Altercado a las puertas del purgatorio…

Miércoles, 27/09/2023 01:32 PM

  1. Le respondí: "-Eso a usted no le incumbe, señor. Lo que yo haga, escúcheme bien, lo hago en nombre de mis sufrimientos no le corresponde a usted calificarlo. ¿Entiende usted eso?". Se enfureció, porque parece que los peores altercados se generan no cuando uno expresa una idea o la escribe si no cuando a uno le leen el pensamiento. Me exigía explicaciones: "- Sólo un sadomasoquista puede llegar a sostener que las sanciones, bloqueos junto con la pandemia que nos sobrevino puede concebirse como una bendición. ¿Es decir, que el que muera tanta gente, el que exista tanto sufrimiento y desgracia eso para usted, para su filosofía, resulta algo necesario?"

  2. En esa ocasión, él salió del pabellón como una tromba sin dejar que yo le respondiera, y en yéndose, medité lo siguiente: "-¿Quieres saber qué me ha hecho entender las lecciones de nuestra lucha, reforzada por los acosos, bloqueos y ataques desde Estados Unidos y las potencias europeas durante veinte años, y luego reforzada con la pandemia? Pues, que se trata de una continuación de los viejos planes geoestratégicos de las potencias occidentales. Debe tener usted en cuenta, que la dinastía de los Monagas a partir de 1847, y luego también con la propia dictadura de Antonio Leocadio Guzmán, fueron parte de un proyecto del imperio francés. Luego se unieron en contra de Venezuela los alemanes con el pretexto de reclamar sus leoninos préstamos y exigir el pago de una supuesta red ferrocarrilera; de este modo los alemanes pedían administrar nuestras aduanas. A finales del siglo XX, la rapiña financiera sobre Venezuela incluía a todas las potencias europeas: ingleses, franceses, alemanes, italianos y holandeses, pero a partir de 1908, escúchese bien, son los yanquis quienes se adueñan del país, en nombre de la Doctrina Monroe. Llegan Es el momento en el que entran en juego las compañías petroleras las que se auto-otorgan todas las concesiones que deseen apetecen, una verdadera invasión de nuestro país. El dictador de turno, Juan Vicente Gómez dice su santa palabra, que esos extranjeros (los que sostienen su poder) son los que saben de petróleo que y por tantosean ellos los que dicten lasde leyes yy hagan los negocios y que deben ser ellos quienes dispongan a su antojo de todo el oro negro que necesiten. Se nos prohíbe estudiar o conocer nuestros recursos energéticos, al punto de que será a mediados del siglo veinte cuando graduemos a dos o tres ingenieros en el área de suelos o de geología. ¿Qué le parece?

  3. Mi enemigo responde: "-Perdone, señor Sant, ¿pero a quién podría usted señalar en este país, y decir: he aquí el culpable o a los culpables, de esta atroz crisis que vivimos?, ¿a quién acusaría usted de haber pedido invadirnos, de habernos robado nuestros activos en el exterior o firmado contratos con mercenarios para propiciar un ataque militar contra nosotros, de haberse coaligado para tratar de destruirnos con las mafias de la OEA, el Grupo de Lima o los paramilitares y narcotraficantes colombianos? ¿A quién para así nosotros proceder a encausarlos y llevarlos a la cárcel?"

  4. Seguí elaborando respuestas que mandaba en forma de mensaje: "…esta guerra es la continuación de la que se empezó contra los godos en 1812, la misma que sufrió Cipriano Castro, la que derrocó a Isaías Medina Angarita, en la que se asesinó a Carlos Delgado Chalbaud y se impuso esa cadena de mandamases que rigieron el país entre 1952 y 1998. La misma. Y es ahora cuando, en medio de grandes adversidades, desde 1998, apenas estamos reiniciando aquella que emprendió Bolívar, haciendo las cosas por nosotros mismos con sus errores, limitaciones y contradicciones de nuestra gente y teniendo que inventar en casi todo. Prácticamente hemos vuelto a empezar de cero, porque cuantas herramientas y recursos contábamos para producir y sobrevivir nos habían sido concedidas en préstamo o a crédito por el gran capital: toda la industria, los recursos financieros, el conocimiento, la tecnología, las armas para defendernos, el entretenimiento, las ilusiones, todo, todo lo controlaban ellos, menos la imaginación y los sentimientos.

  5. En 1998, cuando decidimos escoger aquel camino iniciado por el Libertador, se nos respondió desde el Norte: "Háganlo, pero no con nuestros concursos, con nada que les hayamos prestado", y nos lo quitaron todo, y más aún, nos colocaron un gobierno paralelo para ellos surrealistamente entenderse consigo mismo en sus infames tropelías. Ahora lo que siento es que cada día que pasa y no consiguen destruirnos es una victoria nuestra y una avanzada hacia nuestra total independencia.

  6. Llevamos ya varios años triunfando y aprendiendo a sostenernos en el poder, que es el ejercicio más glorioso de todos. Lo llegó a decir el Libertador en la Carta de Jamaica, que nuestra función como sociedad o pueblo por siglos fue puramente pasiva; nuestra existencia había sido durante tres siglos políticamente nula. Estábamos por debajo de la más vil servidumbre y como esclavos jamás pudimos ejercitar ninguna clase de poder, estábamos no solamente privados de nuestra libertad, sino también de la práctica activa las facultades gubernativas.

  7. Ante uno de aquellos razonamientos, fuertes azotes se me respondió: "-¿Pretende entonces, señor Sant decirnos que, a estas alturas del 2020, los opositores al gobierno no son sino unos abominables mequetrefes dignos de lástima?", a lo que respondí: "Así es, lo sostengo, y la prueba es que se han estado yendo a los paraísos que buscan, claro, podridos en plata que en definitiva siempre ha sido lo único que han deseado. De modo, señor, que las batallas que hemos dado también prueban, que el pensamiento y las ideas son nuestras fortalezas, que cuando se tiene un proyecto claro no hay manera de que éste pueda ser derrotado. Yo nunca he perdido la fe en nuestro destino. En medio de los ataques más feroces, en medio de los mayores asedios, persecuciones y torturas, no la he perdido un segundo. He mantenido esa fe en medio de las horrendas guarimbas, en medio de la espantosa guerra económica, de las amenazas de muerte que han tocado a mi puerta, cuando salía a la calle a sabiendas de que ya mi cabeza tenía un precio. Ese otro virus que viene de una cepa muy vieja reproducida dentro de nuestra propia gente de la oposición, por los mismos que asesinaron al Gran Mariscal Antonio José de Sucre y que también condujeron a una muerte prematura a Simón Bolívar.

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