Convergen en la base del sistema político venezolano, una crisis de la clase dirigente (el madurismo como el partido de los explotadores que ya no encuentra cómo sostenerse) y la crisis de la clase empobrecida (que no quiere ver más en el poder al madurismo, ni a fedecámaras), pero para que esta llegue a transformarse en una crisis revolucionaria debe haber una extraordinaria actividad política de los empobrecidos a través de la cual busquen sacar del poder al madurismo y asumir ellos, convertidos en una clase para sí, ponerse al frente de la conducción del nuevo estado, probablemente de la sexta República, porque la quinta fue entregada por el madurismo a los explotadores. Esta última ausencia de actividad política del pueblo es lo que define qué debería hacerse.
En efecto, hay que arrojar luces insurgentes sobre la subjetividad de los empobrecidos del chavismo y los empobrecidos de la oposición, estos necesitan comprender que integrándose como una sola clase social explotada podría llegar a ser tan poderosa que sería capaz de hacer una revolución social en Venezuela levantando las banderas de la construcción de una República de productores libremente asociados.
La coyuntura está suficientemente clara, el madurismo se encuentra literalmente derrotado, ya no cuenta con ninguna posibilidad de seguir siendo gobierno en Venezuela, está viviendo sus ultimos momentos, perdió todo el apoyo popular que una vez obtenía del chavismo. Al verse, este último, traiciondo en el momento cuando el madurismo se entregó a servirle a los explotadores de fedecámaras y las transnacionales, lo abandonó. Ahora la única herramienta que les queda a este gobierno de los empresarios es la represión abierta con la seguridad de que esa opción aceleraría su derrumbe.
Ahora bien, en función de lo planteado, la lucha de todas las clases trabajadoras debe enfocarse en ir más allá de la lucha por un mejoramiento del salario, o de simplemente limitarse a tener un nuevo presidente, eso no es lo esencial. Cualquier lucha que emprenda la clase trabajadora en Venezuela debe tener como meta concreta hacerse con la propiedad del instrumento mas importante que tiene Venezuela, el estado, y si alguien alberga alguna duda acerca del inmenso valor estratégico que tiene el estado venezolano, que investigue el porqué las transnacionales capitalistas y más cerca, el sindicato de los explotadores, fedecámaras, están tan felices por tener a maduro en sus manos y que hoy sean ellos los que manejen los hilos del poder estatal.
Resulta claro entonces que lo sigue planteado en Venezuela es cuál de los dos proyectos de país será el que finalmente se instaure, o el país subdesarrollado, dependiente, suministrador de materia prima y mano de obra esclava puesto a merced de las ganancias de las grandes corporaciones capitalistas mundiales, de fedecámaras y de la lumpenburguesía madurista, o el país donde se edifique una República constitucional de los trabajadores, de productores libremente asociados que desarrollen relaciones de producción acordes con el principio, de cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades.
Es por esto entonces, que el pueblo trabajador de Venezuela está obligado, si quiere vivir en libertad e igualdad, a deslastrarse de falsas esperanzas e ilusiones y construir un poderoso frente de unidad nacional popular con todos los sectores que se sientan víctimas del capitalismo parasitario madurista, y buscar también a los sectores patrióticos, nacionalistas y decentes de las fuerzas armadas bolivarianas y organizar con todos éllos una Junta Patriótica de Reconstrucción Nacional, que convoque bajo el imperativo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la creación de la VI Republica de los trabajadores.