Todo está arreglado para que el próximo 28 de julio, Maduro sea reelecto como presidente, y eso va a ocurrir aunque tenga tan solo el apoyo de menos del 10% del electorado, cifra que puede ser comprobada en la calle. Los otros 12 candidatos no cuentan, porque su rol fundamental, es servir para mostrar un decorado democrático de un escenario que tiene en la obscuridad del trasfondo, ser unas elecciones que no se rigen por los principios constitucionales de la democracia participativa y protagónica sino por la vocación tiránica del madurismo.
Por esta razón, consideramos que una propuesta verdaderamente democrática es impulsar la abstención como un voto de repudio contra el gobierno pero al mismo tiempo que esté cargado de esperanza por transformar radicalmente la realidad para sacar de la pobreza a las grandes mayorías populares donde fueron hundidas por el madurismo con la complicidad del sindicato de los explotadores; fedecámaras, y de la oposición progringa. Esta y no otra, debe ser la tarea hoy más importante sobre la cual deberíamos los empobrecidos y traicionados del chavismo y los empobrecidos y traicionados de la oposición en ponernos de acuerdo
Una propuesta de abstencion hecha de esta forma y con ese contenido, abriría una perspectiva interesante, que provocaría una ruptura en la manera, hasta hoy, de planterse soluciones que nunca se concretán, porque dentro de este sistema en crisis nunca las habrá y menos si son soluciones radicales que apuntan a la construcción de una sociedad donde impere la justicia social, la libertad de oportunidades y el poder del pueblo.
Con este enfoque incluso, pudiera iniciarse un cambio de correlacion de fuerzas que favorezca la aparición de condiciones para construir una alternativa popular, pero además, serviría para desmarcarse de la conducta de un tipo de izquierda, integrada al sistema, que depende de este para moverse y que está siempre presta para hacerle el más gordo servicio a lo poderosos pero al pueblo el más flaco favor.
Un llamado organizado y masivo a ejercer el derecho constitucional a la abstención como una forma de votar. Visto desde este ángulo puede ensayarse con el sentido estratégico de que se convierta (el llamado) en un gran movimiento de repudio, en un movimiento de masas y que a partir de allí se fluya hacia la constitución de una poderosa fuerza material, hacia la edificación de una nueva mayoría política, que sostenga un programa al servicio del pueblo.
En conclusión, el pueblo no tiene candidato porque la tiranía se lo impidió, por eso va a ejercer el derecho a abstenerse como su forma de votar.