Esta reflexión no debe dar motivo a interpretaciones ajenas a lo que lo que está escrito y menos ser insertada en el debate electoral venezolano. No fueron elaboradas pensando en nadie ni nada distinto a lo que aquí se dice. Solamente expresó lo que de "el Pepe" pienso, desde que lo escuché discursear en los tiempos de Chávez. No hay más nadie ni nada distinto a esto y menos solidaridades que aquí no se enuncian.
Como prueba de lo dicho anteriormente o mejor de lo que por años he pensado de Pepe Mujica, ofrezco al lector un link para que, si es su deseo, pueda leer un artículo nuestro, publicado en el 2010, en vida de Chávez, en el cual dije, en buena medida, lo que ahora escribo; tal trabajo le titulé, "Pepe Mujica, ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario".
https://www.aporrea.org/ideologia/a105546.html
Soy de los pocos que, nada sabía de "Pepe" Mujica, antes que llegase a la presidencia de Uruguay. Es más, voy a pecar de incauto, confesando que antes que lo eligiesen, poco sabía acerca de él; si apenas fue miembro de aquel movimiento guerrillero que enfrentó a la dictadura de su país, conocido como "Los Tupamaros". Un poco diferente a los tantos movimientos guerrilleros que aquí existieron, pues según lo que he leído, su lucha se concentró en el área urbana.
Su heroísmo, hablo de Pepe Mujica, tuvo la misma pertinencia que los tantos jefes guerrilleros en América en el siglo XX, sólo que él, quizás por lo que aquí escribo, logró el mérito de ser reconocido por las clases a las cuales combatió y hasta a su gente les asaltó los bancos, mientras los otros, fueron condenados primero, como "el Pepe" mismo, con cárcel y el látigo del desprecio, por lo que hicieron siendo guerrilleros y lo que no hicieron y siguen sin hacer después, como sí hizo "el Pepe". Pues este, "el Pepe", intentando reconocer cuánto se habían equivocado en aquella lucha insustancial pero cruel y hasta, en algunos casos, insustentable e insostenible, se pasó de maraca y sin percatarse saltó el charco.
Más supe de aquel jefe de los guerrilleros peruanos, del llamado movimiento "Sendero Luminoso", Abimael Guzmán, un profesor de filosofía que, pese serlo, cayó en la infantil historia que la "Revolución", entendiendo esto como que el cambio de modelo social, era un asunto de armas y explosivos para destruir lo existente, incluso la especie humana; lo que llevó a otro loco, desatado como él, Alberto Fujimori, pero para el momento con todo el respaldo necesario para derrotarle, a cometer las más salvajes fechorías a manera de respuesta. Guzmán, por hacer lo mismo, terminó en la cárcel, sometido a cadena perpetua, la soledad y en una muerte que nadie lamentó. Pero aun así, por su locura, uno le recuerda. Fujimori dejó herencia y solidaridades. No es difícil saber por qué.
Ahora mismo, he leído varios textos expuestos en las redes, donde se habla de las acciones y fines de aquel movimiento, el de los Tupamaros uruguayos y se identifican, señalan sus iniciadores, fundadores y dirigentes de todo aquello. En lo leído, sólo aparece el nombre de José Mujica, cuando el presidente Bordaberry lleva a cabo "un golpe de Estado" contra la institucionalidad por él mismo representada y asume el rol de dictador, en 1973. Bordaberry, se volvió un agente de los militares, quienes encontraron en él, un aliado para combatir el auge del movimiento de inconformes y también la guerrilla. Y como es frecuente, al final, se deshicieron de él, "hallándole causas" para destituirlo y hacerle responsable de todo lo acontecido. Una historia un poco parecida a la de Fujimori.
Y una de las primeras acciones dentro de ese nuevo Estado de cosas, la naciente dictadura, detiene a un grupo de dirigentes del movimiento Tupamaros, que aparte de secuestros, según lo informado, solía asaltar bancos para financiar sus actividades contra "el modelo capitalista y el imperialismo". Un poco lo mismo de Abimael Guzmán. Quizás por la cercanía, uno aprendió del otro o ambos se inspiraron en lo mismo, el iluso sueño que el socialismo es un asunto de "poder de fuego". ¡Cuánto de eso tuvo Stalin en sus manos! Tanto que fue factor determinante en la derrota del nazi fascismo.
Es decir, Pepe viene de la escuela "socialista y antimperialista", pero de la que asumió la lucha armada en el área urbana, lo que parece como particularmente radical y hasta demasiado exigente y peligrosa para los osados inmersos en ella. Es una forma de lucha como demasiado exigente, peligrosa para quienes la asumen, como unos hombres ajenos al miedo, pues disponen de poco espacio y caminos para la evasión.
"Estas acciones dieron al MLN-T un prestigio fuera de fronteras que en algunos casos constituyó una leyenda con visos románticos, la revista estadounidense The New York Times les adjudicó –en 1969– ser los "Robin Hood de la guerrilla."
https://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_de_Liberaci%C3%B3n_Nacional-Tupamaros
Algo de este romanticismo reflejó antes la guerrilla cubana en la misma prensa norteamericana. Fue este un movimiento que, en su fase final, no sólo gozó de un gran apoyo popular en América Latina, sino también en Estados Unidos. Se desató y desarrolló contra un gobierno absolutamente desprestigiado en todos los sentidos. Era Cuba el gran burdel de América, la isla dorada de los contrabandistas de droga y los vividores del juego y la apuesta. Toda la cultura y práctica hamponil de Al Capone, se había trasladado a la isla antillana y en el gobierno tenía un socio y protector.
La lucha guerrillera contra Batista fue vista entre la gente común de Estados Unidos, como ya dije, tal que una versión moderna de Robín Hood y sus compañeros del bosque de Sherwood. Y en América Latina, con simpatía, porque luchaba contra una oprobiosa dictadura, en un momento que estas comenzaban a desmoronarse en nuestro espacio, pues las existentes estaban totalmente desprestigiadas. Y eso entusiasmó a muchos, pues parecían hacerse realidad los cuentos que les echaban y ellos querían oír para dormirse. No se le asociaba a la URSS y en verdad, esos lazos no existían.
Con posterioridad, ya habiendo ejercido el cargo de presidente uruguayo, en representación del Frente Amplio, vi una película sobre la vida de "Pepe" Mujica, que sólo habla de las duras condiciones de los años de cárcel, en donde se resalta su convivencia entre roedores, su comunicación demasiado frecuente con sus camaradas, presos en la misma cárcel, mediante un lenguaje cifrado que se expresaba en golpes sobre los muros, una especie de código morse muy rudimentario pero bastante útil. Quizás, esta forma de comunicación usada por años, volvió a Mujica un personaje hábil en eso de enviar y recibir mensajes cifrados, como poder hacerlo con algunos, pocos, sin que los otros, pese escuchen los ruidos, no se enteren del contenido, ni siquiera que está hablando. No hay en aquella filmación ninguna referencia a otros asuntos.
Siendo presidente, la única vez que se salió del libreto o molde donde se había encerrado, fue para decir una expresión indelicada contra Cristina Fernández, que por la fama de "el Pepe", el héroe conciliador, se le tomó como un chiste insustancial. Y, pese este último calificativo, ya "el Pepe", salió ganancioso.
Confieso que su elección, habiendo sido un militante guerrillero, "antimperialista y partidario del socialismo", como se definían los Tupamaros, de años no muy lejanos, me llamó profundamente la atención. Y hasta me generó grandes expectativas, porque imaginé eso significaba que Chávez acababa de ganarse un apoyo trascendente en la lucha que estaba impulsando, por lo menos en lo simbólico. Ya no se trataba de aliados, atraídos por la riqueza de Venezuela y la generosa disposición del presidente venezolano a usar la que entonces nos prodigaban los altos precios del petróleo y el alto volumen de producción de nuestra empresa, sino de quienes como él, estaban ganados y hasta formados para la idea de cambiar las formas de relacionarse en América Latina.
Creí, por el corto, pero grueso historial de Pepe Mujica, que ya no serían los Kirchner, un todavía desconocido Rafael Correa y uno que otro socialdemócrata más, quienes estarían al lado del presidente venezolano, sino un probado y formado izquierdista, procedente del grupo Tupamaros, marxista, socialista y sobre todo antimperialista. Pues Cuba, entonces como ahora, se limitaba, a jugar un rol más discreto, pragmático y hasta convencional, tal que prestar sus servicios en áreas como la salud, a cambio de lo que eso implica en las relaciones comerciales, mientras hacía, como ahora hace, no sin razón, todo lo posible por pasar inadvertida. Había quedado en el pasado aquella abundancia de discursos de Fidel Castro contra el imperialismo y el llamado a la lucha contra él, pero no creando nada sustantivo en el área de la economía, que es donde debe combatírsele, sino en un campo hasta donde más desventajas teníamos y tenemos, el militar y la lucha armada.
Pero el "Pepe" que, comenzó a aparecer en aquellos espacios donde se reunían con frecuencia los presidentes de América Latina, generalmente invitados y hasta incitados por Chávez, nunca reflejó la habitual conducta de los izquierdistas que, por querer cambiar al mundo, hasta se exceden en el discurso y movimiento. Más de las veces hasta pecan por exceso.
Su conducta de ahora era radicalmente distinta a la de "Los Tupamaros", y lo fue en exceso, pese uno entiende que la realidad, su rol, responsabilidades, demandaban prudencia y equilibrio. Pero tampoco esperaba que se fuese de sopetón al otro lado, como volverse toda una marioneta, para llamar la atención sin decir ni hacer nada sustancial. Pues, para excesos e imprudencias, ya teníamos bastante.
"El Pepe" no, desde el principio se mostró aparentemente discreto y callado, como quien no se sentía cómodo entre aquellos espacios y gente. Quizás, aquella mudez, de quien vivió obligado por años a comunicarse en aquel rústico código, el de golpear las paredes, al verse obligado a hablar con la gente, lo hacía de manera breve, cortante y hasta también cifrada, pues el "Pepe", hablaba enredado, como estilo poético y hasta hermético, de doble sentido, como con el fin que cada quien entendiese como lo deseaba. Y de esa manera, en aquellos eventos, donde se reunían presidentes como Chávez, Cristina Fernández, antes el esposo de esta, Lula, Lugo de Paraguay, pero también Santos de Colombia y hasta Obama, todos ellos terminaban sonriendo y satisfechos porque captaron "con claridad", el mensaje de "el Pepe". A ninguno en particular le cabía duda que "el Pepe" se había manifestado en su favor. Era un mensaje con destino, pero elaborado para que cada quien entendiese según su conveniencia.
En verdad, Pepe me generó, en principio, una enorme confusión; su discurso poético, breve, como surrealista, irónico por demás, me creo la idea que era su forma de combatir contra el imperialismo, de la misma manera que se comunicaba con compañeros presos y ellos con él, mediante toques discretos, pero firmes, en la rigidez de las paredes de piedra.
Nadie, de aquellas reuniones, salía inconforme con él. Todos, sin decir nada, pero sonriendo, aseguraban así mismos y a sus cercanos, que el "Pepe", había coincidido con ellos y era seguro su adhesión y respaldo. Con él, sin duda, había que contar. Y ganó fama de sabio que sabía manejar las contradicciones como venían, sin desgastarse ante un enemigo poderoso a quien no podía derrotar y uno le veía como flotando, evadiendo obstáculos, pero en su actitud firme y combatiente, la de "Los Tupamaros".
Y al "Pepe", extrañamente, empezaron a asediar; invitado y hasta objeto de reconocimientos, por su humilde forma de vivir, su modesto coche, un viejo Volkswagen casi destartalado; comenzó a ser visto como digno de entrar a los museos de coches norteamericanos, por lo que se le empezó a valorar en alta una cifra. Un millonario gringo hasta intentó comprárselo, como manera de homenajear a aquel ídolo y amigo. Y, a "el Pepe", la opinión pública norteamericana, los influyentes medios, como el New York Times, comenzaron a verle, desde sus perspectivas, como un personaje digno de reconocimiento. O lo que es lo mismo, comenzaron a verle como de ellos y en una inusual alta estima, tanto que el expresidente Costarricense, Oscar Arias, quien alcanzó el premio Nobel, y teniéndolo, se prestó para encubrir el golpe militar contra Zelaya, pasó, ante ese universo, a ser "plato de segunda mesa".
Pero ese Pepe, discreto o evasivo, que cuida su imagen, tratando de dejarla muy buena y hasta con aires de sensatez, ante un determinado mundo, espacio y hasta figuras, se vuelve procaz, insultante, en otro, como cuando habla de quienes evalúa débiles, cuando podría ser muy crítico, hace falta, dada su supuesta sabiduría´.
Cuando sabe hay alrededor suyo, viejos enemigos, a quienes ya se ha ganado para la amistad, dada su sensatez, habla enredado o deja la idea del personaje del cuento "El diente roto", de Pedro Emilio Coll. Y hasta vuelve a golpear las rocosas paredes.
Pero ¨Pepe", ante todo aquello, nunca ha sido capaz de preguntarse como August Bebel: "¿Qué he hecho, hasta la canalla me aplaude?", lo que unos cuantos preocupados suelen recordar.