La Guerra Federal en oriente. Los generales Juan Antonio Sotillo y José Eusebio Acosta (I)

Domingo, 14/01/2024 03:01 PM

Nota: Este trabajo forma parte de uno de mis libros sin publicar, cuyo título hasta ahora es "Facetas de historia regional". Lo escribí asociado a un viejo sueño y proyecto, que en la escuela se estudie la historia de la región circundante. Es esta una de las tantas maneras de combatir el colonialismo, dado que el modelo capitalista impuesto entre nosotros, se fundamenta en un centralismo exacerbado, donde el capital, pese en gran medida haberse originado en un propiedad común, como lo es la renta petrolera se invierte determinantemente en las áreas que ha convenido al capital externo y el inherente a los poderes de determinadas regiones. Y esto no es más que una herencia del colonialismo en la era del capitalismo.

En la etapa colonialista española, nuestras provincias no podían comerciar entre ellas, pese eso hubiese sido una enorme ventaja para el crecimiento y la identificación, pero a España, eso no convenía, comercial y políticamente hablando. Era necesario por ambas circunstancias, mantenerlas separadas. Tanto que, mientras las provincias orientales políticamente dependían de Santo Domingo, Caracas y las occidentales de Santa Fe de Bogotá.

El modelo capitalista, opta por una forma que, en cierto modo, es como un reflejo de aquello. El capital externo que nos invade invierte sólo en aquellas áreas que les conviene y determina un funcionamiento donde estas terminan siendo las de mayor peso, importancia y hasta atractivo para los nacionales; genera incluso capitales nacionales en esos espacios y al mismo tiempo una clase y poder político sobre el Estado nacional. Lo que determina, en un momento dado que esas áreas beneficiadas, se convierten a la vez en el atractivo de la población toda, hacia donde esta se dirige en busca hasta de la subsistencia misma; hecho que genera concentración abundante de una potencial mano de obra que, por lo abundante, resulta barata. Mientras tanto las otras poblaciones languidecen.

En "Casas Muertas", nuestro gran escritor, Miguel Orero Silva, habla de cómo desde un pueblo agrario, Ortiz, en lo que hoy es el Estado Guárico, la población abandona las tareas del campo y se dirige hacía lo que ahora es la ciudad de El Tigre, en el Estado Anzoátegui, donde ha brotado el petróleo y el llamado espacio "Oficina N° 01", en busca de un trabajo más productivo, es en nuestro caso la "fiebre del petróleo", lo que fue en Estados Unidos la del oro, que llevó a inmensas masas del este al oeste. Pero el petróleo o los recursos del petróleo, más tarde, no se invirtieron en donde aquel brotaba y estos se producían, sino donde lo decidieron los capitales que entraron a aprovechar aquella riqueza. Para eso contaron con el respaldo y la sociedad de los capitales de las zonas del país que habían sido beneficiadas antes, sobre todo en los tiempos de Gómez. Y así, nació aquello que llamaron las economías de puerto. El puerto de La Guaira y Puerto Cabello, estaban justamente en las áreas donde mayormente se había concentrado la población. Dadas las políticas del gomecismo y se invertía la riqueza petrolera que se producía en otros espacios. Es decir, fue como un nacer de provincias privilegiadas, como lo fue Caracas, en los tiempos coloniales, pese la renta petrolera se producía en otros sitios. Por eso aquella gaita de "Maracaibo ha dado tanto, que debería tener, carreteras a granel con morocotas de canto".

Estas reflexiones y otras, nos han llevado a la idea que, de dado hay espacios, como el oriente, que carecen de clase económica fuerte e identificada con ellos, lo que nos hace tan débiles que hasta en democracia y "Revolución" de Caracas nos ponen hasta los alcaldes, para contrarrestar esa debilidad hay que hacer un esfuerzo para identificar al individua con su entorno, necesidades y derechos. Y una manera de hacerlo es el estudio de la historia regional de manera sistemática y pronunciada.

Sobre eso he escrito y reclamado bastante sin haber logrado llamar la atención, ni siquiera que este libro fuese publicado pese las tantas diligencias que he hecho. Por eso, contando con la paciencia de los lectores, pondré en varios artículos, esta sección del libro del cual he hablado. En este caso, me refiero a "La Guerra Federal en Oriente".

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Los autores orientales discrepan:

Luis Level de Goda califica a Aníbal Dominici de parcial e inexacto.

José Eusebio Acosta, destacado jefe federal de oriente. No se acogió al Tratado de

Coche.

El Pacto de Santa Ana, firmado por Sotillo, no le gustó al general Acosta.

En el movimiento liberal surgieron profundas discrepancias.

Cuando uno aborda cualquier problema o acontecimiento relacionado con la historia de los pueblos y específicamente de esta región, valiéndose de la bibliografía escrita por hombres que fueron actores de los hechos o tuvieron vínculos con éstos., generalmente encontramos dificultades, versiones contrarias que nos obligan a buscar razones que antes no estaban en el centro de nuestro interés.

Y es que la historia escrita a lo largo del siglo XIX en nuestro país, está plagada de inexactitudes, de afirmaciones interesadas y, rara vez, el escritor tuvo interés en aportar pruebas de sus afirmaciones. Era una escuela que ponía más énfasis en el objetivo o interés político del escritor que en la obligación de reponer la verdad que hoy guía al historiador o escritor de asuntos de historia. Aquellos en verdad, en muchos casos, no eran historiadores de oficio. En este empeño que nos anima de recopilar información sobre la vida pasada de estos pueblos; en este modesto esfuerzo de acopiar material para un trabajo futuro sobre historia regional de mayor importancia, nos hemos topado con versiones diferentes sobre un mismo hecho e interpretaciones encontradas entre autores orientales del siglo XIX. No sólo es válido hacer alusión a las diferencias entre oligarcas y liberales, sino también entre estos últimos.

Aquí mismo, en Barcelona, en el diario "El Republicano", su director Blas Bruzual, dejó constancia de esas discrepancias habidas para el momento de seleccionar la candidatura a la presidencia de la República por el movimiento liberal en 1846 y que tendrán consecuencias trascendentes a mediano plazo. La pre candidatura liberal de Barcelona, escogida dentro de unas circunstancias muy sospechosas, de José Gregorio Monagas, derrotado internamente por el candidato del centro del país, Antonio Leocadio Guzmán, fue como vengada en las elecciones presidenciales, por un candidato que virtualmente arrancó de Aragua de Barcelona, José Tadeo Monagas, propuesto por el partido oligarca, pese a sus muy recientes enemistades con Páez y su partido. Poco tiempo después, el propio Blas Bruzual, jefe del liberalismo de Barcelona y apasionado defensor del viejo José Gregorio, aparecerá como uno de los más conspicuos colaboradores del segundo de los Monagas. Incluso es bueno decir, para mayor abundamiento, que a Blas Bruzual se le acusó en el movimiento liberal de promover en 1846 secretamente la candidatura de José Tadeo Monagas para detener el avance de Antonio Leocadio Guzmán, a quien el periodista barcelonés consideraba un candidato sin atractivo hacia fuera.

Pocos años después, siendo de nuevo presidente de la república José Tadeo Monagas y Bruzual uno de sus colaboradores, los oligarcas y algunos liberales se confabularon para derrocar al presidente, mediante la llamada Revolución de Marzo de 1858 e inaugurar el periodo de Julián Castro. En esos momentos se estaba en los umbrales de la Guerra Federal.

Ezequiel Zamora, "El Valiente Ciudadano", según versión bibliográfica de uno de sus oficiales, recomendaba a sus hombres de confianza, entre quienes estaba el testigo citado, irse del país, marginarse de la guerra y la política en caso que él muriese porque los demás jefes liberales no le merecían confianza. Esta declaración y la muerte misteriosa de Zamora, que complica aún más las cosas, sirven para abundar sobre las discrepancias entre el movimiento liberal.

"Cuando al general Juan Sotillo, preguntan qué entendía por federación, respondía que los zulianos manden en el Zulia, los guariqueños en Guárico y los guayaneses en Guayana", Y esta apreciación regionalista también opera como factor que contribuye a imprimirle un ritmo, un orden y una orientación determinada al proceso histórico. Por supuesto, los escritores de historia del siglo XIX, ayunos de buenos métodos y adherentes de determinados intereses o simpatías, incurrían con frecuencia en subjetivismos y versiones interesadas.

Al plantear esta cuestión pensamos en primer término en Aníbal Dominici, nativo de Barcelona, con varios años de residencia y ejercicio profesional como abogado en Carúpano; padre de César y Santos Dominici; quien publicó en 1883 una biografía del caudillo federalista carupanero general José Eusebio Acosta. En 1982, el Colegio Universitario de Carúpano, auspició la segunda edición de esa curiosa obra, que en abril del mismo año, el colega profesor Reinaldo Maza, docente de ese instituto, me obsequió en casa de nuestro común amigo Luis Mariano Rivera, allá en el refrescante rancho de Canchunchú Florido.

 


 

[1] Armas Chitti, J.A. "Venezuela después de Carabobo"

 

 

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