La orden viene "de arriba"

Domingo, 31/03/2024 03:56 PM

La frase que titula este artículo es normal en las organizaciones jerárquicas y autoritarias. La escucharon con cierta sorpresa y decepción quienes, en los primeros años del "chavecismo", ilusionados con que, al fin, había llegado la hora de la autoorganización del pueblo en una "democracia radical", trataron de que efectivamente, la gente eligiera y deliberara libremente lo que los consejos comunales debían hacer. Ahora es común escucharla en cualquier instancia del gobierno o del Partido (es igual) o en los cuarteles, donde es más propio. Dicen que se escuchó claramente cuando bloquearon la inscripción de la Yoris como candidata, o la de Manuel Isidro Molina, o cuando le negaron por enésima la legalización de Marea Sociales o REDES, o cuando se "rasparon" la tarjeta del MAS aun cumpliendo con todas las de la ley. Dicen que se escuchó cuando obstruyen la defensa propia de la doctora San Miguel, o cuando amenazaron a alguien de que le meterían 30 años a cambio de que confesara ante unas cámaras que sus compañeros de Partido han conspirado en un "magnicidio". En fin, la frase es ubicua en esa estructura única, autoritaria, centrada en el Jefe único, en que ha devenido el Estado y sus apéndices, el Partido, las Fuerzas Armadas, los ministerios, los tribunales y demás ramificaciones de la Administración Pública.

La frase, con una clara metáfora de espacio ("arriba"/"abajo": ¿está claro?), hace eco con otra que da pena ajena: lo que diga…(aquípuede el lector colocar Chávez o Maduro). Son frases propias de una estructura y una cultura autoritaria. Y ellas, a su vez, se refuerzan si el Estado ya no es regido por leyes, normas y reglas públicamente conocidas y aprobadas, sino por la pura y simple voluntad del "Jefe" o, en su defecto, de los "jefecitos" que son como capataces del primero o pequeños hacendados permitidos por el hacendado mayor. Como cuando Gómez, pues. Se supone, para una concepción moderna, que el Estado es de todos los ciudadanos; pero en el Estado patrimonialista no es así: le pertenece al Jefe, a sus familias, a sus socios y sus capataces.

Esa simbiosis de autoritarismo y Estado Patrimonialista fue lo que traté de explicar en un artículo anterior. Por supuesto, los efectos de esa configuración política, se hace sentir en el lenguaje, en la información (o, mejor, desinformación o simple censura) y en lo que George Orwel llamó "el control del pasado". Ejemplo de lo primero es llamar "administración de la carga" a los simples apagones que se producen todos los días en este país, para normalizar un colapso de los servicios de electricidad debido a las inversiones que no se hicieron porque los reales se los robaron. Hasta en anuncios oficiales se acusa a la fauna de los fallos de luz en Maracaibo. Junto a la manipulación del lenguaje, para impedir pensar o al menos informarse y referirse a las cosas con el nombre que le corresponde, se ejerce la censura y el silencio que llama al olvido. Por hacer sistemáticamente silencio, se logra, por ejemplo, olvidar preguntar dónde está Tarek El Aisami; hay el peligro de que no se sepa por fin qué pasó con la Doctora San Miguel o de la averiguación acerca de las torturas a destacados militantes del PSUV como la pareja que se atrevió a denunciar hechos de corrupción en PDVSA. El olvido aquí, ayuda a la mentira.

Maduro dijo en el mitin de inscripción de su candidatura ante el CNE que los venezolanos "vivimos en una democracia plena". Por supuesto, esto es falso. Aquí lo que hay es una democracia de "baja calidad" o un simple autoritarismo en el camino de Daniel y la Chayo en Nicaragua. Todos los hechos muestran que el Presidente miente, sistemática, alevosa y premeditadamente. Así como fueron falsas sus promesas de "reactivación del aparato productivo" hechas todos estos diez años (demasiado, ¿verdad?). Como fueron falsas las promesas de proteínas en las bolsas CLAP o un aumento de salarios o el mejoramiento de los hospitales o cualquier cosaque ofrecen. Como fueron falsas sus ofrecimientos de cumplimiento del "Pan de la Patria". Como suena falsa la manipulación de la figura, aun atrayente para muchos venezolanos, de Chávez.

Los hechos muestran (para quien quiera ver) que Venezuela es hoy una democracia de "muy baja calidad". Aquí no se está cumpliendo con el criterio mínimo democrático que es que la población elija a sus gobernantes con la más amplia participación. Hasta presuntos aliados del gobierno del PSUV como Lula y Petro, así como José Mujica, y no Washington, señalan que en Venezuela no se cumplen con las reglas propias de cualquier democracia. Mientras tanto, avanzan las investigaciones y pronto habrá un veredicto acerca de los crímenes de lesa Humanidad de este gobierno.

Al mismo tiempo, se anuncia una ley "antifascista" pensada y elaborada, casi que con nombre y apellido, contra los que demostraron en la calle su oposición entre 2015 y 2017. Por supuesto, es un camino inspirado en Daniel Ortega y la Chayo en Nicaragua. Tal vez con cierta referencia a Putin, como afirma Fernando Mires. Por supuesto, como dice el mismo sociólogo chileno, Venezuela no es Rusia ni Nicaragua. Aquí no hubo una insurrección popular que echara un dictador patrimonialista como en le país centroamericano. Tampoco se trata de recuperar una historia y unas tradiciones de gran imperio como las de los rusos. Más bien es el autoritarismo de una mafia, de un cartel, de una organización criminal que se ha dedicado a enriquecerse vendiendo, sin ninguna consideración, las riquezas mineras del país, vendiéndolas al mejor postor, aprovechando oportunistamente las fisuras geopolíticas del mundo de hoy.

No podía faltar la "santa simplicidad" de los pobres devotos, como en la ejecución del gran hereje Giordano Bruno. De los mismos que maldecían al gran pensador en su camino a la hoguera. En este sentido, podrían titularse "Testimonios del derrumbe" a las patéticas crónicas del amigo Rodríguez Olmo: figuras adoloridas de pobreza, impotencia, hasta de indignación por la vagabundería que reboza y se nota; pero al mismo tiempo, derretidos de lealtad, de "santa simplicidad", sin sentido, que hasta muestran empatía hacia el miedo del Presidente ante las supuestas "conspiraciones magnicidas". A la constatación del hambre, de las necesidades, se suman las constataciones de que están robando, que hay una nueva capa de burócratas y nuevos ricos corruptos. Pero siguen ahí, muchas veces por miedo a ser golpeados si muestran alguna señal de protesta. Porque otro estilo propio del autoritarismo es "jalar al de arriba y patear al de abajo".

El Estado se ha convertido en el patrimonio de un grupo de "vivos" que hasta defienden una organización criminal internacional como "El Tren de Aragua", porque los gobiernos de todo el Continetne "están exagerando". Marx y Lenin se quedaron pendejos, amigo Marcos Luna. Ellos hablaron de "Junta administradora de los asuntos de la burguesía" para caracterizar al Estado como aparato de dominación de clase, como factor de estabilidad de todo un modo de producción. Esta es una definición con un nivel muy alto de abstracción y generalidad, se refiere a un periodo de varios siglos, a muchos países, Pero lo que observamos aquí y ahora es ya otra cosa: es retroceder al Estado como instrumento de un grupo de compadres. Es una "Democracia de baja calidad", un autoritarismo con máscaras que se le "el bojote". La ideología, esas frases autoritarias y esos miedos propios de delincuentes ante su posible castigo futuro, pero compartidos irreflexivamente por un grupo de pendejos, es nuestra propia "falsa conciencia". Son como el muchacho que va corriendo tras la esperanza que se le va, como canta Alí Primera. Expresión de una profunda ingenuidad unida a una falta de razonamiento crítico y también de valentía para asumir la verdad que reconocen en voz baja para que no los escuchen por temor a las consecuencias.

La frase que da título a este artículo ha asesinado aquella mítica "movilización protagónica del pueblo" que se creyeron de Chávez. Eso, si es que alguna vez existió, se terminó hace tiempo. Hay que asumir el duelo, aceptar que eso acabó y estamos en otra cosa: un Estado patrimonialista, oportunista en lo geopolítico, burgués de nuevo rico, vinculado al crimen organizado. Por ahora solo queda llamar a votar, para que no haya abstención e impedir que puedan ganar usando sus armas de manipulación, censura, represión, mentira, división y desaliento.

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