El camino por transitar
Nota: Insisto en recordar entre otras cosas, para orientar a los lectores, que este trabajo es parte de un libro titulado "Crónica de un Paro. Venezuela en una encrucijada", el cual, dicho eufemísticamente, "publiqué" en Amazon en el año 2013. Pese el atractivo título, dada la resonancia mundial que los acontecimientos venezolanos tenían, según informes de la editorial, en aquellos momentos como ahora, no se vendió ni un ejemplar. Aunque, como antes dije y diré al final, siempre fue ofertada en muchos países, según mis observaciones y de amigos en el exterior a un alto precio. Todavía puede observarse. Quizás el anonimato del escritor y la fina percepción de los lectores, que les decía en tono claro, se trataba de un balurdo "sudaca" e izquierdoso, fuese en eso determinante. Por esto, opté por reponerlo por partes en este medio, pues meterse a averiguar la verdad sería como lo que Kafka describe en "El Proceso" o una pelea a la venezolana contra el imperialismo. Esta sería la quinta parte". Por cierto, una de las ediciones que se publicitan todavía, aparece con dos ISBN: ISBN-10 : 3847388193 e ISBN-13 : 978-3847388197
Lo que los venezolanos debemos buscar es una salida a la crisis por la vía "pacífica, democrática, pluralista y electoral". El referendo del 2 de febrero, por muy buenos deseos que uno albergue, está lejos de lo que antes hemos aspirado. Esa vía es un pasaporte a los campos de la violencia y la continuación de los momentos difíciles que ya hemos vivido. Es excluyente, como medida electoral, porque de por sí, provocará una abstención gigantesca pese al empeño que los medios pongan en impedirla. Eso, aun aceptando que el TSJ, lo declare procedente.
Y por no parecer vinculante y que el carácter de la pregunta no obliga al presidente a abandonar Miraflores, sólo contribuye a agregar nuevos factores incómodos a la crisis. De modo que, ante la prolongación de la crisis y su profundidad, la propuesta constitucionalmente válida, de referendo revocatorio no parece útil. Como tampoco lo son, como ya hemos dicho, la desobediencia civil que tiene rasgos de salida forzada, violenta y constitucionalmente es dudosa y el referendo consultivo.
Entonces, la salida políticamente viable es el adelanto de las elecciones generales, mediante una enmienda constitucional. El artículo 340 de la Constitución prevé la enmienda que en efecto a la letra dice: "La enmienda tiene por objeto la adición o modificación de uno o varios artículos de esta Constitución, sin alterar su estructura fundamental". El procedimiento es sencillo, puede partir la solicitud de quince por ciento de los electores inscritos en el Registro Electoral, un treinta por ciento de los integrantes de la Asamblea Nacional o por el Presidente en Consejo de Ministros. Habiendo acuerdo, se puede escoger de las anteriores la opción más inmediata. El poder electoral someterá a referendo la iniciativa a los treinta días después de recibida su aprobación. Y finalmente, para aprobarse sólo se requiere que concurra al acto comicial un veinticinco por ciento de los electores registrados y por mayoría simple, como en el referendo aprobatorio.
Esta salida tiene para la oposición dos inconvenientes, que no lo son de verdad para todos ellos. Hasta ahora, una de las metas de parte del sector opositor, ha sido invalidar políticamente al presidente. Si el referendo consultivo se aplica con carácter vinculante, como han demandado, y el SI revocatorio se impone, cuestión que los medios, las encuestas y la oposición toda, da por un hecho, y el presidente presenta su renuncia, queda invalidado. Es decir, por lo menos en la oportunidad más inmediata, no podría presentar su candidatura. En el sector oficial, se siente el peso cuantitativo del frente opositor. Y no se quiere correr el riesgo que esa alternativa implica. Pero a su favor cuenta que tal salida es inconstitucional y que la negociación es más aconsejable y ventajosa, sólo que serán los acontecimientos, que a un sector y otro, indicarán los pasos que haya que dar.
A la oposición, es decir a los venezolanos que no se avienen con la política oficial, que ven tendencias torcidas en el gobierno; que creen que en él anidan aspiraciones autoritarias y dictatoriales y gestiones económicas improductivas que comprometen el destino del país, el adelanto de las elecciones es una salida aceptable y valedera porque evitando una ruptura, un golpe de estado o enfrentamiento armado masivo entre venezolanos, va a producir un cambio sustancial en la distribución del poder político. Y esto es así, porque como ya afirmamos en otra parte de este trabajo, en Venezuela se ha producido un significativo cambio en la correlación de fuerzas entre oposición y gobierno. No hay duda, el gobierno no tiene el respaldo de sus mejores momentos; es cuantioso el número de venezolanos que hoy están de frente al presidente. No hay formas confiables que permitan afirmar hasta dónde llega eso, pero es una cuestión obvia. Con lo que no queremos decir, como aseguran otros por interés, prejuiciada e interesada posición política o desinformación, que el respaldo al presidente es débil y desdeñable. Si esto fuese así, sectores de la oposición que ponen por encima de todo "salir de Chávez", no tuviesen sus dudas y resquemores.
Una oposición nada homogénea y sin liderazgo que la estreche, corre el riesgo de fracturarse y aparecer luego con varios candidatos, lo que haría posible que Chávez vuelva a ganar las elecciones. Este es un secreto a voces entre los miembros de la oposición. Pero la oposición en su conjunto no comparte la idea acerca que, "por encima de todo, hay que salir de Chávez".
Porque ella permite que entre "las sardinas se mezclen los tiburones", para decirlo como el maestro, poeta y ex presidente de Guatemala, Juan J. Arévalo. Antes que empatarse en un paquete por salir de Chávez, cada sector va a procurar que el programa del nuevo gobierno, alternativo, como comienzan a llamarlo, contenga los elementos del proyecto de país que cada uno tiene. Con anterioridad mencionamos, como en "Ultimas Noticias", José Curiel y Humberto Calderón, declararon sobre algunos aspectos de su programa alternativo. Y allí, en esa oposición, al hablar de candidatos, va surgir la sempiterna exigencia de empezar por el programa de gobierno. Y esas dos cuestiones, son susceptibles de producir rupturas. En la oposición bastante bien eso se sabe, como que ya individualidades comienzan a exhibirse como candidatos. Y esa oposición que no comparte lo de "fuera Chávez por encima de todo", si le interesa que se rompa la significativa influencia que el presidente tiene en otros poderes del Estado y aspiran con énfasis participar en ellos.
El cuadro electoral, realizadas unas elecciones generales, aunque Chávez vuelva a ser presidente, será diferente y hasta menor la participación de aquél en los poderes distintos al Ejecutivo. Y las políticas del Estado, que en fin de cuentas es lo que más debe interesar a todos, serán el resultado de la participación de un mayor número de sectores de la vida venezolana. En esas condiciones, se podrían aminorar las presiones y, aun así, diseñar un proyecto de país nuevo y vigoroso, por los caminos de la paz y la concordia.
Pero el petróleo es un asunto muy serio.
"A petróleo...... tan amargo, tan amargo que a azúcar cubana sabe". Más o menos así dice un poema de Nicolás Guillén, aquel poeta cubano, de los preferidos de quienes concurríamos a la Plaza 19 de Abril, a leerlo, a él y a poetas como Andrés Eloy Blanco, Federico García Lorca y "Yo me la llevé al río, creyendo que era mozuela, pero tenía marío", Pablo Neruda, César Vallejo y tantos otros, de cuando el comunismo era para nosotros algo tan desconocido como lejano. Y viene al caso recordar aquello, por lo que ahora mismo, como tantas veces, nos duele el asunto petrolero. Y no es para menos, trabajadores de PDVSA, decir que son de la nómina mayor no minimiza el asunto, se pusieron en paro y han generado un problema de grandes dimensiones. De todo esto, llama la atención que del seno de la empresa petrolera, surgió un movimiento, que no reclama por asuntos laborales, lo que sería un problema de menor cuantía y fácilmente manejable para el propietario, sino aspira "que el presidente se vaya".
Ya no es suficiente reclamar el derecho a que se escuchen sus opiniones al momento de definir las políticas petroleras del Estado, a lo que tienen derecho como venezolanos de una democracia participativa y trabajadores del sector, sino que como si fuesen partido político, entran como sector, en el debate político y paran la empresa para que "se vaya el presidente".
Ya en abril se pronunciaron en el mismo sentido y, para tranquilizarles, el presidente hubo de retroceder en su intento de organizar la directiva de la empresa, como lo mandan las leyes. Ahora mismo, como en abril, según "Impacto", diario de Anzoátegui, del miércoles 22 de enero, "Altos Ejecutivos de PDVSA Gas Anaco desconocen a sus máximas autoridades", y agrega la información que "trabajadores de PDVSA Gas y demás organizaciones de apoyo a esta empresa, a través de un comunicado hicieron pública la decisión de desconocer los lineamientos emanados del presidente de Petróleos de Venezuela, Alí Rodríguez Araque".
Estas manifestaciones, de ahora en adelante, plantean un precedente cumbre, que toca lo estructural, al Estado y hasta al empresariado nacional. Han puesto en duda el derecho del primero, único propietario de PDVSA, ejerciendo el mandato soberano, a designar las autoridades de su empresa y, en última instancia, definir las maneras de manejarla y orientar sus negocios. Para la empresa privada misma, este precedente es un riesgo y una amenaza del carácter que se ha venido señalando como "estrategia del gobierno". Y en medio de esto, con la objetividad debida, para que se tome en cuenta al momento de abordar el problema petrolero, bien vale recordar la visión que Juan Pablo Pérez Alfonzo, tuvo del asunto. En "Ultimas Noticias", columna de Eleazar Díaz Rangel, del día domingo 19 de enero del 2003, página 8, aparece inserta una cita del fundador de la OPEP, tomada de la revista "Resumen", N° 258, del 15-10-1978, en la cual dice, "PDVSA debe ser instruida en las líneas de la política general que le permitan conocer con precisión los intereses nacionales tan importantes que le han confiado defender. Es inadmisible la situación actual de considerarse como un ente aislado de los accionistas, el pueblo venezolano, y que se consideren autorizados para tomar las más importantes decisiones como si ellos fueran los dueños de la principal riqueza nacional. No puede aceptarse que PDVSA fije motu propio que el signo de la industria en los años por venir seguirá siendo la expansión en todos los órdenes de sus actividades. Semejante disparate es la consecuencia de la obnubilación de tecnócratas envanecidos por el poder abusivo que a veces logran atrapar". Más adelante agrega, "La expansión para PDVSA se convierte en contracción para los dueños del negocio en dólares constantes; la participación fiscal pasó de $7,25 en 1974 a $4,24 en 1978. Mientras ellos aprovechan la expansión en todos los órdenes, la inversa, la contracción, continuará siendo el signo fatal para el indefenso pueblo venezolano".
Tal como andan las cosas, uno podría concluir sin dificultades, adelantándose a los acontecimientos, que en ese sector, sobre todo entre los gerentes más encumbrados y con más compromisos con quienes están detrás de una política distinta para PDVSA, tiene respaldo, en gran medida, la idea que "el presidente debe irse ya" y por encima de todas las cosas. Y es allí donde podrían haber mayores dificultades para arribar a acuerdos y darle una salida viable y fructífera, por la "vía pacífica, democrática y electoral" a la crisis venezolana