El periodista Juancho Marcano bajo uno de los datileros del jardín, escribía en su celular un texto para publicarlo en una página web, en la cual, por lo general, escribe; lo hacia con una brisa fresca y la sonrisa de las plantas y la alegría de las flores del jardín, pues la noche anterior y parte del día, unas lloviznas les había traído besos y caricias, de ahí tal contentura, y lo mejor era que el clima estaba puesto como para que viniera de nuevo el chubasco con sus refrescantes regalos.
El perro Pipo estaba echado sobre una silla y observaba la alegría del paisaje que había provocado la lluvia y también estaba contento, pues si su amigo Juancho se alegraba, él también lo hacía, no en su medida, pues el periodista lo hacía mucho más, porque sentía en lo más profundo de su alma la alegría de sus plantas y de otras que estaban a los alrededores. Por esa actitud alegre del periodista y del paisaje, el perro, comentó: "Juancho en verdad que cuando llueve, el día como si se maquilla en el espejo de la alegría y sale a relucir su emoción, como rogando y hasta provocando a la lluvia como para que ésta vuelva otra vez."
El periodista que aparentemente estaba concentrado redactando su artículo que semanalmente publica en páginas web y redes sociales, tuvo que detenerse y colocar el celular a un lado, y acotó: "Es así, Pipo, los días más bonitos que tiene este pueblo es después que ha llovido, pues la lluvia forma parte de la historia de este lugar, es más, el día que se escriba la misma, con todos sus puntos y comas, la lluvia tiene que tener un capítulo aparte, porque la Tacarigua de Margarita, vivió mucho tiempo de la lluvia, pero también sufrió cuando ella se tardaba en venir y los conucos no producían y las personas abandonaban los sembradíos y se marchaban a tierra firme a busca el pan para su familia. Pero volviendo, el día está alegre y hermoso, y quisiera seguir hablando, pero estoy escribiendo, Pipo".
- ¿Por qué tú escribes, Juancho?, preguntó Pipo, apurado:
- Para que me quieran más, como dijo alguien por ahí, y también, quién quita, para cambiar el mundo, pues bien lo dijo Martín Lutero: "Si quieres cambiar el mundo, toma tu pluma y escribe".
Pipo, entendió y siguió contemplando las sonrisas de las flores.