La semana pasada llegó a Venezuela un tanquero petrolero procedente de Rusia, con hidrocarburo de los Urales. Es la primera vez en cinco años que esto vuelve a ocurrir, en medio de tensiones entre Caracas y Washington por el tema de las sanciones petroleras y la amenaza del levantamiento de licencias. La cantidad de crudo, según un reporte de Bloomberg, es de al menos 1,7 millones de barriles.
El movimiento llama la atención, porque Rusia tiene fuertes sanciones en sus exportaciones y el conflicto en el Mar Rojo, también afecta el tránsito marítimo. Esto indica que los rusos buscan destino para su petróleo más lejos aún. El crudo entró por Amuay, el cual se utiliza como solvente del crudo pesado venezolano, para hacerlo apto para exportar. Aunque no es la primera vez que llega petróleo ruso a Venezuela, en el actual contexto podría ser significante.
La amenaza de retirar las licencias de las sanciones
¿Se prepara Nicolás Maduro para que en abril las licencias de las sanciones que obtuvo en octubre de 2023, se venzan y no sean renovadas? Es probable. Porque hay otros movimientos.
Recientemente, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, hizo críticas a Nicolás Maduro, en el marco de las diferencias que surgieron por lo ocurrido con la expulsión del personal de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en Venezuela. Después de que los funcionarios expresaron opiniones que no son aceptadas en Miraflores.
Aunque podría ser una coincidencia, tampoco puede obviarse que después de ello, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), publicó un comunicado en que señaló que el proceso de paz de Colombia, podría entrar en una fase de "congelamiento". Hay que destacar que Nicolás Maduro es uno de los factores que está facilitando que el gobierno de Petro y el ELN, estén en importantes avances en cuanto al diálogo y paz. Para Petro es una victoria importante, a cambio, se propuso a mediar ante Washington, la flexibilización de sanciones petroleras y financieras contra Venezuela. Hasta ahora todo avanzaba en esa línea, pero en las últimas semanas, las tensiones volvieron.
Ahora pende de un hilo el encuentro que está preparado entre la guerrilla y el gobierno colombiano, para marzo, en el Departamento de Nariño.
En el otro frente
Por el este, en el frente con Guyana, el gobierno venezolano está aumentando su presencia militar. Maduro pone presión y logra que Guyana retroceda en las concesiones que había anunciado entregar a Exxon Mobil. Ahora el gobierno guyanés informó que no aprobará la exploración petrolera cerca de Venezuela hasta que la ONU se pronuncie en la disputa fronteriza.
Guyana obedece a Washington, que trata de evitar una confrontación militar en la región que podría tener efectos terribles más adelante.
Todo lo anterior muestra que el chavismo-madurismo todavía tiene cartas en este juego. Sin embargo, no sería descabellado pensar que la vuelta de sanciones, en vez de producir un revés, al contrario, le permita a Miraflores radicalizar su posición, al apegarse al argumento de que el "acuerdo" de Barbados, definitivamente se habría roto. Es decir, si Washington deja que las licencias petroleras venzan en abril, entonces hasta ese momento habrá llegado lo negociado en Barbados y al final, no sería solamente el lado de Maduro el afectado.
El dilema
Si las negociaciones de Barbados se rompen definitivamente, entonces Miraflores queda habilitada a proceder con lo que hasta ahora pareciera no lograr.
¿Cómo desmantelar los comandos de campaña y grupos de opositores que se reúnen en torno a la figura de quien ahora asumió la dirección una amplia facción opositora, en este caso, María Corina Machado?
Al no haber acuerdos y al haber nuevas sanciones, es altamente probable que esos equipos políticos también se desplomen. Porque sin duda habrá presión desde el gobierno, lo que hará huir a muchos, otros a capitular y otros podrían terminar detenidos. Y en materia electoral, para estos, habrá llegado el final. ¿Tiene claro eso ese sector de oposición? ¿Esa reacción la está midiendo la Casa Blanca? ¿Se prepara Maduro para una etapa dura como respuesta a la hipotética no renovación de licencias petroleras?
A partir de abril, a los factores opositores les queda entonces el dilema. Asistir a un proceso electoral en las condiciones que se presentarán desde el Consejo Nacional Electoral y la Asamblea Nacional, sin la candidatura que están impulsando, o volver a la narrativa de la desobediencia civil, abstención y no participación con esperanzas de que, al haber elecciones presidenciales, se declare como ilegal a un nuevo gobierno chavista-madurista. ¿Washington acompañará otros seis años otra propuesta de esas?