12 de octubre ¿Celebrar qué…?

Miércoles, 11/10/2023 11:24 PM

Quinientos treinta y un años han sido más que suficientes para que los historiadores, cronistas, maestros y narradores serviles al sistema opresor, instaurado el 12 de octubre de 1492, nos hayan instituido extrañas culturas, de manera sistematizada, a través de la fuerza y el método del engaño, imponiéndonos una cultura, una religión y un idioma extraño a las costumbres aborígenes; instaurando el saqueo de nuestras riquezas, la explotación del hombre por el hombre y el crimen configurado en el mayor holocausto cometido en la historia de la humanidad, por secuaces conquistadores que invadieron nuestro continente y arremetieron con la espada y la cruz, a los pueblos aborígenes al servicio del imperio español a partir del 12 de octubre de 1492, cuando llega Cristóbal Colon por primera vez a nuestra Abya Yala.

En nuestras escuelas nos enseñaron a celebrar con aires de júbilo, el día más triste de la historia de la humanidad: el 12 de octubre cuando Cristóbal Colón en compañía de 120 peligrosos delincuentes liberados de las cárceles de España, para conformar aquella primera expedición criminal, que invade el Continente ABYA YALA, (como debemos llamar nuestro continente Tierra Viva, Tierra en Florecimiento, Tierra de sangre heroica), expedición que da inicio al más horrible holocausto, jamás ocurrido en los anales de la historia.

Desde la Escuela Primaria, nos dijeron nuestros maestros y maestras, que debíamos honrar los nombres de Colon y demás conquistadores, que nos presentaban como un símbolo de "civilización" y "progreso cultural", mientras, a nuestros ancestros aborígenes los presentaban como seres sin alma, caníbales, flojos y supersticiosos, seres malos , muy malos.

Pero no les echemos la culpa a esos abnegados maestros y abnegadas maestras. No, ellos no tienen la culpa. La culpa ha sido del sistema político que ha aupado por más de quinientos años el odio a nuestros aborígenes y los africanos y sus descendientes, los mismos que ellos trajeron secuestrados desde el continente africano para esclavizarlos. Nos obligaron a rendirles pleitesías a los invasores que nos implantaron el egoísmo, el desprecio al pueblo; a ese pueblo que encarna al verdadero Dios, que es el Dios de los pobres, que no es otro que el mismo pueblo. Los conquistadores españoles, portugueses e ingleses exterminaron a pueblos indígenas enteros, todos pasados por las espadas, decapitados y amputadas sus extremidades con hachas.

El 12 de octubre de 1492, con la llegada de Colón y sus delincuentes comunes, convertidos aquí en criminales de guerra, por ansias de riqueza y poder, se inicia también La Resistencia aborigen. No es cierto, lo que nos han contado los narradores y cronistas tarifados por el sistema opresor de los imperios, habidos desde hace más de quinientos años, que los indígenas estaban felices de recibir a un nuevo dios, que se quedaron pasivos ante la invasión del imperio español, portugués, o inglés en el norte (de América).

La verdad cierta es que hubo exterminio, porque los valientes aborígenes se enfrentaron a los invasores; y se enfrentaron porque rechazaban la invasión, la destrucción de sus cultivos y el ambiente, porque se oponían a la expropiación de sus tierra, porque rechazaban la esclavitud y los nuevos y extraños métodos culturales que chocaban con los valores y principios ancestrales, porque eran atacados y tratados como animales salvajes, porque eran perseguidos por hombres blancos con corazas metálicas, con espadas y mosquetes, montados a caballo y eran capturados y devorados por perros amaestrados para cazar y asesinar los aborígenes.

La resistencia aborigen se hizo persistentemente y efectiva en contra de los invasores, se puede leer en las crónicas de aquellos momentos informaciones contundentes, donde se cuenta que en una noche de hace ya más de 500 años, los españoles que lideraba Hernán Cortés intentaron saquear, el oro de la gran ciudad de Tenochtitlán, capital del Imperio Azteca que para el momento, era una ciudad que por su majestuosidad arquitectónica y, lo podemos decir ahora, majestuosidad metropolitana, que les quitaba el aliento a los invasores, que jamás la habían visto en las metrópolis europeas.

Hubo quienes la compararon con Constantinopla y Venecia, y hubo otros como Cortés que se obsesionaron con ella. Pero aquella noche del intento de robo, los guerreros aztecas emboscaron a los españoles con una mortal lluvia de piedras y flechas. Fue una derrota apabullante en la que Cortés terminó llorando bajo un árbol. Los españoles bautizaron la jornada como "La noche triste", que no fue más que una noche de humillación hacia los "potentados" conquistadores.

Según los cálculos de los historiadores, a la llegada de los invasores el 12 de octubre de 1492, en el territorio donde hoy se cimenta la América Latina había entre 90 y 112 millones de habitantes, pero un siglo después la población había sido diezmada en unas tres cuartas partes, es decir entre 65 a 70 millones de aborígenes, a razón de unos cuatrocientos mil por año. Del pueblo Mexica, en México fueron asesinados unos 20 millones, otros 30 millones del pueblo Inca en el Perú y en Nicaragua se calcula el genocidio fue de unos 500 a 600.000 aborígenes.

De los pueblos originarios de Venezuela aún no tenemos cifras, sólo sabemos que la resistencia combativa y el heroísmo de estos pueblos, fue ejemplar, que tuvo una respuesta de declaración de guerra de exterminio que duró más de cien años, hasta ser exterminados de diversas formas. Pues, veamos cómo nuestro Libertador Simón Bolívar, 323 años después del inicio de la invasión europea, escribe en su profética Carta de Jamaica, con visionario discernimiento, desde Kingston el 6 de septiembre de 1815, a su amigo Henry Cullen:

"Tres siglos ha –dice usted- que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón". Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades.

En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían orgullo de América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor, en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstros que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva.

El investigador español Antonio Espino López, afirma en su libro "La Conquista de América", que estas masacres contra los pueblos aborígenes; con asesinatos, amputaciones de sus extremidades con hacha, las heridas por quemadas, con agua hirviendo o quemados vivos sobre hogueras, violaciones masivas a las mujeres aborígenes, parecieran sacadas de mentes perturbadas, pero fue una triste realidad vivida por nuestros pueblos ancestrales, que valientemente ofrendaron sus vidas el serios combates de resistencia vernácula en contra del intruso imperialista europeo.

Mientras que John Muñoz Téllez, investigador y especialista en Cultura aborigen y autor del libro "Memorias del Holocausto en América Latina", acusa que la matanza de aborígenes cometida en América por los conquistadores europeos fue tal, que hicieron desaparecer de entre 60 a 150 millones de personas, "la mayor masacre cometida contra la humanidad", con miles de actos atroces para hacer desaparecer a los pueblos originarios que se oponían a la invasión de sus tierras y el robo de sus riquezas y los diversos métodos de explotación humana. Sin embargo, no ha habido algún pronunciamiento históricamente serio, que haga entender a la colectividad internacional, la inmensa gravedad histórica, del mayor holocausto ocurrido sobre el Planeta Tierra.

¿Será que todavía nos hace falta valorar la dimensión de tan triste acontecimiento que acaba de suceder, apenas, hace 500 años? Es que "nos han dominado -como dijo Simón Bolívar- más por la ignorancia que por la fuerza". Es que aún, desde nuestras escuelas podemos observar que no se demuestra voluntad de sistematizar métodos curriculares certeros, para incentivar la descolonización del pensamiento individual y colectivo, desde los educandos, desde los diferentes niveles de formación. Aun se siguen aplicando métodos alienantes, que tergiversan la cultura ancestral; existe timidez ante el sistema de opresión cultural, para aplicar una verdadera metodología que nos conlleve a la descolonización, lo cual significa enfrentar de manera contundente, la cultura estructural y coyuntural del sistema capitalista, para partir desde allí hacia la construcción del hombre nuevo y la mujer nueva; la nueva sociedad, para que surja la verdadera revolución socialista.

chirinosreinaldo04@gmail.com

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