Cuatrocientos setenta y dos años separan al Tratado de Tordesillas suscrito en 1494 del Acuerdo de Ginebra en 1966. Siglos imborrables que determinan con claridad la vigencia de Venezuela en cuanto a su legitimidad sobre el territorio Esequibo.
Del Tratado de Alcázobas al Tratado de Tordesillas
El Tratado de Tordesillas tuvo como antecedente el Tratado de Alcázobas, firmado el 4 de septiembre de 1479 entre los reyes Isabel de Castilla, Fernando de Aragón y el rey Alfonso V de Portugal, en la villa portuguesa de Alcazobas, con el cual se selló la paz entre ambas naciones y teniendo como premisas una especie de reparto de "bienes" entre ambas coronas: Castilla y Aragón se quedaban con las Islas Canarias, en tanto que a Portugal le corresponde Madeira, Porto Santo, las Azores, Cabo Verde y otros derechos de navegación al Sur del paralelo de las Canarias. Después viene el tratado de Tordesillas, rubricado por los Reyes Católicos y el Rey Juan II de Portugal, que tuvo una importancia singular para las colonias españolas en América, porque pone fin a la tensa rivalidad entre las monarquías de España y Portugal, enfrentadas durante la Guerra de Sucesión Castellana, y la ambición de ambos imperios por expandirse hacia el oeste, sobre las tierras recién descubiertas por Colón, firmándose en 1494 en la localidad española de Tordesillas.
El Tratado de Tordesillas (denominado por algunos historiadores como el primer reparto del mundo) establece una división del océano Atlántico por medio de una raya trazada de polo a polo, alcanzando unas 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, quedando el hemisferio oriental para la Corona de Portugal y el hemisferio occidental para la Corona de Castilla, respetándose las rutas marítimas asignadas, que iban del cabo de Buena Esperanza al denominado por el viejo Continente como el "Nuevo Mundo", en el caso portugués, y de las costas españolas a las Antillas, en el de España. Claro está que este primer reparto del mundo se estrena con particularidades sui generis; pues se trataba de repartir lo inexplorado, sobre territorios aún no descubiertos, más el gran referente era los territorios terrestres y marítimos descubiertos tras el primer viaje de Cristóbal Colón en 1492. Por cierto, en este tratado no participan otras potencias, como por ejemplo Inglaterra que estaba imbuida en la pavorosa guerra civil de las Dos Rosas, que se inició en 1455, culminando en 1485, acabando con la vida de la mayoría de la nobleza británica.
Los británicos al incursionar en varias expediciones en nuestro Continente, y a causa de sus limitados medios, entonces, se quedan en el Atlántico Norte, alcanzando los territorios al norte del continente americano.
El caso es que el Tratado de Tordesillas, se convierte en el primer gran antecedente de la delineación de los territorios del sur de América en posesión de España. En él se reconocen para España las Guayanas y toda la cuenca del Amazonas y se establecen los límites entre España y Portugal. Incluso, para 1508, Carlos V, Rey de España, creó la provincia de Guayana, cuyo límite llega hasta el Río Esequibo. Esta provincia se incorpora a la Capitanía General de Venezuela en 1777. Este tratado permaneció vigente por casi trescientos años, pero generó conflictos y no fue respetado en su totalidad, por lo que quedó anulado por tratados posteriores en repetidas ocasiones.
El Tratado de Madrid de 1750.
Conocido también como el Tratado Permuta, este documento firmado por Fernando VI de España y Juan V de Portugal el 13 de enero de 1750, viene a determinar con mucha más especificidad los límites de los estados pertenecientes a las coronas de España y Portugal, tanto en Asia como América, definiendo los límites entre sus respectivas colonias en América del Sur. En el caso de los territorios que corresponderían a la Capitanía General de Venezuela, se ratifican los mismos asumidos por España bajo el Tratado de Tordesillas. En su artículo IX señala: "…y que no se dé lugar a que los españoles, con ningún pretexto ni interpretación, puedan introducirles a ellas ni en dicha comunicación, ni los portugueses remontar hacia el río Orinoco, ni extenderse hacia las provincias pobladas por España, ni en los despoblados que le han de pertenecer, según los presentes artículos.".
El reconocimiento de la independencia de Venezuela.
Luego de su independencia en 1821, Venezuela define lo que eran los antecedentes de las fronteras establecidas desde sus tiempos como Capitanía General. El Reino Unido lo reconoce, luego de que los Países Bajos le cedieran a lo que se conocería, desde 1814, como la Guayana Británica y aceptó como válido el Tratado de Reconocimiento de España y la soberanía venezolana sobre su territorio legítimo. Sin embargo, a partir de 1849, Londres comenzó a anexar parte de la superficie que era de Venezuela y se negó a llevar la controversia a un arbitraje, sin respetar los acuerdos anteriores y su debido reconocimiento. ¿Cuáles eran esos acuerdos? El Tratado de Amiens de 1802, que estableció la definición de ciertas fronteras entre la Guayana francesa y la Guayana portuguesa, en favor de las colonias españolas. El Tratado de Londres de 1814, donde en el marco de las Guerras Napoleónicas en Europa y siendo Holanda un protectorado de Inglaterra, es forzada a cederle 20.000 millas cuadradas de sus posesiones al este del Río Esequibo quedando claramente establecidos los territorios para la Capitanía General de Venezuela, que luego se ratifican en 1824, con la línea de reconocimiento por parte de Inglaterra sobre el territorio perteneciente a la Gran Colombia. Esto tiene como antecedente la misiva dirigida por el ministro Francisco Antonio Zea, al primer ministro de Gran Bretaña, definiendo los límites orientales de la Gran Colombia.
Pero hay más al respecto, para 1835 el Consejo de la Real Sociedad Geográfica de Londres encargó al naturalista prusiano Robert Schomburgk para que profundizara el conocimiento sobre la Guayana Británica. En lo que se llamó la Línea Schomburgk, este naturalista elaboró un primer mapa de la Guayana Británica, en el cual indica que el territorio venezolano llegaba hasta el Río Esequibo. Sin embargo, para 1840, este mismo señor Schomburgk, fue comisionado por el gobierno inglés para hacer un levantamiento topográfico de la Guayana Británica, en el cual incluyó las pretensiones expansionistas de la Corona británica que para esa fecha incluían 141.930 kilómetros cuadrados al oeste del Río Esequibo. Y así sucesivamente prosigue el despojo británico, cuando en 1849 incorpora a su territorio 60.000 millas cuadradas, basándose en otra versión del mapa trazado por Schomburgk. Ya para 1886, el descubrimiento de importantes yacimientos auríferos en el Esequibo, conllevan al gobierno británico a publicar un nuevo mapa oficial en el cual se señalaba la línea Schomburgk, pero trazada aún más al oeste para agregar más territorio a la Guayana Británica e incorporar los yacimientos de oro que pertenecían a Venezuela. El nuevo mapa incluía Punta Barima y todo el territorio usurpado por los ingleses, además amenazando con extender sus aspiraciones hasta Guasipati, El Callao y la desembocadura del Orinoco. Tales asedios llegan al extremo, que Venezuela rompe relaciones con Gran Bretaña el 20 de febrero de 1887.
El Tratado Arbitral de Washington de 1897.
Este tratado tiene sus antecedentes en 1896 cuando el Congreso de Estados Unidos nombra una comisión de 6 miembros para determinar los verdaderos límites de la Guayana Británica con Venezuela. Se firma entre los Estados Unidos e Inglaterra las bases del Tratado de Arbitramiento para decidir la cuestión guayanesa, bajo la invocación de la Doctrina Monroe (América para los americanos). Así el 2 de febrero, bajo presiones norteamericanas y de Gran Bretaña, Venezuela se ve obligada a aceptar en condiciones desventajosas el arbitraje. Ningún venezolano formó parte de la Comisión Arbitral. Venezuela fue representada por dos estadounidenses; dos ingleses y un quinto árbitro ruso, amigo personal de la reina de Inglaterra, donde se sentaron las bases de lo que después fue el Laudo Arbitral de Paris.
El Laudo Arbitral de Paris.
El 3 de octubre de 1899, el Tribunal de Arbitraje dictó una decisión unánime que se conoce como Laudo Arbitral de París para dirimir la demarcación territorial del límite entre los Estados Unidos de Venezuela y la Guayana Británica. Esta sentencia le dio a Gran Bretaña el 90% del territorio en disputa. La decisión fue tomada por Melville Weston Fuller, David Josiah Brewer (estadounidenses), Lord Russell of Killowen, Richard Henn Collins (ingleses) y Frederic de Martens (ruso).
La angustia de Severo Mallet-Prevost.
El neoyorquino Severo Mallet-Prevost, de origen mexicano fue una especie de abogado asistente o asesor de Venezuela, designado por EE.UU., en el juicio del Laudo Arbitral de 1899, fue un testigo de excepción que escuchó, vio e interpretó los hechos; consta en diversos documentos que coinciden acerca de lo que ocurrió con el Laudo Arbitral de Paris.
Mallet-Prevost suscribe dos documentos que pusieron al descubierto las maniobras nefastas contra Venezuela, acordadas en el marco de las discusiones para arribar a la aberrante decisión, atribuyéndole a Venezuela la boca del Orinoco y una región de alrededor de 5.000 millas cuadradas en la zona sudoccidental del territorio. 1) Carta del 26 de octubre de 1899 enviada al Prof. George L. Burr, donde afirma: "Nuestros árbitros fueron forzados a aceptar la decisión, y con estricto carácter confidencial, no dudo en asegurarle a usted que los árbitros británicos no se rigieron por consideración alguna de Derecho o Justicia, y que el árbitro ruso probablemente fue inducido a adoptar la posición que tomó por razones totalmente extrañas a la cuestión. (…) …pero al presente no puedo hacer otra cosa. El resultado, a mi juicio, es una bofetada al arbitraje". 2) Memorándum del 8 de febrero de 1944, entregado por Mallet-Prevost a su compañero de bufete, Otto Shoenrigk, para publicarlo después de su muerte, donde cuenta que los árbitros americanos, Brewer y Fuller, le informaron de la presión ejercida por el árbitro ruso, Martens, para que se aprobara la línea Schomburgk y despojar a Venezuela del río Orinoco, con el voto de los dos árbitros británicos; por lo que Martens propuso que los estadounidenses aceptasen dicha línea y que la decisión fuese unánime contra Venezuela a cambio de no perder ese río, para lo cual el punto de partida de la línea en la costa se fijaría a cierta distancia al sureste de Punta Barima. Afirma Mallet que fue un despojo sobre el cual Inglaterra no tenía "la menor sombra de derecho".
En 1944, el embajador de Venezuela en Washington, Diógenes Escalante, invocando el nuevo espíritu de equidad entre las naciones, exigió la reparación amistosa de la injusticia cometida por el Laudo.
El Acuerdo de Ginebra de 1966.
Develado el memorándum de Mallet-Prevost, Venezuela consolida un sólido piso argumental para demandar la anulación del irrito Laudo Arbitral de Paris. En 1949, nuestra Cancillería inició una investigación en los archivos británicos, entre 1950 y 1955; nuevos documentos fueron apareciendo y aclarando detalles del desafuero.
Es así como En febrero de 1962, el canciller venezolano Marcos Falcón Briceño denunció ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la necesidad de revisar el estado de la reclamación venezolana y reiteró la posición venezolana de que el Laudo Arbitral de 1899 era nulo e írrito, lo cual permite cuatro años después el Acuerdo de Ginebra.
Luego de 67 años de esta nefasta decisión arbitral, en 1966 se firma el Acuerdo de Ginebra, que invalidó el Laudo Arbitral de 1899, estableciéndose la creación de una comisión mixta integrada por representantes de Venezuela y de la Guayana Británica para encontrar una salida a la disputa territorial. Al firmar el documento, el Gobierno de la Guyana Británica reconoció el reclamo y la inconformidad de Venezuela.
En resumen, estaríamos refiriéndonos a unos 529 años desde la primera manifestación histórica, a través de un Tratado, donde se manifiesta la ineludible legitimidad de Venezuela sobre el territorio de la Guayana Esequiba.