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Pocas, pero extraordinarias individualidades han procurado sacar a la Argentina de su ambigua y miserable condición de país extraterrestre en el propio continente latinoamericano. En 1825, con vaguedades retóricas en consonancia con una posición anti-latinoamericana, Argentina le pone piedras de tranca al Congreso Panamericano en Panamá. El Poder Ejecutivo argentino discutió las condiciones de la invitación y el 6 de septiembre de 1825, el Ministro definió al Congreso panameño como un potencial conducto de la vocación hegemónica de Bolívar: una expresión de la convocatoria los "espantaba": "AUTORIDAD SUBLIME". Según el gobierno argentino esta propuesta significaba "la fundación de un poder supranacional que comprometería la soberanía legislativa de los países americanos". Entonces con vacilaciones y posiciones intrigantes y cobardes argumentaron que "el camino político adecuado en la construcción de sociedades estables no era la unidad bolivariana, sino la instauración de "buenas instituciones" propias, independientemente de los poderes de una "autoridad extraña".
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Bolívar se atormentaba por querer ayudar a todo el continente que gemía bajo la tiranía de los godos, pero no contaba con GENTE SUBLIME y grandiosa para llevar a cabo la empresa de la unión latinoamericana, y con frecuencia se preguntaba: ¿Sabrán nuestros lo que significa erigir república fuerte y no con elementos tan tristes y opuestos entre sí?
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Se preguntaba el Libertador: ¿Sabrán nuestros legisladores que América entera está plagada de esclavos y cautivos indígenas y que los pocos europeos que han combinado su sangre con esta pluralidad de razas sólo propenden a la división y odios? ¿Sabrán esos señores que me llaman ‘tirano’, que para afrontar estos desastres debemos desprendemos de la ambición mezquina y recurrir al remedio del medio externo, aunque sea muy costoso, cáustico y cruel, pero que evitará en el futuro la gangrena que nos consumirá a todos?
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Seguía planteándose aquel genio milagroso desde los confines de las sabanas venezolanas, por allá en 1819: ¿Por qué esos simétricos, esféricos y perfectos legalistas no se dan cuenta de que debería yo estar en el Perú, en Cuba o Puerto Rico, en la Argentina o Chile, en cualquier parte donde haya tiranos y donde el peligro de la esclavitud amenace nuestra América, y así, darme las herramientas legales por poder volar y unirme a la lucha contra todos los tiranos? ¿Por qué querrán ellos penetrarme de su inercia, a mí que toda inacción me atormenta, más aún cuando veo a hermanos que desean luchar por la justa causa de la libertad? ¡Ah, cómo deseo volar donde me necesitan y sacar mi espada!
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Clamaba aquel hombre infinito: ¿Se habrán percatado, en fin, nuestros consejeros de Gobierno, de que viviremos envenenados por la anarquía, si no desarraigamos la herencia funesta de los españoles, fundamentada en el fanatismo religioso, en egoísmos y en intereses rastreros y cobardes?
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Qué se puede esperar de este filón infame de Europa en América Latina, ARGENTINA, cuando su inteligencia desprecia a todo este continente. Cuando sus mayores figuras como Sarmiento y Borges han sido de los más horrorosos racistas que haya conocido este América. Borges admiraba a Pinochet, y a Chile fue a inclinársele como un burdo mequetrefe. Borges, el arquetipo de la literatura argentina, cuya idea de América (como dijera Jorge Abelardo Ramos) la resumió en dos epigramas: "América Latina no existe"; y la segunda: "Somos europeos en el destierro". En el libro "Historia Universal de la infamia", en el capítulo "EL ASESINO DESINTERESADO BILL HARRIGAN", Borges se regodea en esta frase sobre Billy The Kid, que la repite dos veces: "El casi niño que al morir a los veintiún años debía a la justicia de los hombres veintiuna muertes, SIN CONTAR MEJICANOS". Es decir, para él, los mejicanos por ser latinoamericanos eran menos que una mierda.
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Agrega Ramos, que en la avanzada Argentina del siglo XX, matar de un balazo a un indio "colla", peón en una finca del Norte Argentino, carecía de consecuencias penales para el asesino, dueño de la finca, probablemente Senador nacional por su provincia, y, naturalmente, firmante de leyes y proyecto de leyes. Así se formaron casi todas las instituciones políticas de este país, y por eso ha surgido un monstruo como Javier Milei, orondo nuevo presidente de este país. Sobre sarmiento, agrega Ramos: "¿Pero no es Sarmiento el más indudable degollador de gauchos, y propagandista literario del degüello? ¿No han circulado, acaso, en América Latina sus cartas al General Mitre, otro semidios del Parnaso Oligárquico, en las que le aconseja que "no ahorre sangre de gauchos que es lo único que tienen de humano"? En su favor, es preciso reconocer que fundo la Sociedad Protectora de Animales, entidad que aún subsiste, pues el célebre educador era más compasivo con los perros que con los gauchos".
Argentina no es latinoamericana, y ha sido el más vil filón de los europeos en A.L.…
Por: José Sant Roz
Jueves, 23/11/2023 12:09 PM