia en nuestro mágico universo, ubicado entre la desembocadura del Manzanares y la playa de Castillito, hasta "Caigüire Arriba". Desde el oeste, cercano a la desembocadura del río, pasando por el norte de "Caigüire Abajo", estaban la laguna y el manglar, aquel bello oasis del cual hablo en mi novela "El Crimen más grande del mundo", ganadora del premio nacional de narrativa del IPASME del año 2013.

Premio que se anunció ese año, pero fue 3 años después, en 2013, por tanto reclamar, como para quitarse ese incordio de encima, cuando nos llamaron a Caracas, a los ganadores en las distintos concursos, a un acto por demás impertinente y de poco respeto, pese habíamos ganado en las distintas "especialidades", como Narrativa, poesía, ensayo, etc. Me entregaron 150 ejemplares de una edición de 1500 y el premio metálico, que en ese entonces era de 25 mil bolívares (25.000.00), una cifra no cuantiosa, pero sí muy significativa entonces y hoy también, nunca lo pagaron y no dieron ninguna explicación, pese nuestros reclamos en ese día y los posteriores. Entre corrillos se habló de malos manejos en los recursos del instituto lo que implicó la desaparición de lo concerniente al pago a los ganadores. Lo que habla que eso de la corrupción ha sido una pandemia cancerígena. Y la mayoría de esos personajes hoy son acérrimos opositores al gobierno.

Por cierto, en mi novela, "El crimen más grande del mundo", titulada así, a manera de protesta, pues en ella hablo de la destrucción del manglar y la laguna, para hacer la carretera que va de las cercanías de la desembocadura del Manzanares hasta "Caigüire Arriba", la que pudo hacerse quizás en la misma trayectoria, con más ingenio y humanismo u otra, sin necesidad de cometer aquel crimen ecológico de enorme magnitud. Recuerdo, pues era yo apenas un niño, que el gobernador, eran los tiempos de Pérez Jiménez, responsable de aquel desastre, el pueblo cumanés le llamó "Pepe" Carretera, creo que se llamaba Pepe Marcano, dueño de una enlatadora de sardinas. Calificativo que ya de por sí era una clara definición de los valores del gobernante.

Un poco al sur del manglar y la laguna, se extendía una sabana que hacía el mismo recorrido, espacio donde pudo hacerse la carretera sin tocar aquellas maravillas naturales. Sólo que los vivos, ya tenían definido ese espacio para la construcción de viviendas y, en consecuencia, buenos negocios.

Justo en esa sabana, donde solíamos jugar béisbol muchachos, jóvenes y adultos, estaba instalado el rancho de María de la "O" y su hermano Pedro Padilla. Sugiero a mis amigos leer mi novela y particularmente lo relacionado con esos dos personajes. En ella, Pedro Padilla es uno de los personajes principales y más emblemáticos.

Era su rancho de techos y paredes de palma de coco, donde el agua de lluvia no mojaba el interior y las paredes dejaban pasar con cierta facilidad los vientos. Allí, hasta en los momentos de mayor irradiación solar, siempre el ambiente era por demás fresco y confortable.

Pedro Padilla, fue el primer negro que alcanzó el rol de maestro del toreo en "Las Ventas" de Madrid. Eso lo supe desde niño por la versión oral. Años más tarde, Enrique Cedeño, un viejo periodista de origen sucrense, pero ejerciendo en Puerto La Cruz, en el diario "El Tiempo", hizo mención en un largo trabajo acerca de Pedro Padilla y su bautizo como maestro en "las Ventas", el primer negro en alcanzar esa meta. Para esos fines, el periodista hizo mención a dos libros que manejó para ese fin.

Ayer, motivado por las casas de bahareque, me puso a averiguar, en las redes y hallé esta información:

Bb BB

TT T

Título: Plaza de Toros toros de Vista Alegre, Bilbao. El domingo, día 6 de marzo de 1927. ..una novillada

 

Autor: Plaza de toros de Vista Alegre (Bilbao); Editorial Ibáñez

 

Editor: Bilbao: Editorial Ibáñez

 

Fecha de publicación:

1927

Fecha de incorporación:

2021-05-31

Tema:

Sáenz, Pedro "Pedriles".
Padilla, Pedro (torero).
Rodríguez, Modesto (torero).
Corridas de toros- Bilbao- S. XX

   

Descripción: Texto del cartel: "en la que lidiarán…6 novillos de Clemente Baruque de Serrada (Valladolid) con divisa morada y caña. Matadores: Pedro Sáenz (Pedriles) de Logroño, Pedo Padilla de Caracas, el único torero negro y M. Rodríguez Gazquez de Bilbao. La corrida empezará a las cuatro menos cuarto de la tarde.

 

Observe el lector que, según la nota, se trata de una novillada y que, al referirse a Pedro Padilla, se le menciona como originario de Caracas, un asunto nada difícil de entender y como "el único torero negro".

La fecha de la corrida es 1927. Yo nací 11 años después y comencé a verle en sus andares en el barrio y la sabana, cuando tendría unos 10 años, es decir unos 21 años después de publicado aquel cartel de toros en Bilbao.

Recuerdo que mi humilde casa, más bien un rancho, estaba construida de manera que la parte norte, donde había una sala y un cuarto, el "principal", toda la estructura era de bahareque. La construcción consistía en dos delgadas paredes que dejaban en el centro un vacío. El techo de esa parte de la casa, estaba construido también de bahareque. Para hacer las paredes, en el techo también, se armaba una estructura de caña brava o lata, atada con fibras naturales y de lado y lado aquello se cubría de barro; es decir de una mezcla de un material terroso con agua que, al secarse, se convertía en una estructura bastante sólida. Sobre el techo de barro de la parte norte de nuestro rancho, se habían colocado tejas. Que recuerde, en ese espacio, por muy fuerte que lloviese, nunca se filtró el agua.

Al sur de la construcción ya descrita, había un doble espacio. Uno abierto, con una pared que separaba la casa del camino que conducía al sur, en el camino hacia la sabana y el manglar, este espacio carecía de techo, era como un patio interior. Del otro lado, había dos cuartos, construidos con la misma técnica de la parte norte. Estos cuartos, como el principal, teñían sus puertas de madera. En el sur, había una construcción mucho más alta. Las paredes eran todas de bahareque, el piso de tierra y el techo todo de palma de coco, tan bien construido, que no recuerdo que por él se filtrase el agua de las lluvias.

Este espacio, estaba dividido en un enorme cuarto del lado izquierdo, en el cual dormí hasta que me fui del rancho familiar para no volver más nunca y en el derecho estaba el fogón y el comedor.

Por supuesto, el lector sabe que hablo de la cocina. Justamente, ese fogón, también estaba construido de bahareque.

Todas las paredes estaban recubiertas, después del bahareque, de una delgada capa de cemento y se les pintaba de distintos colores.

El piso de la parte norte era de cemento, igualmente los dos cuartos intermedios y el patio interior. Este piso estaba construido de manera que las aguas corriesen hacia el lado de la pared que daba al camino y para ello había zanjas y orificios construidos con ese fin.

Desde muy joven supe quién era Fruto Vivas. Se trata, a mi humilde parecer, del mejor arquitecto que ha dado Venezuela. Para quien el urbanismo debía estar acorde con la gente, la vida y no los negocios. Para él eso era primordialmente un arte.

Le nombro porque fue a él, justamente cuando Venezuela era invadida por aquella "fiebre" del aire acondicionado, a quien oí decir que la mejor respuesta al asuntos climático, las altas temperaturas, era construir casas de bahareque. Pues parecía algo irracional que en espacios como la zona oriental, la tendencia de los finales de los años cincuenta y comienzos de la década del sesenta, con el aumento del ingreso petrolero, fuese hacer casas con paredes de bloques de cemento y escasos espacios para la ventilación. Por supuesto, en esto influyó el crecimiento de la delincuencia y la tendencia en esta a incursionar de noche en las casas vecinas.

Además, el bahareque, según los entendidos, por su flexibilidad, era la mejor respuesta al tema y necesidad de la construcción de viviendas, en un espacio, como la Cumaná de siempre, donde los temblores y terremotos parecían acudir con frecuencia a celebrar sus jolgorios. Justamente, el último gran terremoto de esa ciudad, de verdad mártir, pues hasta Boves en el año 14 se sació de maldades contra ella y su gente, se produjo en el año 1929 que alcanzó 7 y más en la escala de Richter y destruyó gran parte de lo que quedaba de la arquitectura colonial y borró su imagen de ciudad primogénita.

Fundamentado en esas viejas historias de terremotos y temblores, de los cuales bastantes experiencias viví, nació mi cuento, la "Tía Panchita", aquella que percibía por los pies los temblores y terremotos y hasta podía predecir la magnitud de ellos, desde que arrancaban del fondo de la tierra.

Nota leída aproximadamente 1998 veces.

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