Los gringos veían a las colonias españolas como un territorio posible para sus planes de expansión, ya estos manifestaron su neutralidad con el conflicto de intentos de independencia de esos territorios.
Ya la iniciativa de Lino de Clemente y del Dr. Pedro Gual de establecer una posición que permitiera impedir el comercio de armas entre los Estados Unidos y España, 150 venezolanos el 29 de junio de 1817 ocupan la Isla Amelia.
Eso tensó las golpeadas relaciones entre los yanquis y la causa patriota, la acción daba al traste los planes de los norteamericanos de apropiarse de la Florida.
Para el año de 1818 nuestra Patria no había logrado todavía su Independencia, pero a El Libertador Simón Bolívar, le tocaría actuar como Jefe de Estado, esgrimiendo con pericia la diplomacia, para enfrentar la grosera injerencia de los Estados Unidos, quien ya en aquellos tiempos trataba de imponer su hipócrita política exterior.
El caso se presentaría cuando las fuerzas patriotas detienen a dos barcos; Tigre y Libertad; llevándole arma a las fuerzas española y los yanquis envían a un diplomático de nombre John Baptist Irvine, el 18 de julio de ese año.
O´Leary lo reporta en su Diario de Operaciones anunciando que había llegado el yanqui junto al Almirante Brión, embarcado desde la Isla de Margarita, al otro día del arribo, es saludado el diplomático con una salva de artillería.
Siendo agasajado con una recepción por el Libertador el día 19 de julio, en donde Simón recibía a las autoridades civiles y militares.
Bolívar le pidió que se sentara a su derecha y le participó el placer que sentía tanto su persona como el pueblo venezolano, por recibir un representante de un gobierno por el cual los venezolanos siempre han sentido "predilección".
El Correo del Orinoco lo anuncia en su número 4: "Hemos tenido la satisfacción de ver entre nosotros a un Agente de los Estados Unidos de Norte-América que ha sido conducido en su embarcación por el señor Almirante. Este es el Señor Juan Bautista Irvine, ventajosamente conocido por sus principios filantrópicos y republicanos, y por la liberalidad de ideas que ha manifestado en los escritos, con que ha ilustrado al público."
Este norteamericano era un político, periodista, que había colaborado en The Aurore de Filadelfia, The Columbian de Nueva York y también fungía como diplomático. Había tomado un barco hacía Venezuela, con escala en Saint Thomas.
Bolívar creía erróneamente que la llegada de este delegado por parte de los Estados Unidos era un reconocimiento a su causa y el 1 de agosto le escribe a Páez informándole que un diplomático yanqui de nombre Irvine había presentado sus cartas credenciales y esta misiva está llena de alabanzas al diplomático.
El gobierno yanqui había enviado a Irvine con tres misiones, una "supuestamente" manifestar las simpatías de Estados Unidos al nacimiento de los nuevos Estados de la América del Sur, protestar por las confiscación de los dos barcos capturados en el Orinoco cuando intentaban romper el bloqueo de las fuerzas patriotas, restablecer las relaciones entre Venezuela y ellos después del acontecimiento de la Florida.
Las dos embarcaciones eran propiedad de los armadores norteamericanos Peabody, Tucker y Coulter y fueron contratados por Lorenzo Fitzgerald, que era el gobernador de Guayana.
Bolívar en una carta dirigida a Lino de Clemente, el 24 de julio de 1818, deja claro que con la llegada de Irvine, que es favorable para las relaciones de la nueva república y Estados Unidos, lo designará Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Venezuela en el país yanqui.
Clemente persistía en los propósitos de mantener la República de la Florida, el Secretario de Estado gringo se negó a recibirlo como Agente de Venezuela ante el gobierno norteamericano.
Simón le da a Irvine el mismo tratamiento que los estadounidenses le dan a Clemente y eso provoca el duelo epistolar entre el caraqueño y el norteamericano.
Bolívar tendría que enfrentar un diplomático de un gobierno que ya emergía como una potencia económica y militar y su representante comienza a enviar cartas a El Libertador, tratando de imponerse, exigiendo la liberación de las naves contrabandistas, señalando que son solo buques mercantes, negando su participación en la venta de armas al enemigo.
El representante norteamericano le escribe diez cartas al caraqueño entre el 25 de julio y el 8 de octubre, que son respondidas sin ningún tipo de vacilación a la grosera injerencia gringa por parte de nuestro Libertador, derrochando patriotismo y diplomacia.
Simón Bolívar le respondió por primera vez el día 29 de julio, se muestra sorprendido que pareciese que la única misión de Irvine sea la recuperación de los barcos contrabandistas de armas para el enemigo.
El caraqueño explica a Irvine que la respuesta a su misiva del 25, tiene que esperar por la consulta del proceso que se le sigue a los dueños de los barcos.
Sobre la carta del 27 le señala que los mencionados dueños recibirán las indemnizaciones debidas al caso, recordó que los barcos norteamericanos fueron capturados contrabandeando armas al enemigo : " se debe a la fraternidad, a la amistad y a los principios liberales que seguimos, han intentado y ejecutado burlar el bloqueo, para dar armas a unos verdugos y para alimentar unos tigres que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana…"
En su epístola el héroe exterioriza con destacada pluma que bloqueo y sitio de las ciudades que estaban en manos de los españoles eran parte de una misma acción, en la cual la segunda se ajusta a la primera, desarrolla rigor jurídico cuando aduce que: "los sitiadores gozan, por lo menos, de los mismos derechos que los bloqueadores."
Dice con precisión para recordarles que: "No son neutrales los que prestan armas y municiones a una plaza sitiada y legalmente bloqueadas."
Simón inteligentemente en su mensaje a Irvine establece los principios de hecho y de derecho que amparan a su Patria, demuestra con habilidad que ella se ajusta a la Ordenanza de Corso, establecida por la misma España en 1796.
Señala que tal actitud también es enmarcada en las leyes y costumbres de la Marina Mercante de los Estados Unidos.
Para la esquela del 6 de agosto de 1818 respondiendo la carta de Irvine el Libertador aduce: " Que la prestación de auxilios a una potencia beligerante es una declaración implícita contra su enemiga, es un principio incontrovertible y que está confirmado por la conducta de los Estados Unidos de América, donde no se permite que se hagan armamentos de ninguna especie por los independientes contra los países españoles, donde han sido detenidos y aprisionados algunos oficiales ingleses que venían para Venezuela, y donde se ha impedido la extracción de las armas y municiones que podrían venir para el gobierno de Venezuela."
En otros párrafos:
"La cuestión se debe reducir a examinar escrupulosamente si el almirantazgo de Venezuela ha tenido derechos de condenar las goletas Tigre y Libertad. La cuestión no se cambia por el modo con que se ha examinado el hecho, y el derecho no cambia porque está fundado sobre el hecho."
En uno de los párrafos finales Bolívar esgrime el siguiente argumento, con su pluma sagaz: "¿No sería muy sensible que las leyes las practicase el débil y los abusos los practicase el fuerte? Tal sería nuestro destino si nosotros solos respetásemos los principios y nuestros enemigos nos destruyesen violándolos."
En la carta del 20 de agosto, respondiendo la nota enviada por el norteamericano del día 17 de ese mes, continua nuestro héroe derrocando diplomacia, pero con unos argumentos muy precisos: "V.S. considera como justa mi indignación con respecto a los protectores o auxiliares de nuestros feroces enemigos, pero añade V.S. que es infundada si se atiende a que comerciantes neutros no deben abandonar su profesión por hacerse partidarios políticos."
"La imparcialidad que es la gran base de la neutralidad desaparece en el acto en que se socorre a una parte contra la voluntad bien expresada de la otra, que se opone justamente y que además no exige ser ella socorrida."
El 24 de agosto se dirige a Irvine en los siguientes términos: "En mi nota del 20 he hecho algunas observaciones, aunque con suma repugnancia, sobre la conducta de los Estados Unidos con respecto a nosotros, menos con el objeto de probar su parcialidad, que con el de demostrar la falsedad del principio de absoluta libertad de comercio entre neutros y beligerantes."
Poco a poco Simón se daría cuenta del doble rasero de los yanquis, quien todavía en estos tiempos dicen una cosa y hacen otra. Esgrimiría razones muy poderosas en la crítica de como las goletas Tigre y Libertad, violaron determinantemente la política de neutralidad.
Continuaría el duelo epistolar entre Bolívar e Irvine y el venezolano respondería dos notas de los días 25 y 29, el 6 de septiembre, señalaría el artículo 33 de la Ordenanza de Corso, que dice que incurren en la pena de confiscación los buques neutros que hayan destinados con víveres o efectos de contrabando para plaza bloqueadas por mar y tierra.
Respondería el Genio de América: "Insensiblemente he prologado esta carta más de lo que deseaba. Para una materia de tan poca importancia hemos extendido demasiado nuestra discusión, que no quiero hacer más molesta añadiendo nuevas razones."
En una corta comunicación Simón el 25 de septiembre respecto a las comunicaciones emanadas por Irvine el 6 y 10 del corriente responde: "No estando ni V.S. ni yo convencidos con los argumentos hasta ahora presentados, sería prolongar interrumpidamente la conferencia continuarla del mismo modo que se ha conducido hasta aquí."
Reseñando la atención que presentó a las notas V.S. de 6 y 10 de ese mes el Libertador el 25 de septiembre escribe: "…yo no he podido convencerme de la legalidad que pretende V.S. probar en las condenas de las goletas Tigre y Libertad. Añadiendo constantemente razones, sin responder a las que por mi parte le presento, aremos interminable la discusión, que estaría ya concluida, si desde el principio hubiésemos limitado y dirigido nuestros argumentos a los dos puntos principales de la cuestión."
La respuesta de Bolívar al diplomático gringo en las cartas de los días 29 de septiembre continua defendiendo la postura de que Venezuela tiene todo el derecho de haber apresado las dos goletas contrabandistas y que ya habían sido dictadas las condenas.
Pero para el 7 de octubre debido a continuar el reclamo por parte del norteamericano, le envía una contundente respuesta a la grosera injerencia con estas palabras: "Parece que el intento de V.S. es de forzarme a que reciproque los insultos: no lo haré; pero sí protesto a V.S. que no permitiré que se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende."
En la última carta del venezolano le señala contundentemente el 12 de octubre a Irvine que: "No creo que haya ningún argumento bastante fuerte para que pueda contraponerse o balancear siquiera la autoridad de las leyes que se han aplicado. Así tengo derecho de esperar que cese la correspondencia de que han sido objeto.