Nota:Trabajo tomado de nuestro libro "Golpes de Estado en Venezuela y Amérila Latina".
La caída de Pérez Jiménez en 1958, es historia reciente, sobre este particular en mi trabajo "Los Orígenes del bipartidismo en Venezuela", hablo extensamente acerca de los antecedentes al "Pacto de Punto de Fijo" y los hechos posteriores al mismo. Los motivos que llevaron al puntofijismo.
Pero no es inoficioso, volver aquí sobre algunos detalles importantes para el fin que justifica este trabajo, de cómo la derecha espera acumular fuerzas para al final terminar arremetiendo contra quienes la han venido apoyando. Caído Pérez Jiménez, en Venezuela, pese a todo, a la ineficacia del movimiento progresista para asumir el poder y adelantar una política progresista, antiimperialista y en favor de las masas, afincándose en el apoyo popular y la palanca de la renta petrolera, se habían producido unos inevitables cambios impuestos por la lucha diaria, las dificultades de las mismas y la necesidad de los combatientes de intercambiar experiencias, informaciones y hasta prestarse ayuda mutua.
Hasta la difícil situación de adecos y comunistas que compartían en común en campos de concentración, cámaras de torturas y calabozos, contribuyó a ese cambio de actitud. Entre AD, especialmente su sector juvenil y el del Partido comunista, comenzó a producirse un intercambio que fue más allá de lo que arriba enunciamos.
Las diarias discusiones acerca de las diferentes coyunturas y el porvenir venezolano, les llevó a acercarse mucho al diagnóstico de la Venezuela de entonces, al uso de los instrumentos de análisis y enfoque de la realidad y a la definición de tareas concretas que en muchos casos se realizaban en común.
Entre AD y el PCV comenzó a perfilarse una línea de acción compartida y una unidad férrea, hermandad que contradecía aquellas relaciones anteriores hasta 1952.
Los conocedores del asunto, testigos vivos de los acontecimientos, por el lado de AD, atribuyen aquel cambio a la iniciativa e inteligente conducción de Leonardo Ruiz Pineda, quien "casi" había roto con los dictados y la vieja política que emanaba de los comandos instalados en el exterior y fuera del peligroso campo de batalla.
Posiblemente, por lo que sucedía a lo interno de Venezuela, donde el Partido Comunista se había convertido en una fuerza de primer orden, con enorme respaldo en el movimiento obrero, campesino, magisterial, estudiantil y la conformación de un Partido AD, que para aquel momento del año 1957 era conducido en la clandestinidad por el joven Simón Sáez Mérida y como el PCV, quizás en mayor cuantía, gozaba de enormes simpatías, con una concepción antiimperialista, una idea de la soberanía muy internalizada y un movimiento obrero, comandado por ambos partidos en una actitud muy decidida y combatiente, se realizó en la ciudad de New York, lo que se conoce el pacto con ese nombre, entre Betancourt, Caldera y Jóvito Villalba, que no es más que el antecedente del Pacto de Punto Fijo.
Para esa reunión y la determinación de los acuerdos jugaron papel importantes representantes del Departamento de Estado, quizás a instancias del gran amigo para entonces de Rómulo Betancourt, el financista y empresario Nelson Rockefeller, la agente norteamericana Frances Grant, y un siniestro personaje llamado Serafino Romualdi.
Nelson Rockefeller, es bastante conocido por su condición de gran financista sobre todo en el área petrolera, tanto que su familia llegó a ser propietaria de más del 90 % del petróleo que se extraía en América Latina, incluyendo Venezuela. Aquí fue directivo de Creole Petroleum Corporation, filial venezolana de la súper poderosa Standard Oíl.
Sobre Romualdi, hemos leído del escritor norteamericano Harry Keller, en el trabajo titulado "AFL-CIO, Oscuro Pasado", del 29-11-2004, el siguiente texto: "Para contrarrestar la propagación comunista en todo hemisferio, el Consejo Ejecutivo de la AFL en 1946 designó a Serafino Romualdi como su representante oficial en América Latina, que trabajaría para para eventual creación de una federación sindical anticomunista para rivalizar con la CTAL de Toledano".
Según Keller, Romualdi fue convertido más tarde en Director de Agentes de la CIA para operaciones de trabajo en América Latina. Para eso se fundamentó en Philip Agee, quien lo afirma en su libro "El diario de la CIA".
Philip Agee, trabajó para la Central de Inteligencia, como oficial de Campo en América Latina por más de 12 años. Romualdi, quien se encontraba en Guatemala durante y después del golpe contra Jacobo Arbenz, urdido por el Departamento de Estado y la CIA en junio de 1954, afirmó, según Agee: "que el presidente – es decir el dictador Castillo Armas-, el gobierno y los empresarios, en connivencia de las autoridades gubernamentales, habían recurrido a los despidos por mayor de todos los activistas sindicales quienes clasificaban como agitadores". Agregó Romualdi, según Agee, "Me enteré que en la región de Ixcan, los trabajadores se les pagaban 50 centavos por día y se veían obligados trabajar 81 horas a la semana".
No obstante haber dicho eso sobre el gobierno de Castillo Armas, Romualdi como agente de la CIA, apoyó el golpe Contra Arbenz y para justificar su posición, se contradijo al decir, que: "Castillo Armas significaba bien y estaba bien en el corazón del pueblo, favoreciendo el renacimiento de una vida sana, libre y movimiento sindical independiente".
Para más y mejor identificación acerca de quién fue Serafino Romualdi, agregaremos que durante la segunda guerra mundial, fue del personal del Coordinador de Asuntos Interamericanos, Nelson Rockefeller y "fundó el latinoamericano Comité para la Educación Democrática, trabajó en estrecha colaboración con el Comité para la Defensa Política del Continente y sirvió en la Oficina de Asuntos Estratégicos".
Bajo la protección y consejos de estos personajes, Betancourt, Caldera y Villalba se reunieron en New York, a urdir un plan que a la caída del gobierno de Pérez Jiménez, que ya se daba por descontado, permitiese que el ala más conservadora de la oposición venezolana tomase las riendas del proceso; lo que debió empezar por minimizar el rol de la Junta Patriótica y las fuerzas revolucionarias de AD y el PCV, quienes lideraban la lucha heroica en la clandestinidad contra el régimen dictatorial.
La firma del Pacto de Punto Fijo, que en su esencia, se recoge en el texto que de seguida citamos, no tuvo otra finalidad que evitar los enfrentamientos del pasado entre las fuerzas que lo firman AD, URD y COPEI. Pero también, por los intensos prejuicios anticomunistas, prevalecientes en las cúspides de los tres sectores firmantes, excluir al PCV que había sido el pilar fundamental no sólo de la resistencia contra la dictadura – aportó el mayor número de presos, torturados, muertos y de cuadros que en la calle todos los días sin cesar combatieron hasta acabar con la dictadura – y era en aquel momento la segunda fuerza, cuantitativamente hablando, detrás de AD y con la mayor capacidad de movilización y audiencia en el país. Tanto que la juventud de AD, la más numerosa, entre todos los partidos, mantenía una relación de hermandad con la JCV, el partido mismo y estaba empeñada en seguir, como en la clandestinidad, compartiendo las mismas trincheras de estos.
Dijeron los firmantes del "Pacto de Punto Fijo": "Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance, cuyos dos polos podemos definir así: a.- Seguridad de que el proceso electoral y los Poderes Públicos que de él van surgir responda a las pautas democráticas de la libertad efectiva del sufragio; y b.- La garantía de que el proceso electoral no solamente evite la ruptura del frente unitario, sino que lo fortalezca mediante la prolongación de la tregua política…."
El resto del documento está destinado a hacer precisiones en torno a la definición anterior y al compromiso de repartirse "las responsabilidades" de gobernar, mediante un intercambio equitativo, para asegurar nuevas sorpresas y contener las inconformidades que vienen del fondo de la historia y de la maldición de la renta petrolera. De modo que el pacto de "Punto Fijo", pareciera haber sido un golpe legal, mediante un acuerdo de cúpulas "democráticas", destinadas a excluir de los órganos del Poder a las fuerzas emergentes y la constitución de un estado de cosas, no sólo para contener cualquier intento cuartelario, sino también los reclamos de las masas populares, que en esos tiempos venían en ascenso.
Por él, pudo Betancourt gobernar con las garantías constitucionales todo el tiempo suspendidas, aplicar aquel horrendo "plan del hambre", que entre otras cosas incluyó la libertad absoluta para explotar a los consumidores y trabajadores; la disminución del salario a trabajadores y empleados en un diez por ciento, lo que el venezolano llamó "Ley del Hambre" y la primera devaluación conocida por nuestra moneda de manera honda y drástica.
Por él, pudo desatar la más brutal represión que se haya conocido en la historia de Venezuela, que incluyó crímenes abominables en cantidades que asombran, como lanzar ciudadanos desde helicópteros en vuelo y hablan de genocidio, volver a ilegalizar partidos como el PCV y el MIR, éste nacido de las entrañas de AD, por repudiar esas políticas, allanar la inmunidad de los parlamentarios de esos partidos sin juicio alguno. Prácticas que continuaron con los gobernantes posteriores; aunque vale la pena hacer mención especial a Raúl Leoni, quien inauguró en América Latina la figura asquerosa de la desaparición.