La división opositora de hoy y el federalismo en la Constitución de 1811

Viernes, 24/11/2023 12:18 AM

En otras oportunidades, he abordado el tema del federalismo y como El Libertador en "El manifiesto de Cartagena", no sólo le incluyó en las 12 causas que, según él, provocaron la caída de la primera república.

Pudiera haber sido cierto eso, pero no por el federalismo mismo, tanto que no mucho tiempo después estallará la "Guerra Federal", reclamando el derecho de los Estados o las viejas provincias a gozar de los privilegios, libertades y disposición a decidir y reclamar atención del poder central, es decir, volver al federalismo. Pues esa primera constitución que quiso integrar a las provincias, mediante una fórmula contraria a lo que había venido sucediendo desde el nacimiento de ellas mismas, dejó intactos y hasta incrementó privilegios a las clases dominantes que tuvieron mayor incidencia, no sólo en la caída de esa república nacida en 1811, sino en la prolongación de la guerra.

Ese vasto territorio más allá de Caracas, que un tanto peyorativamente se le ha llamado la provincia, ha sido en diferentes momentos, escenario de movimientos que han reclamado tratamiento justo y racional del poder central. De manera que, esta aspiración de hoy de mayor poder de decisión para las comunidades, tanto que se piensa para eso en las Comunas, es la síntesis de un largo proceso que arranca del fondo de nuestra historia. La España que llegó a América, estaba muy lejos de ser un poder centralizado. Al contrario, en fecha relativamente reciente había comenzado a andar el camino de la unificación nacional. Cuando el régimen hispano crea la Capitanía General de Venezuela, en 1777, designando a Caracas capital de la misma, ya han transcurrido más de doscientos años de colonización. Caracas era una provincia más entre las que pasaron a integrar esa unidad política y territorial. Y la Capitanía General de Venezuela por largos años, subsistió sin que entre una y otra provincia se produjese una verdadera integración. Es una verdad fácilmente sustentable que fueron pocas las veces que entre provincias se pudo intercambiar la producción con la aceptación del gobierno imperial. Es decir, la libertad de comerciar entre las provincias generalmente estuvo suspendida.

Y también es fácilmente sustentable la afirmación, según la cual, cada provincia se comunicaba con más fluidez con Santo Domingo, Santa Fe de Bogotá o España, según fuese el caso, que con cualquier otra provincia de la Capitanía General de Venezuela. Cuando se produce la gran crisis del poder hispano en los primeros años del siglo XIX, a la negativa del Cabildo caraqueño de la autoridad de la Regencia, siguieron las otras provincias; pero de la misma forma que se manifestaron Bogotá, Quito o Buenos Aires. Pero en 1811, aquí en Barcelona, la Junta formada el 27 de abril de 1810, dio paso a un Estado, cuyo congreso decretó para el mundo la "Nación libre e independiente de Barcelona". Y este ejemplo barcelonés, es sólo una muestra de lo que sucedía en lo que era la hoy Venezuela.

Cuando el Libertador tramontó los Andes en aquella gesta heroica conocida como la "Campaña Admirable", que lo llevó triunfante hasta Caracas, desde Chacachacare, en el este del hoy Estado Sucre, un nutrido grupo de jóvenes orientales, dirigidos por Mariño, iniciaron su camino hacia la gloria en la gesta llamada "Campaña de Oriente". Ambas empresas se realizaron de manera independiente. No hubo entre sus gestores ningún tipo de comunicación ni acuerdo. Para aquellos hombres no existía el criterio de país o nación venezolana. Su país era la provincia o provincias en las cuales se habían formado. Esto explica el celo de los "Libertadores de Oriente" en aceptar a Bolívar como jefe del ejército que se forma y del país que apenas empieza a dibujarse. Y cuando llegamos a la "Guerra Federal", esta concepción provincial subsiste con intensidad. El federalismo se aborda en gran medida como una mezcla de rechazo al centralismo con una sentimental evocación de la provincia independiente.

Por eso, el viejo general Juan Antonio Sotillo, según Armas Chitty, repetía con insistencia que "federación era que los zulianos mandasen en el Zulia, los andinos en los Andes y los orientales en Oriente". También por esto mismo, el gobernador del Zulia y caudillo federal de su Estado, Venancio Pulgar, desafió al entonces Presidente de la República, General José Ruperto Monagas, diciéndoles a los comisionados de éste para que se encargaran de la Aduana de Maracaibo, lo siguiente: "Vuelvan a Caracas. Aquí en el Zulia no son bienvenidos. Y díganle al General José Ruperto Monagas que recuerde bien que el Zulia es de los zulianos".

Es decir, los venezolanos que intercedieron en la formulación del concepto federalista, establecido en Constitución de 1811, que generó conflictos durante la existencia de la primera república y muchos años después, hasta llegar a la Guerra Federal, no hicieron más que recoger lo que les dictaba la realidad. Por la historia, esa era la concepción y exigencia de la representación de cada provincia que emanaba de un largo proceso histórico y hasta la extrañeza con la que todavía se miraban y percibían los representantes de las diferentes provincias. Así habían sido desde su nacimiento y el federalismo era para ellos, la mejor y necesaria forma de integrar la nueva república. Tanto fue así que, como ya dijimos, la Guerra Federal nace bajo esa bandera, puesto que desde la Constitución de Angostura del 15 de agosto de 1819 se adopta la forma centralista, la cual reclamó Bolívar desde 1813 y se ratifica en la de 1830.

La guerra de independencia nuestra fue larga y dura, abarcó el tiempo de 1812 a 1830 y buena parte de ese tiempo se debió a las diferencias naturales de las cuales ya hablamos. Por ellas se llegó al fusilamiento de Piar, se perdieron combates o batallas por la competencia de la jefatura y hasta desconfianza.

Las diferencias que afrontó el Libertador no sólo fue con los generales orientales sino también con los llaneros cuando Páez se convierte en el gran conductor y jefe de esos combatientes. Resolver esas diferencias, por lo menos de manera perentoria, costó mucho esfuerzo, sacrificios y pérdidas. Y pasados muchos años, nos enfrascamos en luchas entre caudillos regionales, hasta llegar a la "invasión de los 60" y al eterno gobierno centralista de Gómez.

No obstante esa experiencia de la historia, llamémosla convencionalmente bolivariana y la de la izquierda, la derivada de la lucha armada en las décadas del 60 y 70 del siglo pasado, experiencia a la que muchos aún siguen dándole valor y pertinencia, que si algún logro tuvo fue fragmentar tanto aquella que casi la vuelve polvo. Y una cosa devenida en un cáncer que, pese el logro de Chávez de reunirla, no tardó en volver al mismo estado de antes que éste muriese.

La oposición en Venezuela, ese universo, en buena medida ha vuelto a lo que era antes de los tiempos de Chávez y hasta peor. Éste, no sólo unió a la izquierda, sino a los viejos partidos, clases dominantes de la IV República, para que se dedicaran a tumbarle creyendo perdidos sus beneficios, derechos, ventajas. Por esa mala lectura derivada de la desesperación generada de los acontecimientos a partir del Caracazo, unos cuantos de la vieja social democracia y nacionalismo olvidaron sus valores y se embarcaron con piratas y aventureros en el mismo barco. Una minoría que en los tiempos de la IV República ya se había engendrado pero no tenía fuerza ni moral para hacerse ver.

Pasado el tiempo, habiendo sufrido derrota tras derrota, la oposición, aquella de la MUD, comenzó a dividirse como resultado del despertar, volver a la realidad, comenzar a pisar en tierra firme, percatarse unos cuantos que se habían comportado como unos ilusos, manejados por quienes estaban absolutamente equivocados y adheridos a concepciones y propósitos que a ellos siempre les habían sido ajenos.

Por eso la oposición se fragmentó y porque una gran parte de ese universo, unos cuantos grupos, partidos, personas, partidarios de políticas inherentes al interés popular, pudieron percatarse, descubrir que era demasiada la distancia que les separaba de otros, de esos mismos con los que anduvieron en aventuras, en un largo momento de somnolencia, distintos a ellos por su condición de clase y hasta valores históricos. Y ese despertar provocó un distanciamiento tan grande, el que siempre hubo, que los hace mirar y apreciar las cosas, el movimiento, de manera distinta y casi imposible el volver a unirse.

Eso fue un loco sueño, una como pesadilla de la cual se despierta alterado, hasta asombrado y con violencia. Eso hay que entenderlo, tanto como que, para reponer la unidad entre muchos de ellos, hay que despertar por completo, hacer nuevas formulaciones, discutir, conceder para recibir concesiones, rehacer el liderazgo y eso requiere inteligencia, buena voluntad y tiempo. Ningún mandón, menos porque la seña venga de la cueva, como se dice en el béisbol, de Estados Unidos, podrá liderar esa tarea.

La reactivación del conflicto con Guyana en torno al Esequibo y la injerencia en el asunto de la Exxon Mobil, ha puesto de manifiesto esas enormes diferencias en el universo opositor a las cuales hemos hecho referencia.

La sola diferencia o diferencias que se puedan tener con Maduro no son causas suficientes para unir a quienes de nuevo se percatan que pocas cosas le son comunes y al contrario, entre ellos también hay demasiadas hondas diferencias. Es cuestión de medir con ponderación.

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