"Se acabó la Navidad y los negocios son los negocios"
Franklin Pierce Adams
Todos los negocios se parecen, cuando dan buenos resultados, pero en navidad y víspera de año nuevo, los comerciantes no terminan de saciar su voracidad, porque a pesar de las ganancias es difícil conseguir uno, que se encuentre satisfecho con las ventas y todos los años repiten el mismo cuento ¡No hay compradores, las ventas están por suelo! Y entonces, que hace tanta gente en los centros comerciales y en los sitios tradicionales del comercio; porque en navidad cualquier limpio consigue para gastar, así, reciba el año nuevo, viendo hacia el cielo los juegos artificiales reventar.
Por la otra parte, en los últimos días del año aparecen vendedores, como devotos de la tradicional procesión de la Divina Pastora, y es que la situación económica impulsa a salir a la calle a buscar, lo que no se consigue durante el año, porque se venden las más variadas mercancías, aunque no tengan ninguna relación con los días navideños, pero comercio es comercio y el que carga gasta y con unos tragos encima termina imitando a San Nicolás. Cualquiera ciudad se asemeja a un mercado persa y los vendedores aparecen y desaparecen siguiendo la luz del sol.
Sin embargo, todo ha cambiado menos el consumismo desbordado, porque ahora el recurso mediático vende con la velocidad de los encargados de la entrega – delivery –y hasta la comida humeando te la llevan a la casa, y solamente necesitas tener la mesa preparada para dar inicio al banquete. Es tan grande el consumo de cuanta porquería se le ocurre al capitalismo, que todos los días vemos bajar gandolas de agua pintada, pero la publicidad las convierte en apetecibles refrescos sin ninguna garantía para salud, ya que, no sirven ni para saciar la sed, pero sí para convertir adictos desenfrenados.
En todas partes se presenta San Nicolás, el gran aliado de los comerciantes, quien no esconde sus intenciones, porque aparece, cuando hay dinero en la calle, para ayudar con el saqueó; sin embargo, su veneración sigue intacta, ya que, sin él la navidad parece un circo sin payasos y son pocos los que se arriman, aún, cuando la música melancólica no falta en ninguna parte, más los vallenatos para despertar un despecho y en diciembre los recuerdos afloran, como tempestades, pero curiosamente los apaga el desbordado consumo de alcohol y que siga la parranda.
El trabajo de San Nicolás, es muy sutil y meticuloso para engañar, pero curiosamente los primeros atrapados por sus marramuncias son los adultos, hasta convertirlos en unos verdaderos alcahuetes de sus fechorías para terminar mintiéndoles por tradición a sus propios hijos. Pero, hasta dónde puede llegar la hipocresía del capitalismo, con su payaso de San Nicolás, porque todo el mundo sabe, que en Gaza el imperialismo representado por Israel ha convertido toda esa zona en un verdadero matadero, especialmente de niños, siguiendo las criminales acciones, cuando se trazaron el objetivo de acabar con Jesús de Nazareth y ahora los regalitos de este San Nicolás, son bombas sin escuchar a nadie, ni siquiera los ruegos del propio papa y desobedeciendo las órdenes del propio creador del monstruo: el gobierno de los Estados Unidos y su desfasado Joe Biden.