La Guerra Federal en oriente. Aníbal Dominici criticó agriamente al General Juan Antonio Sotillo (III)

Viernes, 26/01/2024 12:23 PM

El 14 de octubre de 1861, se firmó el Convenio o Acuerdo de Santa Ana, entre representaciones del gobierno y la Federación; específicamente el General Juan Antonio Sotillo, llegó a un acuerdo provisional de paz, con representaciones de Páez, con el fin ulterior de poner fin a la guerra o por lo menos "llegar a una regularización de ella".[1]

Pocos días después de la firma de ese Convenio de Santa Ana o Pacto de Santa Ana, entre el gobierno y la federación, específicamente a través de los generales José María Zamora y Miguel Sotillo respectivamente – este último asistió a nombre de su padre el general Juan Antonio Sotillo-, recibió el General José Eusebio Acosta, de enviados suyos ante el general Juan Antonio Sotillo, la información sobre aquel acuerdo. Aparte de las razones que posteriormente da Aníbal Dominici para justificar el desacuerdo del carupanero, en una parte de su obra, un poco subrepticiamente, introduce su opinión contra el tratado y de paso deja caer sus reproches contra el caudillo de Santa Ana, sin analizar las circunstancias nacionales, locales y hasta personales que pudieron influir en la conducta de éste.

Con la misma facilidad con que defiende malamente al general Acosta, trata de mal poner a Sotillo*. Dice Dominici, "Por muchos meses estuvieron frente a frente el general José María Zamora y el general Juan A. Sotillo…, ambos viejos veteranos en nuestras guerras, viéndose y considerándose como compañeros de otra época, que estimaban tal vez, como juegos infantiles las cosas del día, aun cuando en ellos había perdido ya algunos de sus hijos el jefe de los llanos barceloneses".[2]-[3]

Pero reconoció Dominici que, aquel Acuerdo de Santa Ana, se firmó en "conformidad con las estipulaciones celebradas entre el Jefe Supremo Juan Crisóstomo Falcón y el dictador José Antonio Páez".[4] Y que ese pacto entorpeció los planes de Acosta, que se vio privado de la ayuda de las fuerzas de Barcelona, según eran las aspiraciones del carupanero.

La experiencia que Acosta recogió de ese pacto "local" fue para él negativa; pues le paralizó y lo confinó a Cumaná y permitió "que los godos en Carúpano aprovecharan ese tiempo para reponerse de las terribles derrotas"[5] Y como el propio Dominici dijese, "Bien comprendía el caudillo oriental (Acosta) que el armisticio lo perjudicaba en gran manera"[6]

Aquí está expuesta la verdad. Es esta última la razón que movió a Acosta a fingir desconocimiento ante la comisión oligarca que le hizo referencia al "Tratado de Coche". Y es también por esto, que el autor de la obra que estamos comentando, además de las razones de amistad, compadrazgo e identificación partidaria, se siente obligado a llamar "Convenio de Coche" al firmado en Caracas el 22 de mayo de 1863.

Y desde el punto de vista político y militar, no fue malo que el general Acosta desconfiase de la pertinencia del "tratado de Coche", tomando en cuenta los resultados negativos para su campaña del Pacto de Santa Ana, la incómoda situación en que quedaban él y sus fuerzas y la propia naturaleza del acuerdo de Coche que, en lugar de rendición del enemigo, suspende las hostilidades en condiciones que el propio Falcón rechazó en principio.[7] Aun cuando se alega que para aquel momento ambos bandos estaban desgastados; sin embargo era más grave la situación en el grupo oligarca y aquí también más honda la desmoralización. Pocos días después, el general Falcón aceptará el convenio "convencido" por los generales Guzmán y Jacinto Regino Pachano.

Siendo los autores y sus obras contemporáneos, mientras Dominici dice que Acosta nada sabía de las conversaciones entre los jefes liberales y oligarcas, Level de Goda afirma lo contrario; y de paso censura al general Jefe Supremo liberal de la provincia de Cumaná.

Hay algo más; después de informar de lo acontecido durante los combates de los días 15 al 19 de mayo en la sitiada ciudad de Cumaná, entre los liberales y conservadores, dice Dominici que, a los tres días de esta última fecha "esto es, el 22 de mayo, se firmaba el Convenio de Coche".[8]-[9]

El autor Aníbal Dominici, cuando habla de la "comisión diputada por los oligarcas de Cumaná" que trató con Acosta antes que éste invadiese la ciudad, no hace mención a un hecho que, como biógrafo y escritor de historias, estaba obligado a referir, pues era eso precisamente a lo que hacían alusión al caudillo oriental los embajadores, que el "gobierno del dictador estaba en conferencia de paz con el Presidente Provisional de la federación".

En 1883, cuando Dominici publicó su obra o años antes, cuando la escribió, sabía que el 24 de abril de 1863, en Coche, se firmó un convenio que ordenaba poner fin a las hostilidades. Pese a todo, en su obra, como para justificar a su biografiado – sin que eso fuese necesario- y más bien dejando una brecha para las críticas de sus adversarios, como Level de Goda, insiste en ignorar ese hecho y dice que fue el 22 de mayo cuando se firmó el "Tratado de Coche".

Así como no opina en el primer caso y se limita a decir que Acosta no sabía de lo que le hablaban los comisionados de Cumaná, como para no comprometer su opinión con Acosta ni con los lectores, en el segundo caso incurre en el error de dar un dato cuya inexactitud es de fácil comprobación.

La verdad es que el 22 de mayo, Rojas y Guzmán, después de muchas idas y venidas y la aceptación definitiva de los jefes, firmaron un segundo convenio; esta vez en Caracas, con apenas unas ligeras modificaciones de forma del primero. Para demostración de esto, repasemos los aspectos fundamentales del mismo.[10]

El Convenio de Caracas del 22 de mayo de 1863

Se comienza por afirmar que dicho convenio tiene el propósito de pacificar al país y con este fin se dispone:

1.- "Se convocará una Asamblea para el trigésimo día después de canjeada la verificación de este convenio, o para antes, si fuese posible reunir el quórum correspondiente".

2.- "Esta Asamblea constará de 80 miembros elegidos la mitad por el Jefe Supremo de la República y la otra mitad por el Presidente Provisional de la Federación",

3.- "En el instante de reunirse la Asamblea, el Jefe Supremo entregará a ésta el mando de la República".

4.- "El primer acto de la Asamblea será el nombramiento del gobierno que ha de presidir la República mientras ésta se organiza".

5.- "Cesar completamente las hostilidades y no se puede ordenar ningún movimiento de tropas, ni reclutamiento, ni nada que indique preparativos de guerra".

Fue este segundo convenio, que modificó apenas formalmente al primero del 24 de abril de 1863, al que Dominici equívocamente llamó "Convenio de Coche".

Con ese gesto, Dominici quiere ocultar una situación de hecho, un poco ingenuamente.[11] Es posible que Acosta la ignorase; es decir, que no supiese de la existencia de tal acuerdo, premisa que no creemos válida, pero de lo que sí no hay duda alguna es que en 1883, 20 años después, eso era del dominio público y el Ministro del Gabinete Ejecutivo Aníbal Dominici, lo sabía.

Ahora bien, obsérvese que el convenio que Acosta firmó, mediante su representante, el segundo comandante Ángel Félix Barberii, con los oligarcas para la entrega de Carúpano, cuando hace mención al tratado de Caracas del 22 de mayo, lo llama "tratado preliminar de paz". Como aquel tenía ese carácter, el que le asignó Acosta, éste de ahora tiene como propósito "ajustar las condiciones que hayan de poner término a la guerra civil que tiene lugar en la provincia de Cumaná".

No hay la menor duda que, en los términos que se expresa este convenio, se demuestra que para el general Acosta, el acuerdo de Caracas no era suficiente para poner cese a las hostilidades, si sus rivales de la provincia de Cumaná no firmaban otro con él, para entregarle las plazas que dominasen. Por eso habló, refiriéndose al tratado de Caracas, diciendo que era un "tratado preliminar" y como tal demandaba un ajuste o complemento. Con esa actitud, el general Acosta dejó sentado ante el movimiento federalista su condición de jefe de la provincia donde por largos años había combatido. ¡Aquí quién manda soy yo! Parece haber dicho José Eusebio Acosta. Y sus razones tuvo. No era necesario que Dominici mintiese posteriormente.

 


 

[1] Maradei Donato: "Historia del estado Anzoátegui"

 

 

[2] Dominici, Aníbal: Ídem

 

 

[3] El general Juan Antonio Sotillo, vio morir en sus brazos a José Sotillo, como resultado de la emboscada de que fueron víctimas viniendo de los llanos de occidente después de la batalla de Coplé. Otros tantos de sus hijos naturales murieron en la guerra

 

 

[4] Dominici, Aníbal. Obra citada.

 

 

[5] Dominici, Aníbal. Obra citada

 

 

[6] Ídem

 

 

[7] No es clara la posición de Falcón. Es dudosa su actitud que después de rechazar el acuerdo inicial, mantiene a Guzmán Blanco como negociador del bando liberal. Pese a que, como lo señaló el general Luis L. Arismendi, los hombres acantonados en Coro, repudiaron aquel acuerdo y a su mentor.

 

 

[8] Dominici, Aníbal: Ídem.

 

 

[9] En esta expresión hay a todas luces una inexactitud o una expresión voluntariamente equívoca

 

 

[10] Llama la atención que el máximo jefe liberal Juan Crisóstomo Falcón, pese haber dicho que de resultar triunfante la revolución federal no nombraría a Antonio Guzmán Blanco ni de comisario de policía, lo mantuvo como representante suyo en esas conversaciones,

 

 

[11] Para no pecar por exceso, admitámoslo así, quiso como hacer olvidar que antes de la invasión de Cumaná, se había firmado un acuerdo para poner cese a las hostilidades y que para el momento que la comisión de los oligarcas se entrevistó con Acosta, ese acuerdo estaba vigente.

 

 

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