Yo ¿Pienso luego existo? o, solo sé que nada sé, puede ser o no ser, ese es el dilema, muy bien, y todo esto que nos dice, o al menos qué creemos saber, solo sí sé que estoy, y soy quien observa, siente y es, sería esencial, o al menos considerable entre tantas creencias y consideraciones que en realidad nos aleja de lo trascendental y nos hunde en esta realidad existencial. Entonces qué fue primero, el reloj o el relojero, las piedras o quien las puso en la cima. La creación o la evolución, ambas a la vez o todo es mera ilusión de los sentidos, si pensamos en cómo se han hechos las cosas para que todavía hoy frente al mundo, vemos cómo todo se está desmoronando a nuestro paso por la existencia en circunstancias lamentables, mientras el reloj marca la hora hacia el final de los tiempos que descuentan a la vida. La pregunta de las cien mil lochas es si fue primero el huevo o la gallina, parecería fácil la respuesta y sencillo el argumento que encierra tal propuesta sobre lo que es y lo que hay en realidad. El tiempo y el espacio pasan y cambian entre esto y aquello que sirve de fundamento a los procesos sociales y el progreso de las sociedades y de la humanidad como un todo que lejos de despejarse se complica más y nos enfrentamos de manera irracional y destructiva como ocurre sin que la otra mirada sea atendida para darnos cuenta de que otro mundo es posible, y con certeza se alcanzaría la equidad, pero sobre todo la posibilidad de que el trayecto sería más corto hacia tales ideas y pensamientos, lo que en concreto permitiría teorías desde lo inmanente hacia el darnos cuenta de que si solo despertáramos en cada sí mismo, como el gran atractor hacia donde todo confluye mientras pertenecemos a un continuo giro que se expande y extiende sin cesar hacia el infinito, como la propia conciencia que ve, mira y se observa a través del único ojo que da luz plena y se irradia absolutamente sobre la verdad de lo real. Es esa conciencia pura despierta, conciencia que abre la existencia de todo y se manifiesta hasta que cierra su esencia y todo se extingue, y concluye la ilusión. Eso es lo que se expresa como la experiencia de la existencia en el aquí y ahora presente, aquello que consideramos como causa y consecuencia del continuo que llamamos vida y eternidad. eso son los giros de Akasha, lo que, encriptado en el ADN mitocondrial, o lo dialéctico que fluye a través de las intenciones entre los niveles, planos y dimensiones, consecuencias de lo que hemos creído posible desde la imaginación y lo imaginario, de lo simbólico. Cabría la duda y suponer que es el ego, que es el genio perverso interviniendo donde nadie lo ha invitado, para obnubilar la mente y metiendo su cuchara en la olla. Diríamos que es lo cognitivo, lo que es tocado por la mente, las formas y las figuras que tienen en el fondo la misma esencia de cuánto hay de concreto, como andamios que soportan las estructuras en lo que se ha considerado como la matrix. Pero de dónde surgen, cuáles sus fuentes, qué tienen que ver con lo que contienen como si de la caja de Pandora se tratara. Este mito griego trata sobre cómo los humanos nos volvimos mortales, entre todos los males sobre la humanidad. Dice la Teogonía de Hesíodo que el titán Prometeo enfureció al dios Zeus al dar a conocer el fuego al hombre, y como castigo Zeus crea a Pandora como regalo de todos los dioses, y cada uno cedió una de sus virtudes y una desgracia como contenido de la caja. Pandora fue enviada a la tierra y seduce a Epimeteo, hermano de Prometeo, y llevada por la curiosidad abre la caja, liberando enfermedades, muerte, hambre y demás desgracias entre los mortales. Pandora logra cerrar la caja quedando en su interior solo la esperanza, de ahí que es lo último que se pierde. Aunque en la mitología romana es algo diferente la historia, y en vez de dejarla en la caja, sale y sirva de consuelo al corazón de los humanos. Su uso hoy señala la acción o decisión que en forma imprevista se derivan consecuencias desastrosas. Es la posibilidad de tener información para formar o deformar nuestras experiencias y su pertinencia en medio de quienes toman decisiones no acordes con quienes están involucrados, por parte de individuos y no de colectivos. Nuestra vida, nuestro cerebro, las posibilidades ciertas se crean y forman como las capas de la cebolla, mientras que el tiempo y espacio suceden así las ideas y los pensamientos se sistematizan y van pergeñando las tradiciones ancestrales, los pragmatismos y dogmas, en un tejido denso y extenso como la propia complejidad donde se deshilvanan los hilos de la madeja, tratando de desentrañar todas nuestras acciones y cuánto se compone de posibilidades en nuestros ámbitos de lo que creemos y creamos. Acaso hay otras posibilidades sin nosotros los observadores de hechos y acontecimientos, entre prejuicios y prejuicios o las otras formas de ser y hacer con pertinencia sobre nuestros asuntos, nuestras vidas, nuestras existencias. Tales son las bases y datos que manejamos siendo capaces de cotejar la verdad de la realidad, entre tantas alternativas y proyectos al infinito. Acaso no estamos para luego ser lo que se supone que somos cada quien y cada cual entre posibilidades ciertas que se abren o se cierran a la vida. Son millones los acontecimientos en los cuales nos involucran o involucramos, como los fractales que se suceden de lo finito al infinito, hologramas en que se proyectan en potencia lo que la máquina más perfecta en el universo es portadora de esto y aquello que se expresa con cada idea, posibilidad. Todo es vibración, todo es energía que se acopla en el vacío por fuerzas invisibles que las contienen, donde rebota la luz que permite el milagro de lo micro a lo macro. Es lo que tiene sentido porque lo siento, en cada latido y mis pulsos lo delatan entre todos mis sentidos, y se expresan como presupuestos de una experiencia de vida, de existencia, de realidad y trascendencia que es manifestación de cuanto es algo que hay. Como esa partícula primordial, esa singularidad que es elemento esencial del resto, porque forma el átomo, que se convierte en molécula, en la célula y el organismo del cuerpo que contiene la vida y se expresa con obviedades siendo que observa y es observado, teniendo como base la memoria de lo acontecido ayer hoy y siempre. En cuanto a la pregunta de qué fue primero, si el huevo o la gallina es el dilema clásico utilizado para ilustrar problemas de causalidad y orden temporal, pues se basa en la paradoja del huevo puesto por la gallina, pero la gallina debe haber salido de un huevo de gallina. En términos y consecuencias el dilema es tema de debates filosóficos y científicos en cuanto a si fue la evolución, la genética o la creación de la vida. Lo que ha impulsado investigaciones que exploran la evolución de aves y reptiles formados en huevos, y la genética de las especies. Y si existiera un tercer excluso a la pregunta, hay estudios que sugieren que ni huevo ni gallina fueron primero, porque un evento no excluye al otro, lo que se conoce como orden causal indefinido. Entonces pareciera que estamos entrampados entre tales dilemas, y por tanto poder llegar a un acuerdo plausible desde diferentes teorías surgidas a lo largo del tiempo. Hay científicos que argumentan que el huevo fue primero, y lo explican por las mutaciones genéticas que ocurren durante la reproducción de especies antecesoras a las gallinas que pudieron haber dado lugar a la postura del huevo. Mientras que otros investigadores sostienen que la gallina fue primero, y se basan en la presencia de una proteína específica que se encontró en los ovarios de las gallinas, crucial en la formación de la cáscara del huevo. Sin embargo, estas respuestas no son definitivas ni responden a las preguntas sujetas a debates, por lo que volvemos al principio de la cuestión sobre si fue dios en plural el creador o somos nosotros todos creadores de creencias y esencias.
Qué fue primero el huevo o la gallina
Por: Franco Orlando
Martes, 30/01/2024 01:34 PM