Gobierno vs PCV, un conflicto que podría desmitificar muchas cosas. Cuba, sin esperarlo, en entredicho

Miércoles, 24/01/2024 01:34 PM

El partido único es un desconocimiento de la realidad, del movimiento y las contradicciones. Además, no es inherente al socialismo, pues en este no desaparecerían las contradicciones y visiones distintas. Más bien se presta para desviaciones significativas.

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El conflicto PCV y PSUV, digámoslo de manera coloquial, es de vieja data. Nace con el mismo partido fundado bajo el gobierno del presidente Chávez y por él mismo, en el momento que llama a la formación de un sólo partido, lo que implicaba, en buena medida, la disolución de los existentes a quienes se dirigió esa invitación. Ese sólo hecho, planteó una discrepancia innecesaria, no bien valorada o quizás no percibida en su momento y menos los fundamentos para posteriores distanciamientos y hasta enfrentamientos como el de ahora.

En primera instancia, el llamado a la formación del partido único de la izquierda, el PSUV, produjo la migración de muchos militantes de viejos partidos de la izquierda hacia el nuevo, aunque estos mantuvieron su apoyo al gobierno y al presidente Chávez. Y eso, sin duda, debió incubar rencores que se manifestaron con posterioridad. Fue una manera de debilitar organizaciones que podrían vincular a mucha más gente al proyecto en marcha por el gobierno, pues es mejor varias antenas, brazos y hasta oídos que uno sólo de ellos. Ellas y ellas dan más cobertura y ofrecen la facilidad de vincular a quienes pese tengan discrepancias y dudas, puedan encontrar más posibilidades de encuentros y vinculaciones. Además son más oídos, dispuestos a captar lo que otros, por los ruidos o discursos que deben o quieren escuchar, no pueden. Y, en definitiva, son más y distintos voceros. Y en definitiva, una mejor manera para atrapar los ruidos y mensajes de las multitudes y los inconformes; o la realidad misma.

Quien esto escribe, empezó a formar parte del MVR, iniciada ya la campaña electoral en la cual Chávez era candidato. Había dejado la militancia partidista desde el momento mismo que el nuevo MIR, el que en 1973 se reintegró a la legalidad, se dividió de nuevo para dar origen a "La Nueva Alternativa" de Américo Martín y el llamado MIR-Moleiro. La primera agrupación casi murió al nacer y la segunda muy poco tiempo después se incorporó al MAS.

Por aquella división y por las tantas ya habidas, a las cuales no les veía fundamento, opté por mantenerme independiente, hasta que un amigo me invitó a participar en unas reuniones del naciente MVR. Tuve la oportunidad de estar presente en dos grupos, los únicos existentes hasta ese momento en la parte norte de Anzoátegui, uno que se reunía en un local de la avenida intercomunal, conocido como "Cocolandia", por un negocio así llamado que allí antes existió.

Desde los primeros momentos me sentí tentado a volver a mi rol de independiente, por la mala impresión que me produjeron quienes allí se reunían. Pues los primeros en llegar, provenientes MB-200, factores de la Liga Socialista y gente de Luis Miquilena, por lo mismo, lo hicieron en grupos con concepciones y proyectos ya preconcebidos, definidos y determinados. Pues pese tratarse de un movimiento que estaba naciendo y en los inicios de una contienda electoral, eran tres grupos, perfectamente diferenciados, con decisiones tomadas que empezaron por disputarse abiertamente el control, lejos de intentar ponerse de acuerdo acerca de los fundamentos, objetivos, del nuevo partido y las tareas por hacer. El estilo discursivo solía ser por demás indelicado y daba la impresión se trataba de un debate entre enemigos, disputando por intereses gripales y, en consecuencia, de muy baja calidad. Es decir, había allí dentro demasiadas contradicciones de poca monta, pero llevadas a un alto nivel, ponderadas como valiosas, dado el oportunismo prevaleciente entre muchos de los individuos que en eso estaban enredados y como resultado de hechos del pasado, no bien valorados por ninguna de las partes. Lo que se debatía estaba destinado sólo al control de la nueva organización. Al inicio, no obstante, según lo que pude percibir, los grupos diferentes, tendían a llegar acuerdos acerca del control del nuevo partido o sea el MVR.

Por cierto, esas reuniones los dirigía lo que ya era el "Comando Regional del MVR". Quizás por esto mismo, allí el enfrentamiento era de ese carácter. Eran los tiempos que se disputaban las candidaturas a los cargos representativos con el Congreso Nacional, además de la presidencia y luego a la ANC. Y como sabemos, hasta ese momento, Venezuela vivía como en un estado de contingencia. El único líder, a todos los niveles y a lo largo del país en ese universo, era Chávez. Los demás eran grupos e individualidades.

Por ese rechazó a aquellos espectáculos, tanto que como ya dije, me sentí tentado a continuar en mi condición de independiente, atendí la invitación de un amigo a participar en otro grupo que, subrepticia y hasta ilegalmente, se reunía en el auditorio o teatro del viejo Liceo Cajigal de Barcelona.

En este local "clandestino", ese grupo sesionaba sin la autorización ni acatamiento de la "Dirección Regional" de Cocolandia, circunstancia que yo desconocía. Lo atrayente para mí es que en este espacio, sólo había un coordinador o un personaje que se encargaba de manejar las convocatorias y el orden del día para los efectos de las discusiones. En este espacio, se discutía acerca de lo que debía ser ese partido, la coyuntura nacional, la manera de abordarla, los objetivos inmediatos inherentes a ella, el tema organizativo y al mismo tiempo las tareas a realizar en la campaña electoral. Nadie hablaba de candidaturas a cargo alguno. Ni había querellas. Cada uno de quienes allí estábamos, llegamos como individualidades.

Por todo lo anterior me quedé en ese grupo hasta que, por disposición de Luis Miquilena y quienes con él, hasta ese momento manejaban el partido, dado que Chávez estaba agobiado en las tareas de gobierno, optaron por designar desde Caracas al Capitán Dávila como secretario General del MVR a raíz de la crisis derivada por la designación de David de Lima, del MAS, como candidato a gobernador del bloque chavista y la renuncia al partido de buena parte de la gente de la Liga Socialista que aspiraba ese cargo para uno de ellos. ya nadie de él se acuerda y por supuesto para nada se le nombra.

La designación de Dávila no me agradó para nada. No por tener algo contra él, pues ni siquiera lo había oído nombrar antes, sino por la imposición desde Caracas y sobre todo de Luis Miquilena. Eso determinó me marginase y pese no renuncié al partido, deje de militar y ellos ni siquiera notaron mi ausencia. Los de Dávila que asumieron el control, me ignoraron por completo y en eso tuvieron razón, pues les di fundamento para eso.

Volví cuando Chávez llamó a formar el PSUV y, como antes, lo hice participando en las reuniones de los batallones como uno de tantos, pese saber, desde mi experiencia en el MVR, que quien no estuviese en un grupo no tenía oportunidad alguna que lo tomasen en cuenta. Pues en el PSUV volvieron a imponerse los mismos grupos de antes y con el agregado de los de otros partidos. Pues es evidente que la unidad no significa estar en el mismo partido, lo que se hace como demasiado exigente, más allá de la debido, según los valores culturales, sino siendo de distintos de ellos, ponerse de acuerdo en definiciones puntuales, sustanciales y determinantes para hacer posible el cambio y las conquistas que hagan la vida colectiva más placentera, justa y bella.

Desde el primer momento, pues suelo ser de esos que siempre le andan buscando las 4 patas al gato, me opuse a la idea manejada por Chávez y sus más íntimos, a lo relativo del partido único de la "Revolución". Hasta llegué a escribir contra aquello y aplaudí cuando el PCV se negó a fundirse en el PSUV, pese unos cuantos de sus militantes migraron al nuevo partido.

Aquello me parecía desconocer o negar la realidad e imponer a la gente una opción que no había madurado en ella sino producto de un invento o copia de otras circunstancias. Además consistía en un comportamiento anti dialéctico, pues le negaba la política, táctica y estrategia, que encarnaba Chávez, la posibilidad de tener varios frentes a su favor, con sus particularidades, tal como es la vida.

Pero al mismo tiempo, era como ponerle una bomba de alto poder explosivo entre las piernas, al ya existente "Gran Polo Patriótico", conformado por los diferentes partidos que, hasta ese momento, más superado el golpe de Estado de abril del 2002 y la renuncia de Miquilena, se mantenían en apoyo al gobierno y sus políticas.

En efecto, el nacimiento del PSUV, con la incorporación de numerosas individualidades, procedentes de diferentes partidos que aún seguían apoyando a Chávez, se tradujo en un restarle valor y significado al "Polo Patriótico", que terminó siendo una figura deambulante e insustancial; la merma que sufrieron los partidos a aliados y quizás hasta por haberse negado a atender el llamado, determinó que el propio presidente, optase por ignorarlo. Quizás creyó, erróneamente, que bastaba con la incorporación al PSUV de mucha de la militancia de aquellos partidos, para que estos dejasen de existir y desaparecieran las diferencias, obviando que podía estar, sin quererlo, introduciéndolas en el nuevo partido. Creyó el presidente que bastaba colar, pasar por un cedazo a aquellos partidos, para dejarles sin sustancia ni razón de existir, así como las diferencias que la existencia de ellos implicaba. Hubo, por encima, de toda una percepción cuantitativa, electoralista y hasta visión individual. Al ver a aquellos partidos reducidos, como ya dije, se optó por ignorarlos y con eso al Polo Patriótico mismo.

Por ese sentirse ignorado, derivado de la intención del partido único, que no sólo fue un intento, sino la revelación de una concepción y práctica. desde tiempo atrás, no mucho después de la muerte de Chávez, "El Gran Polo Patriótico", en su verdadero significado e intención, dejó de existir y los partidos que lo integraban, casi todos, dada la marginación a la que se vieron sujetos, la merma de su militancia, atraída mágicamente por Chávez, se volvieron inconformes y al final opositores. Quizás, el último en hacerlo, fue el PCV.

Pero el PCV sigue existiendo, como siguen existiendo otros grupos y hasta una enorme cantidad de individualidades y, es aquél, el mismo de siempre. A nuestro parecer dogmático y tan fiel a sus viejos tiempos cuando su dirigencia se guiaba por los dictados de PCUS, pero aun así, sigue siendo lo que siempre ha sido. Eso sí, con sus virtudes y defectos. Su discurso antiimperialista y en favor del socialismo, de los trabajadores y sus salarios, pese no encuentra la forma pertinente de organizarse y diseñar tareas sustantivas en función de lo que cree ser y en lo de insertarse en las multitudes. Y sobre todo, el casi "oficialmente", ante el mundo y particularmente sus partidos hermanos, el de la clase obrera, adherente a las ideas de Marx y Vladimir Ilich o Lenin, aunque sea a su manera o como en él, a esos personajes se interpreta. Y una decisión del TSJ, de un organismo de un Estado capitalista, no va a cambiar esa percepción. Es la peor de todas porque contradice los principios de la militancia comunista mundial.

Y sobre todo es el PCV, según mi opinión, por los tantos amigos que allí tengo, con perdón de ellos, la "iglesia" donde converge una nada despreciable cantidad de santos, patriotas, honestos y gente generosa dispuesta a dar todo a cambio de nada. Y no digo nada que mis amigos no sepan, pues a ellos se lo digo.

La querella planteada por gente del gobierno y el PCV por las diferencias que estos manifiestan, que son por demás muy naturales, acerca de las políticas del primero, ha sido llevada a un nivel por demás incómodo e impolítico. Tanto que, muchos partidos comunistas del mundo, empezando por América Latina, que ante la controversia histórica entre Venezuela y el imperialismo, siempre han sido solidarios, se han estado manifestando inconformes y hasta demasiado contrariados por el tratamiento dado al PCV. Cuando hay tantas maneras de manejar las controversias y las diferencias.

Y no creo que esta reacción, si uno se atiene al discurso, su oferta y sus sueños, sea favorable al gobierno.

En este asunto entra de manera muy particular el gobierno y Partido Comunista cubano, porque está muy cerca de nuestro espacio, en América Latina; y para muchos izquierdistas nuestros y del universo todo, es aquél una referencia muy importante, pese no sea la mejor para interpretar el mundo y buscar la igualdad entre los humanos y menos para hallar el camino que lleve a una sociedad de iguales, dentro de la condición que Marx calificó como "el mayor nivel de desarrollo de las fuerzas productivas".

Esa querella o controversia, fundamentada en motivos comprensibles, pero artificialmente ahondada, como a los partidos comunistas del mundo, estaría obligando al PCC y al gobierno de Cuba a tomar posición. Pues aunque estos órganos, lo que es probable, opten por callar, "pasar el asunto por debajo de la mesa", como solemos decir los venezolanos, crearán una actitud antes impensada y podrían hasta generar una nueva óptica, como descubrir o pintar un nuevo panorama y generar muchas decepciones.

Pocas veces, al gran maestro cubano del ajedrez, José Raúl Capablanca, se le trancó la partida.

No nos cansaremos de decir que, nunca es tarde para rectificar, pese por esto, uno corra el riesgo de ser mal interpretado.

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