Maracaibo, Junin y Ayacucho

La fragua de los tiempos insurgentes de la gesta patriótica de Simón Bolívar (XXI)

Domingo, 12/11/2023 04:00 PM

Según Yldefonso Finol, El proceso político-militar que tuvo su desenlace el 24 de julio de 1823 con la Batalla Naval del Lago Maracaibo se inició el mismo 24 de junio de 1821, al concluir la célebre Batalla de Carabobo. Durante estos veinticinco meses, acontecieron en territorio de la actual República Bolivariana de Venezuela, cincuenta y cuatro combates, de los cuales siete fueron navales, más tres sitios. Un total de 58 acciones de variada dimensión. Fueron 25 meses de guerra para poder expulzar el enemigo.

Sin haberse logrado la victoria en la Batalla naval de Maracaibo no hubiese sido posible la liberación de Venezuela, tampoco se hubiese logrado la consolidación de la República de Colombia (la grande) como tampoco la liberación del Sur, y lo podemos ratificar con las expresiones de El Libertador Simón Bolívar en carta dirigida al general Sucre el 24 de mayo de 1823, donde le dice: "Mientras no se haya decidido la batalla contra Morales no podemos contar con seguridad en el sur".

El comandante de las fuerzas patriotas, fue el Almirante José Prudencio Padilla, mientras que la escuadra de la Armada del Reino de España, estaba dirigida por el capitán de navío, Ángel Laborde y Navarro; Fue un intenso combate. La sangre de casi 1.000 hombres, tiñó las aguas del lago. Fue una batalla cuerpo a cuerpo. Los patriotas, causaron las mayores bajas. Y ante el ímpetu y valentía de los criollos, los realistas tuvieron que capitular y emprender la retirada. Esta victoria marcó definitivamente nuestra independencia del yugo español, en suelo venezolano y colombiano.

Según Bernardo Jurado Toro, Morales acepta capitular frente al General venezolano, luego parte hacia Cuba el 15 de agosto con ocho buques españoles, quedando así terminada la ocupación del territorio colombiano por parte del poder español. Bolívar no estuvo presente en esta batalla, por estar dirigiendo la Campaña del Sur, que tenía por meta liberar al Perú, ya iniciada por San Martín, en la que se lograría la independencia total de la Nueva Granada, Ecuador y Perú y más tarde la estructuración del territorio de la República de Bolivia.

Batalla De Junín

La Batalla de Junín fue crucial en la independencia definitiva de Sudamérica, desde allí se allana el camino hacia Ayacucho produciéndose la dispersión de las fuerzas españolas. Esta batalla se desarrolló el 6 de agosto de 1824 en una elevación adyacente a las inmediaciones de la pampa peruana de Junín, y constituyó el penúltimo gran combate antes de la crucial Batalla de Ayacucho, enfrentándose a la caballería de las tropas patriotas al mando de Simón Bolívar (unos 900 jinetes), quienes combatieron a las fuerzas españolas al mando de José Canterac, que contaba con aproximadamente 7.000 infantes y 1.200 efectivos de caballería. Esta victoria puso fin a una serie de derrotas consecutivas del Ejército Republicano, además de haber provocado la desorganización en las fuerzas realistas. Este triunfo significó para las fuerzas independentistas, un gran refuerzo moral y un revés, para los realistas que además cedieron sus posiciones y dominio estratégico en la Sierra Central del Peru.

El ejército de Canterac abandonó armas, pertrechos y municiones que cayeron en manos del Ejército Libertador, más la pérdida posterior de unos 3.000 efectivos, por enfermedad y deserción, en su retiro hacia el Cuzco, lo cual obligó al Virrey La Serna a tomar personalmente el mando del ejército.

El triunfo en Junín allanó el camino para la victoria posterior de los independentistas del Continente Americano, el anhelado sueño del Libertador Simón Bolívar que se cumple en la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824 que consolidó la independencia definitiva del Perú y de la América del Sur.

La Asamblea Deliberante de Chuquisaca y la redacción del acta de independencia por los representantes de Charcas, Potosí, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, tuvieron lugar el propio 6 de agosto.

Batalla de Ayacucho

El 9 de diciembre de 1824, se libró la Batalla de Ayacucho, última y decisiva gran batalla de las guerras de emancipación de América del Sur, con la que se puso fin al dominio español y se selló la independencia, marcando definitivamente el fin del colonialismo en América del Sur; gesta heroica del Ejército Republicano, dirigida mediante magistral estrategia por el General Antonio José de Sucre, haciéndose acreedor, por su valentía y coraje revolucionario del título de Gran Mariscal de Ayacucho, que lo inmortaliza como héroe indiscutible, en nuestra historia suramericana.

Al iniciar la Batalla se oyó la arenga del Gran Mariscal cuando les decia: «Soldados, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados! ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, salvador del Perú!»

El Ejército Patriota contaba con 6.000 soldados y los realistas con casi 10.000, sin embargo la victoria fue de los patriotas, frente a los españoles que pidieron la capitulación en menos de seis horas de combate, cuando José de Canterac, en sustitución de José de la Serna, reunió a sus generales para admitir la derrota. La capitulación fue firmada el mismo 9 de diciembre de 1824 por el Mariscal Antonio José de Sucre y el jefe de estado mayor realista, José de Canterac, en la que se disponía, que el ejército realista renunciaba a seguir la lucha y fijaba la permanencia de los últimos soldados realistas en las fronteras de la Provincia Constitucional del Callao, de igual manera establecía que la República del Perú debía saldar la deuda económica y política a las naciones que ayudaron militarmente a su independencia.

El Congreso del Perú, reunido en sesión extraordinaria, otorgó el reconocimiento del Gran Mariscal de Ayacucho y Benemérito del Perú en grado eminente al General Antonio José de Sucre, por la actuación que tuvo en Ayacucho.

En Ayacucho se selló la independencia del Perú y la de toda América que dependía del más poderoso virreinato del Continente. En Ayacucho derramaron su sangre, por igual, peruanos, venezolanos, colombianos, ecuatorianos, bolivianos, chilenos, argentinos, mexicanos y aún españoles y de otros países europeos, creyentes en la causa de nuestra común independencia.

 

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