Imposible no llorar cuando el alma está triste y aunque ha pasado más de una década de ese apoteósico acto, recordarlo no deja de llenarme de nostalgia y de un corazón que se me pone chiquitico. Un nudo en la garganta es lo que se siente y tal vez a través de estas líneas poder graficar lo que mi mundo interior siente.
Venías cual Cid Campeador, en una campaña relampagueante y victoriosa, de esas a las que ya nos tenías acostumbrados, y como corolario, el cordonazo de San Francisco derramaría sobre ti ese bautismo de agua, pero también de fuego, porque como después los acontecimientos portarían en sus manos filosas espadas, dagas mojadas de veneno ante los difíciles momentos y penosas circunstancias por las que nos tocaría pasar.
Como señala ese hermoso tema de “El Pacto”, cada octubre es como un recuerdo para ensanchar el corazón y de vuelos libertarios, al galope con Simón. Como olvidar el 1 de octubre, como lo hacía en el escrito anterior, recordando el martirio de Robert, de María. Como olvidar el cambio de paisaje de mi Comandante William. Cómo olvidar el octubre de los que sembraron su vida en Cantaura un día como hoy hace 41 años.
Pero tú lo dijiste, en este retiro que tuviste ese día: “Nosotros venimos de lejos, esta lucha es larga: Somos los hijos de Simón Bolívar, somos los hijos de Guaicaipuro, somos los hijos de las cargas de caballería de Maisanta, somos los mismos con los que luchó Argimiro Gabaldón”.
Gotas de lluvia golpean el techo de mi hoy sitio donde ahora resido. Imposible recordar el cordonazo, a Francisco de Asís, al que le pedía a Dios que nos convirtiera en instrumento de su paz, y que tú invocaste en medio de ese gran diluvio.
A estas horas, yo era uno de esos millones de testigos de tu despedida de los mitines políticos en la Avenida Bolívar, a la que tantas veces nos convocaste. Y quiso la providencia ese día, que no solo fuese esa avenida sino seis más, donde la fuerza telúrica de la naturaleza y del espíritu se unieran como una sola para demostrar la voluntad inquebrantable de un pueblo, de ese pacto más allá de la vida que firmamos contigo.
Era un diluvio sí el que nos caía ese día, pero nadie podía imaginarse que era el preludio de la despedida. En otras circunstancias, un aguacero como ese habría dispersado a la muchedumbre que nos encontrábamos presentes en ese acto que no iba a ser un cierre de campaña cualquiera. Y por primera vez y en mucho tiempo, nadie se movió y ni una bulla se oía, ante el mensaje casi providencial y profético que nos tenías ese día, sin imaginar siquiera tus penas y dolores por los que seguramente estabas pasando, en medio de la mezcla de sentimientos que en ese momento había.
Pero lo importante, fue que cumpliste con todo lo que prometiste y no pasaste a engrosar la larga lista de traidores y traidoras que hemos tenido a lo largo y ancho de nuestra historia.
Tal vez, y esto como el nombre de uno de los tantos documentales que protagonizaste en tu vida terrena junto con nosotros, que los sueños, a veces llegan como la lluvia.
Pero creo que lo más importante que quisiera escribirte comandante, lo haré en las siguientes líneas, para rendir tributo a tu memoria.
Te adelantaste a tu época porque mirabas por años y pensabas en siglos. Y por eso te hiciste eterno porque las ideas, con el tiempo, al igual que los buenos vinos, es que toman mayor vigencia. Enfrentaste todo tipo de agresiones y enemigos sin doblegarte jamás. Conquistaste los corazones de los más humildes en todo el mundo. Pero lo más importante, sacrificaste tu vida aun a costa de tus afectos, de tus seres queridos, de tu familia, de tus amores, a costa de tu tranquilidad, pero por amor a tu pueblo. Por eso, siempre serás nuestra inspiración Hugo Rafael Chávez Frías.
Con esta lluvia que en estos momentos cae cuando escribo estas líneas, y que son señales de tu presencia, de tu acompañamiento y de inspiración al presente escrito. A nombre de este pueblo que te sigue amando aún más allá de la vida nueva que iniciaste un 5 de marzo de 2013 solamente me resta expresarte nuestras gracias por tanto amado Comandante. Y tan es así que hace 11 años te dimos una de las mayores muestras de amor que líder alguno haya recibido en las calles de este país y más allá.
Hasta siempre Comandante Chávez.
¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!