¿Por qué el gobierno de Gómez duró tanto? (Parte I)

Viernes, 15/03/2024 04:20 PM

I.- La Bola va y viene.

La bola corría con suma discreción. De boca a oreja, iba de un lado a otro de Caracas. Llegó a los Andes como un susurro, estalló en gritería en Margarita y de esos sitios rebotó mansamente, silenciosamente. Nadie quería creerlo; era como imaginar que hubiesen desaparecido el Ávila, los páramos andinos o las Tetas de María Guevara. Desde 1908 a 1935 son veintisiete años y, cuando un gobierno llega a esa edad, uno termina por creer que no se acabará nunca. Los venezolanos, como más tarde los españoles con respecto a Franco, llegaron a pensar que Gómez era inmortal o que aún muerto seguiría gobernando. Por eso, cuando se anunció oficialmente la muerte del caudillo de La Mulera, aquel 17 de diciembre de 1935, el venezolano urbano no sabía cómo pensar esa muerte.

Con escepticismo se recibió la noticia. Fue necesario que la urna saliese a la calle para que, como dijese Domingo Alberto Rangel, la parálisis colectiva se desentumeciera. Y cuando hubo voluntad y las piernas dejaron de temblar, se continuó hablando con frases cortas, pronunciadas en susurro, mientras la mirada iba de un lado a otro con suma desconfianza.
Gómez supo cómo nadie manejar con habilidad y destreza todos los elementos que en su época garantizaban la estabilidad política.


Llegó el caudillo al poder cuando predominaban en el país relaciones semi serviles en el campo y artesanales en los centros urbanos. El 87 % de las tierras era controlado por un reducido grupo de propietarios. Estos estaban divididos entre quienes vendían sus productos al mercado externo directamente y grupos menores atados al capital mercantil intermediario. Para el período 1903-1904, se exportaron 54 millones de bolívares en café y cacao solamente. Si bien el dato cuantitativamente parece insignificante, no obstante revela que nuestra economía mantenía relaciones con el mercado internacional.
El sistema capitalista ha iniciado la etapa de las exportaciones de capital y temprano Venezuela establece ese vínculo. Aparecen las inversiones extranjeras; los ingleses invierten y también los americanos del norte. Temprano, un consorcio de esa parte del continente, se encarga de extraer asfalto en el Estado Sucre y el país padecía los efectos de una pesada deuda externa.
Todavía para 1908, Cipriano Castro gobernaba sobre Venezuela. Se había dejado venir de las cumbres andinas con una partida de hombres; lo acompañó su compadre Juan Vicente a poner " orden " en un país desordenado y cadavérico.

Castro encontró una deuda externa grande, muy grande y él se encargó, como era y es costumbre entre nuestros gobernantes (salvo Gómez), de hacerla más grande todavía. Cuando pudo determinar el monto de la misma, en 189 millones de bolívares, se declaró en quiebra y manifestó la incapacidad de las rentas nacionales para cumplir holgadamente con aquel serio compromiso. Por esos días, un hombre vinculado al capital usurario, al de adentro y al de afuera, llamado Manuel Antonio Matos, anduvo sublevando gente y armando partidas guerrilleras contra Castro.

El capital externo se sentía incómodo e inseguro con los desplantes del "Cabito" y la mayoría de los venezolanos tampoco tenía motivos para sentirse a gusto con su gobierno.

II.-A Castro lo tumbó un riñón.

Por eso, cuando Castro hizo público que sus riñones le estaban molestando demasiado socarronamente, Gómez, entonces vicepresidente, le dijo, "váyase tranquilo compadre que yo le cuido el coroto". El presidente, ni corto ni perezoso, arregló sus macundales y tomó el primer barco que encontró surto en La Guaira con destino al viejo continente.

Todavía se podía ver desde el cerro El Gavilán la estela de humo que iba dejando el barco que llevaba al presidente, cuando el vice, encargado del gobierno, pidió al embajador de Brasil, entonces a cargo de los asuntos de Estados Unidos - país con el cual Castro había roto relaciones-, que solicitase la intervención de la marina americana. Casi inmediatamente, tres barcos gringos: El Maine, Des Moines y Nort Caroline arribaron al primer puerto venezolano a proteger al nuevo amo.

Aquella solicitud de ayuda, dirigida a gente exigente y desconfiada, fue acompañada de los siguientes ofrecimientos:

a. Pagar todas las deudas extranjeras.

b. Respetar los bienes de los ciudadanos norteamericanos y,

c. dar al capital externo las mejores oportunidades.

Como una manifestación concreta e inmediata de confianza, en febrero de 1909, se firmó el protocolo Buchanan-Gómez según el cual la nación venezolana eximía al trust norteamericano del asfalto, New York Bermúdez Company, de cancelar la pesada multa que le aplicó un tribunal por haber intervenido en la política interna en apoyo a Manuel Antonio Matos.

Desde el primer momento, Gómez quiere dejar constancia que su gobierno será de "orden y trabajo" y por eso dice que se propone "amparar las industrias contra odiosas confabulaciones" y ofrece "pacífica solución" para todas las contiendas internacionales.

El capital externo se siente atraído hacia aquellos predios donde impera "la tranquilidad y el orden" y precisamente, esto es lo que Gómez ofrece en demasía; ya que para 1912 ha entrado al país un monto de 151 millones y medio de bolívares, procedente de Estados Unidos y Holanda; y los ingresos al fisco nacional se han colocado por encima de los egresos.

III.- Los Gochos Vinieron a Poner Orden

Cuando los andinos bajaron de la sierra hacia el piedemonte y se dirigieron a Caracas, traían entre ceja y ceja la idea de darle unidad al país; de modo que fuese posible el desarrollo de la economía. Aspiraban unificar el mercado interno, desintegrado por las guerras intestinas y crear las condiciones para que Venezuela se abriese al mercado externo y a la penetración del capital foráneo. Para ello había que imponer orden, estabilidad y darle coherencia y unidad a las fuerzas militares que habrían de apuntalar al Estado.

Lo que se había llamado ejército entre los años 1863-1900, no era más que múltiples y dispersas partidas regionales afectas a pequeños jefes, quienes a su vez rodeaban a diversos caudillos. La disciplina militar o castrense tenía el carácter de dependencia económica o de compadrazgo. Más que un ejército de Estado, se podía hablar de huestes anárquicas y personalistas, propias de un estado feudal y no de una nación vinculada al sistema capitalista mundial.

Con Gómez, comienza a forjarse el ejército como un cuerpo identificado con el Estado Venezolano. Al mismo tiempo se crearon el Estado Mayor y la Escuela Militar. Desde Chile, Gómez hace venir a un oficial de apellido Mac Gill, quien se encargará de organizar ese ejército.
El régimen de Gómez se estabiliza en sus primeros momentos en base a las siguientes circunstancias:

a.- La ayuda de los países en etapa imperialista por la política complaciente para con ellos adelantada por el gobierno.

b.- la acción represiva del gobierno, encomendada a un cuerpo profesional y coherente, identificado con los intereses del Estado.

c.- por las constantes derrotas sufridas por el pueblo mal orientado y peor dirigido por unos caudillos decadentes.

Hoy se admite que, el mayor mérito de los andinos y particularmente de Gómez, es haber unificado al país; Maracay o Caracas, según los designios de Gómez, llegaron a convertirse en los centros de poder que paralizaban o ponían en movimiento a Venezuela toda. Esta meta era indispensable para el desarrollo capitalista del país y una aspiración del capital internacional. El flujo de capitales y de mercancías requiere tumbar las barreras que levanta la dispersión.

Gómez logró ese objetivo y contribuyó con la expansión de la economía venezolana, lo que se prueba con la contundencia de las cifras. Como ya hemos señalado, en un plazo corto entraron al país más de 151 millones de bolívares de inversión y para 1913, la exportación de café alcanzó la cifra de 87 millones de bolívares, casi tres veces superior al año 1904. Luis Cordero Velásquez señala que, en el lapso 1913-1914, los grupos burgueses expresaron su solidaridad con el gobierno. Un grupo denominado "Obreros al Trabajo" envió un mensaje en el que, entre otras cosas, afirma "no hemos de faltar obreros del trabajo y beneficiados grandemente en todo tiempo por su mano generosa".

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