La xenofobia de algunos escritores aquí en Aporrea, es realmente desconcertante

Miércoles, 29/11/2023 12:50 PM

Tres de ellos, simplemente porque a ellos no les gusta lo que yo escribo, se refieren a mí en algunos de sus artículos, y con tremendos insultos además, como "el extranjero," resaltando este punto en sus escritos como si fuera una cosa rara de no haber nacido aquí, donde también insinúan que yo no tendría ni el derecho ni la potestad suficiente (como ellos la tendrían) para escribir en contra de las cosas feas que ocurren aquí en este país, donde yo vivo, y el cual yo escogí como mi residencia permanente, un país que adoro (si no, yo no habría escogido a este país como mi residencia permanente).

Aunque yo no nací aquí, soy uno de los miles de venezolanos naturalizados, y he estado por estos lados casi 50 años, más tiempo que muchos venezolanos y venezolanas que nacieron aquí. Es más, debido al hecho de que fui corresponsal aquí en Venezuela durante 9 años, viajando constantemente por gran parte del país, de pueblo en pueblo, reportando desde el terreno, conozco más del territorio de Venezuela que la mayoría de los venezolanos y venezolanas que nacieron aquí.

Yo soy venezolano, ¿y no tengo el derecho de expresarme?

Es más, esos tres escritores parecieran no darse cuenta que probablemente ellos mismos vienen de sangre extranjera.

¿Entonces?

¿Ellos sí tienen la potestad para expresarse, pero yo no?

¿Qué tipo de lógica es esa?

Y …

Más allá de eso …

Yo soy un ciudadano del mismo planeta donde todos vivimos, ellos, yo, y todo el mundo.

O sea, la casualidad de uno haber nacido aquí, o allá, o en cualquier lugar sobre este planeta, se convierte en un tema o en un fator totalmente irrelevante dentro del gran panorama de la vida humana sobre este planeta. Todos nacimos dónde nacimos, totalmente por casualidad, porque nadie nos preguntó, antes de nacer, dónde quisiéramos nacer (yo hubiera dicho, ¡Venezuela!).

En mi caso, como en muchos, yo podría haber nacido, digamos en Chile, o en Canadá (donde yo nací), o en EEUU, o en México, o en Perú, o aquí en Venezuela, o en África, porque mi padre fue misionero y después viajaba por el mundo vendiendo trigo canadiense y los equipos para procesarlo, incluso aquí en Venezuela, a Monaca, donde él también pudiera haberse enamorado y por ende haberme concebido aquí. El hecho es que, en uno de sus viajes, mi padre se enamoró (en Chile) de un Indígena-judía chilena, donde yo también crecí una parte de mi vida.

Es más, me fui de Canadá, solito, a los 17 años de edad para conocer el mundo, y en todos los países donde he trabajado y/o vivido (34), siempre me expresé y actué abiertamente en contra de la injusticia, en contra la corrupción, y en contra los abusos de las clases dominantes vis-a-vis los inocentes y los más débiles y vulnerables de este planeta, o sea, Venezuela para mí, no es el ombligo del mundo, o sea, los venezolanos y las venezolanas, aunque habrían nacido aquí, siguen siendo miembros de la misma raza humana que ocupa este planeta.

Entonces, no me entra en la cabeza la actitud xenofóbica de esos tres escritores (y otros) aquí en Aporrea.

Les digo, la xenofobia de algunos escritores aquí en Aporrea, es realmente desconcertante.

NOTA FINAL

Lo que pareciera más haberles disgustado y aun ofendido a esos tres escritores con respecto a mis más recientes escritos, y probablemente a muchas otras personas también, es el hecho de que toque 3 elementos sensibles relacionados a El Esequibo (zona en reclamación):

1- Que no se está considerando de preguntarles a la gente que vive allí, si ellos quisieran formar parte de Venezuela.

2- Que si El Esequibo se anexara exitosamente a Venezuela, sus salarios mínimo bajarían oficialmente de unos $200 al mes que probablemente ganan hoy si se rigen por las regulaciones de Guyana (lo cual probablemente sería el caso), a menos de $5 al mes siendo venezolanos, entonces, por ende, encuentro que sería realmente cruel de someterlos a la fuerza a ese destino.

3- Que el referéndum probablemente terminará siendo un ejercicio en vano, sin validez en el sentido práctico con respecto a la supuesta resolución pacífica del problema entre Venezuela y Guyana (la reclamación del El Esequibo), y que raíz de esto, las probabilidades de que se arme una guerra, serían muy altas, por ende llevándonos como país a su inevitable destrucción y llevando al pueblo inocente de Venezuela a aun más miseria.

Sin embargo, me estoy dando cuenta de algo, y eso es que un porcentaje probablemente importante de la población venezolana, no sé qué proporción, pero el resultado del referéndum lo indicará, ha estado demostrando que está perfectamente dispuesta a arriesgar sus vidas (y por ende las de sus hijos), o sea, de entrar en guerra, para proteger lo que dicen ser de ellos (El Esequibo) aun cuando la han dejado al abandono desde hace décadas, sino, siglos, como si fuera una cuenta de banco olvidada, que hoy reclaman.

Bueno, no hay nada necesariamente malo en eso, pero tampoco hay nada bueno, y pensé, si la mayoría está dispuesta a dar sus vidas (y por ende la de sus hijos) para esa causa, poniendo además en riesgo las vidas de la minoría que no habría participado en apoyar el referéndum, bueno, que así sea.

Es que, yo he vivido guerras, yo sé lo que es una guerra de primera mano, pero aquí en Venezuela, creo que serían muy pocas las personas que habrían conocido las terribles y devastadoras consecuencias de una guerra, y en este caso, yo creo que la guerra es inevitable.

Sin embargo, todo tiene su momento, y me he dado cuenta de que no importe lo que yo diga, el destino tomará su camino, aunque sea de llevarnos a una guerra, lo cual, aunque sea una cosa devastadora, no sería necesariamente negativa a largo plazo ya que, cosas así forman parte del aprendizaje y la madurez de cualquier sociedad, o sea, sin una devastadora guerra, tal vez la sociedad venezolana terminaría destruyéndose ella misma con una guerra civil, así como ocurrió en Europa durante las dos guerras mundiales, dos guerras de las cuales salieron finalmente todos más civilizados, más sabios, y más pensantes, a largo plazo, así como nos ocurre a todos cuando nos metemos en un lío y recibimos una paliza que después nos lleva eventualmente a ser más pensantes y más sabios.

Todo tiene su momento.

oscar@oscarheck.com
 

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