Un Jackup es una unidad móvil para extraer petróleo en alta mar. Es trasladada sobre una plataforma marítima con el fin de perforar a partir de 525 pies, es decir después de 160 metros, identificando previamente mediante equipos sónicos exactamente el sitio donde debe comenzar la perforación.
Dentro de la plataforma continental marítima de Venezuela Éste debiera ser el equipo ingenieril que debería instalarse en el área con Guyana. Debe colocarse justo a pocas millas de las áreas en litigio y extraer lo que soberanamente nuestro país tiene el derecho de extraer petróleo.
La zona tendría resolución con la instalación de una plataforma que cumpla especificaciones técnicas que permitan levantar estas operaciones. Venezuela debe percibir que se encuentra en un área la cual es el epicentro de recursos ocultos muy valiosos para el actual mercado mundial de la energía.
También forman parte de este paisaje las abundantes reservas de oro -de las más grandes del planeta-, más bauxita, diamantes, litio y coltán que deben estar bajo el control del gobierno venezolano. Sobre estas, debe tomarse su total e inmediato control y explotarlas. Todos sus recursos, incluyendo el petróleo, han sido tomados y utilizados por mafias. La soberanía de un país igual son los recursos y estos no pueden abandonarse ni quedar a la deriva de grupos internacionales de hampones.
Permitir que estos carteles delincuenciales actúen, es exponer a un nuevo peligro a todas estas áreas. Las organizaciones criminales poseen el dominio de algunos de estos espacios vulnerando nuestra soberanía, desplazándose sin control hasta que pronto decidan quien transita y bajo qué condiciones lo harán.
Son apenas parte de los recursos que pertenecen a Venezuela y están ubicados en medio de una zona estratégica, en donde el gobierno de Georgetown con todos sus movimientos va advirtiendo el deseo de tomar todas las líneas superiores a las ya confiscadas.
Pero Guyana no sólo pretende las aguas sobre el Esequibo, también acomete con su agresiva diplomacia lanzar una línea que restrinja a Venezuela su salida hacia el Océano Atlántico. Ésta es la línea de aguas jurisdiccionales donde se encuentran bloques que Guyana ha licitado.
Estas acciones hay que evitarlas, de no ser así nos llevaría de forma inmediata a un enfrentamiento fuera de lo diplomático y detrás de todo estarían los Estados Unidos. Guyana ha abierto las puertas a grupos de delincuencia internacional al exponer nuestras reservas como de ellos, invitando al saqueo y recibir simples dádivas, pero con el solo fin de perjudicar a su vecino.
La salida al Atlántico representa para Venezuela la importancia estratégica de su mar territorial. A esto se corresponden dos aspectos muy delicados. El primero se viene desarrollando con la explotación ilegal de recursos minerales y la segunda es mucho más peligrosa, y es que Guyana hará todos sus esfuerzos porque esta zona se encuentra custodiada por el comando del Sur que ya han anunciado desde EE.UU.
Es lo mismo que los comandos unificados del Africom, rodean a toda África y los portaaviones estacionados en Bahréin para controlar a los países árabes. Solo con esta acción EE.UU. tiene para sí setenta y siete países, cincuenta y cinco de África y veintidós árabes. Representa en dos regiones casi dos mil millones de habitantes.
La ley venezolana que regula la importancia de sus millas náuticas está amenazada. Lo mismo se repite en sus áreas terrestres. Ya bandas de guyaneses y de otros extranjeros amparados por los distintos gobiernos que encabezan Georgetown han saqueado tribus indígenas hacia el Orinoco para controlar estas zonas y quedarse con oro y diamantes.
Mientras, las embarcaciones que navegaban sobre aguas venezolanas las asaltaban para quitarles sus motores, provisiones de combustible y comida. En el puerto de Palúa en San Félix llegaban embarcaciones de Guyana para abastecerse de gasoil y gasolina venezolana. Para que la logística no fallará, la operadora política ExxonMobil les puso una planta portátil de producir gasolina para que sus hostilidades en contra de Venezuela no descansaran.
Hasta Tucupita -capital de Delta Amacuro- entraba gasolina premium producida por la ExxonMobil, era de un color azulado casi verdoso. En Barrancas del Orinoco traficaban con este combustible. Es una alerta, pues la operatividad en la distribución venezolana no debe abandonar ningún área del territorio venezolano.
Por eso hay una inmensidad de factores en juego y en riesgo. Debe estudiarse desde la planeación geopolítica, la próxima ubicación tanto en lo militar, importancia geopolítica y estratégica a nivel operacional. El Estado venezolano debe comenzar a evaluar las nuevas ofertas, debe exponer para invitar a la producción sobre la Plataforma Deltana en las cuales siempre han existido empresas interesadas.
Si quieren negociar con Venezuela perfecto, pero deben ser aliados y no es que después de los contratos se conviertan en enemigos. No sólo cuando necesitan de nuestra ayuda participan con nosotros, pero luego el nivel de compromiso cambia.
Permitir que de espaldas a los compromisos e intereses de Venezuela compañías petroleras internacionales practiquen un doble juego no es una cuestión que deba tolerarse. Hay que recordar el año 2017 cuando Trinidad y Tobago pedían gas a Venezuela a cambio de apoyo en la OEA y luego la posición adoptada en contra y sumados a las sanciones impuestas desde Europa y EE.UU.
Por eso, el reciente contrato que acaba de firmarse y que tenía más de seis años de solicitud, nunca descansó en Trinidad y Tobago para conseguirlo. Así lo solicitaban en cada escenario sus embajadores. Incluso hubo una votación en ese entonces contra de Venezuela donde Trinidad y Tobago se abstuvo de votar. Ese fue un mensaje, aunque después fue crudamente beligerante en contra de Venezuela. En Puerto España sabían muy bien la estrategia planteada para conseguir el gas propiedad de su vecino.
Hasta más pronto…