Gobernando, obedeciendo al pueblo

Viernes, 02/02/2024 01:53 PM

"Aquí estoy parado firme. Mándeme el pueblo, que yo sabré obedecer. Soldado soy del pueblo, ustedes son mi jefe". (Hugo Chávez Frías, domingo, 15 de febrero de 2009, después del triunfo del referéndum).

Tuve el honor y privilegio de ser invitado al acto de inicio de año judicial 2024 y escuchar dos extraordinarias intervenciones.

Una, la del presidente de la República, Nicolás Maduro, y la otra, del orador de orden, Magistrado-amigo, Luis Fernando Damiani Bustillos, integrante de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia

Ambas tocaron aspectos nodales, centrales, vitales, para la revolución bolivariana, que se juega su futuro, en el corto plazo, esto es, este mismo año 2024, cuando se realicen las elecciones presidenciales, año donde, además, se cumplirán 200 años de las batallas de Junín y de Ayacucho,

El presidente en su intervención dijo de que han pasado 25 años desde que se aprobó la Constitución actual, la bolivariana, que es la única que se hizo en consulta pública, de puertas abiertas, con la participación de todos los sectores, sociales, políticos, culturales de la República; primera vez en la historia que se abrieron las compuertas para diseñar el proyecto largo de país, terminando el siglo XX, culminando el año 1999, empezábamos el siglo XXI en Venezuela de la mano del pueblo.

Eso se hizo siempre bajo un concepto de democracia directa, social, porque somos hombres del pueblo, jamás hemos sido de ninguna élite, no somos de los apellidos, somos de los que están en las calles, ahí está nuestra escuela, nuestra trinchera, nuestro frente de lucha, junto a los obreros, los campesinos, los pescadores, la gente humilde de Venezuela.

Mencionó el presidente que este año es tan significativo que tenemos que hacer valer la letra viva, la letra desarrollada y vamos a conmemorar en diciembre los 25 años del nacimiento de la Constitución que es la primera hecha y aprobada por el pueblo en 200 años de república.

Jamás antes nadie convocó al pueblo a un debate constitucional, todas las constituciones se hicieron entre las elites de los apellidos, las élites económicas, las elites políticas, salvo esta, la Constitución de 1999.

En otras palabras, el proyecto societal de Venezuela, lo decidió su pueblo en votación, directa y secreta.

Por su parte, el Magistrado Damiani, después de un repaso por la geopolítica en desarrollo y la que se ha venido aplicando contra nuestro país, dijo algunas verdades que son importantes de recalcar.

Por ejemplo, que, frente a esta enorme amenaza, que vive nuestro país, debemos profundizar los procesos democráticos de toma de decisión, distribuyendo el poder en todas las instancias de participación social. Es imprescindible ampliar y profundizar en toda Venezuela la presencia y la actuación del Poder Popular organizado: hay que repolitizar al país, fortalecer las organizaciones del Poder Popular, del poder comunal. Solo un pueblo consciente puede asumir su papel activo y protagónico en este proceso de liberación nacional.

Por estas razones, hay que avanzar en todos los espacios del Poder Público en el proceso de transformación y en la construcción de nuevas instituciones más democráticas como está aconteciendo en el Poder Ejecutivo con los Consejos Productivos de los Trabajadores, con las distintas formas de los Consejos Presidenciales: del gobierno popular de las comunas, de la juventud, de las mujeres; con los bricomiles, etc.

En el Poder Legislativo seguir practicando el parlamentarismo social de calle y el Poder Judicial impulsar el Plan Estratégico para su transformación institucional, que empezó en el 2013, con la participación de funcionarios, comunidades obreras, campesinas, estudiantiles e indígenas.

En el actual contexto es imprescindible propiciar un mayor vínculo, una colaboración, una cohesión de las mayorías populares con nuestra institución.

Para efectuar este propósito podríamos establecer una relación más directa y operativa entre las estructuras comunales y el Poder Judicial.

En los consejos comunales deberían estar presentes los jueces de paz; en las comunas los jueces comunales. Cuando fundemos el Estado Comunal sería importante edificar las Cortes Comunales y finalmente en el Estado Nación tener un Tribunal Supremo Popular de Justicia.

Desde el Poder Judicial, como jueces, nuestra tarea es contribuir con la creación de una sociedad más justa, más incluyente, más ecuánime.

Desde nuestros lugares de trabajo, como funcionarios de los distintos Poderes Públicos, desde nuestra práctica de trabajo cotidiana, debemos reforzar la legitimación de las instituciones en que actuamos; para lograr este objetivo debemos mantener la transparencia en nuestro ejercicio profesional.

Debemos, en el cumplimiento de nuestra función pública, ser creíbles: la credibilidad de nuestro accionar es y debe ser una característica fundamental de nuestra labor institucional.

Los ciudadanos venezolanos tienen el derecho constitucional de exigir que desempeñemos con responsabilidad nuestras funciones; en efecto, conducirnos con transparencia es nuestro deber y es un derecho de los ciudadanos venezolanos exigirnos tal conducta.

Disponer de funcionarios competentes, calificados, es un reto en todas las instituciones, pero, junto a estas cualidades, son imprescindibles atributos como la integridad, la honestidad, el decoro, es decir cualidades morales personales, aún conscientes, como Marx observó, que las pasiones más violentas y miserables de los seres humanos son las furias del interés personal.

Como imagen de los Poderes Públicos no podemos incurrir en abusos de poder cuyo fin son los provechos personales o grupales particulares. No podemos instrumentalizar nuestra función pública para favorecer nuestros fines privados.

La corrupción también es un proceso desestabilizador, representa una amenaza para la democracia participativa, socava los principios de una correcta administración, los principios de la equidad y de la justicia social; obstaculiza y distorsiona la consistencia de las instituciones democráticas y los fundamentos morales de la sociedad.

Como dicen los zapatistas mayas; los funcionarios públicos en todos sus niveles deben aprender a mandar obedeciendo y obedecer mandando.

Hay, entre las distintas formas de corrupción, la más nociva, me refiero a la corrupción institucional: se manifiesta como una degeneración del sistema de las instituciones públicas de un País. Este proceso se define "Captura del Estado", sería una captura que somete, sujeta a los gobernantes y a los funcionarios públicos a la voluntad de los lobistas, de grupos de presión, de grupos empresariales poderosos; ofrecen sobornos para obtener beneficios o tratamientos preferenciales para sus negocios y sus intereses.

La corrupción, es un hecho social grave en todos los Poderes Públicos, pero lo es más aún en el Poder Judicial; en este poder asegura la impunidad de las prácticas corruptas.

Debemos tomar conciencia que todo sistema sociopolítico puede ser debilitado y hasta liquidado, también por la impunidad y la anomia interna.

Hay que avanzar en nuestro proyecto, fundamentado constitucionalmente, en la unidad y la colaboración de todos los poderes públicos con honradez, rectitud, probidad para resistir las embestidas de las agresiones imperiales en todas sus formas, con discernimiento, valentía y alegría.

Como corolario y parafraseando a Simón Bolívar, se podría decir: la verdad sea dicha.

De esas intervenciones, quiero destacar la concepción que está detrás de ellas y que lo contempla la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en diciembre del año 1999.

Se trata de aquella máxima que reza: gobernando, obedeciendo al pueblo.

Con fecha veintiséis de febrero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), emitió un comunicado que se conoce como mandar obedeciendo, en donde establece sus líneas fundamentales de filosofía política, su concepción del ejercicio del poder y su modo de entender la democracia.

Por su parte, el escritor argentino-mexicano, recién fallecido, Enrique Dussel dirá:

"El pueblo siempre es la sede del poder, aunque este delegue, mediante el principio democrático, determinados servicios. Los que mandan deben mandar obedeciendo. Estar en el poder debe significar un compromiso político obediencial, en el que yo escucho al otro. De hecho, un liderazgo es real cuando es el pueblo quien lo consagra" y "Un sistema político debe tener la representación como servicio y la participación popular como origen de las iniciativas. Debemos cambiar las subjetividades para formar el ser humano nuevo".

En definitiva, una reflexión profunda sobre el mandar obedeciendo, nos ubica en el centro de la temática del poder, de la democracia, del sentido y fin del Estado y de la juridicidad misma en relación, precisamente, con poder, democracia y Estado; y se desprenden cuestiones elementales: ¿Cuáles son los fines del Estado y del Derecho? ¿En qué sentido se justifica el ejercicio del poder?, ¿qué relación existe entre Estado y Derecho?, ¿y entre poder y Derecho?, ¿cómo se legitima el poder?, etc.

De allí, que, si aceptamos una filosofía del ejercicio de la autoridad y, por lo tanto, del poder, al servicio del ser humano, de su dignidad y sus derechos en cuanto persona -individual y comunitariamente-, tenemos que decir que tiene pleno sentido decir mandar obedeciendo, pues sintetiza la concepción de lo político que conduce a una comunidad a la construcción del bien común.

Por eso y finalmente, nos preguntamos:

¿Eso lo entenderán en Corpoelec con el enredo del "Borrón y Cuenta Nueva"? ¿Lo entenderán en las Cantv, donde, en una oficina, se encuentra doces mesas, pero sólo se encuentran funcionando 3?

¿Lo entenderá Hidrocapital, que después de pasar días para atender una avería, dejan el hueco a la deriva o la buena de Dios?

¿O en los bancos públicos, en los hospitales del estado o en cualquier oficina del estado venezolano, se tendrá claridad sobre la frase del comandante Chávez que constituye el epígrafe de estas reflexiones?

Y menciono esos casos porque constituyen lugares muy concurridos, precisamente no por las élites y por la gente de apellido. De allí que, en cada plaza Bolívar de Venezuela, sería bien bueno que se escuche lo que dice el pueblo de a pie, el pueblo llano, el descamisado, al que debe obedecerse, porque, en definitiva, para la Revolución Bolivariana el mediano y largo plazo están supeditado, vedado, a que pase la prueba del corto plazo.

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