Aquel 19 de abril y luego la constitución de 1811 solo corrieron las arrugas y todavía con ellas andamos

Jueves, 18/04/2024 02:20 PM

Aquel jueves santo, 19 de abril de 1810, casi se simboliza con Don Vicente Emparan, recientemente llegado de Cumaná, donde gobernaba esta provincia, a desempeñar el cargo de Capitán General de la Capitanía General de Venezuela en Caracas, asomado al balcón del Cabildo de aquella ciudad y a su espalda, el cura chileno José Cortés Madariaga, haciendo señales al pueblo concentrado en la parte de abajo, para dijese ¡No!, cuando el primero preguntó si no querían que siguiese al mando. Pero es dudoso que abajo, en la medida deseable, estuviese el pueblo, aunque fuese de Caracas y sus alrededores, pues seguro no estaban los esclavos y los pobres, que por serlo, la constitución de 1811 ignorará.

Y quiero recordar, por el carácter de las contradicciones de las que hablaré luego, como ese cura chileno, a quien poco hemos rendido reconocimiento, salvo por aquel gesto, se mantuvo en permanente oposición hasta su muerte, frente al mantuanaje, que a partir de ese día, cuando Emparan abdicó al cargo que ostentaba, por el rechazo de la gente y hasta de las fuerzas militares controlados por los sublevados, hasta morir en Río Hacha, Colombia, a donde llegó como combatiente de las fuerzas independentistas.

La historia oficial, siempre de parte de los vencedores, no le perdonó nunca a Madariaga fuese opuesto al centralismo propuesto por Bolívar, menos ante el mantuanismo y estuviese siempre solidario con los patriotas orientales y hasta por participar en el llamado Congresillo de Cariaco.

Aquella no fue la primera manifestación contra el dominio español. La historia oficial en las sociedades clasistas, siempre ignora lo que hacen los pueblos, humildes y explotados. Le ha parecido que en todo gesto de estos está ausente grandeza y nobleza; sólo prevalecen bochinche, desorden, guachafita y rochela; por eso destinado está al olvido, ignorancia y hasta dejadez de parte de los archivos. Los negros cimarrones, alzados contra la explotación y organizados en comunidades solidarias, como los quilombos brasileños, pasaron a la jerga de la dominación como sitios despreciables, hasta de prostíbulos habla el Drae, por algo es "de la real academia española" y en Venezuela le llamaron despectivamente rochelas. Hasta la novelística venezolana del avanzado siglo XX, así lo percibió.

Ciertamente la de abril, fue la primera de blancos criollos, o mantuanos, como en una extraña expresión contra y a favor al mismo tiempo de la monarquía española. Contradicción que tendrá que ver con la fugacidad de aquel experimento. Para decirlo, a la manera del discurso festivo fue un extraño aquelarre clasista que, pese lo concurrido, no dejó de excluir. Propietarios de tierras y esclavos; comerciantes, más o menos grandes y pequeños; contrabandistas, en fin mantuanos, pardos, blancos, isleños, intelectuales progresistas y hasta monárquicos, por preservar lo que Napoleón en Europa deshacía, se acordaron por conservar "los derechos de Fernando VII."
A los pobres del campo y la ciudad, los venidos de África y sus descendientes, les dejaron fuera.

También es verdad que parte de aquel mantuanaje, aún después del 5 de julio de 1811, dudó de la pertinencia de declarar la independencia. Lo que no tuvo nada de extraño ni distinto a sus aspiraciones iníciales.

Hasta ese día de abril se habían producido distintas manifestaciones de inconformidad. Se llegan a contar más de veinte. Pero todas ellas fueron más contra la esclavitud y el carácter de las relaciones comerciales, que por el sistema en su conjunto. Negros alzados, amotinados en quilombos y rochelas, no tuvieron importancia alguna; como tampoco, toda aquella reacción de contrabandistas por obligación, acosados y reprimidos por la Guipuzcoana, porque en eso andaba el pueblo rebelde pero no por el deseo de aparecer en gestas precursoras.

La protesta de Juan Francisco de León, en Panaquire, sólo aspiró un mejor tratamiento de parte de la Compañía Guipuzcoana para los hacendados y comerciantes de Barlovento; lo que le reportó el respaldo lógico de los mantuanos del Cabildo caraqueño.

En cambio, el negro libre José Leonardo Chirinos y Gual y España, atentaron contra la espina dorsal del sistema. Sus programas vincularon la independencia de Venezuela con el abolicionismo.

El movimiento de José Leonardo Chirinos expresó el interés de los esclavos y de los grupos intermedios. Gual y España, con sus protestas sociales y económicas, que incluía solicitud de comercio libre, recogieron el deseo de muchos, menos de las autoridades coloniales, opuestas a la independencia y de mantuanos contrarios a la eliminación de la esclavitud.

Por esto, no fue raro el gesto mantuano de salir a las calles de Caracas y La Guaira a pedir las cabezas de Gual y España y, cuando en Coro, organizaron partidas de cacerías de cimarrones afectos a José Leonardo.

Esta experiencia confirma algo que muchos políticos no deberían olvidar. La necesidad de establecer prioridades; definir la contradicción fundamental, los aliados y acciones correspondientes para resolverla. Ahora mismo, esta reflexión cobra un enorme valor.

El 19 de abril condujo a la formación de una junta de gobierno a nombre de Fernando VII, porque los grupos más progresistas, provenientes tanto de los mantuanos como de los pardos, hicieron concesiones al mantuanismo conservador para llevarle a aquella toma de posición.

La declaración de independencia y abolición de la esclavitud fueron postergadas. La primera se alcanzará en 1811, dando nacimiento a una república nonata que naufragará prontamente para sumergir a los venezolanos en una larguísima y cruenta guerra por la independencia. Sin olvidar que, como dijese Alí Primera, después de derrotado aquí, aquel español "se volvió gringo" y continuó el dominio. Lo segundo, lo del abolicionismo, es una historia larga, penosa y habla muy mal de las clases que dominaron política y economía venezolanas en ese período.

Esta Constitución de 1811 y en base a ella, donde se mantiene el régimen esclavista, sólo le permitía el derecho de votar a quienes tuviesen un determinado nivel de renta, favorece a los mantuanos para el control de las tierras cultivables y convierte a estos propietarios del abundante ganado orejano, sin dueño, desperdigado en las sabanas abiertas, se convertirá en una causa determinante para el estallido de una muy larga guerra y hasta de la aparición de figuras muy discutibles de la historia venezolana, como lo fue, entre otros, José Tomás Boves y todavía por ella, permanecerán intactos los motivos que desatarán la Guerra Federal.

Pues esa Constitución de 1811, elaborada por los grupos que dominaron la escena y el naciente cuadro político a partir del 19 de abril de 1810, contribuyó a ahondar las diferencias entre los venezolanos, tanto que, menguada la contradicción representada en el colonialismo español, emergió la inherente a mantuanos y el resto de los factores de la naciente república, lo que aprovecharán, las aún vivas fuerzas partidarias de España y el régimen monárquico mismo, para desatar aquella guerra larga y destructiva, donde en buena medida, se enfrentaron unos venezolanos contra otros.

Y este enfrentamiento entre venezolanos fue duro y largo, unos comandados por patriotas y otros por individuos como Boves, cuyas fuerzas eran las del pueblo, campesinos despojados y esclavos, a causa de las contradicciones como ya dijimos, formalizadas o legalizadas por la constitución del año 1811. Aunque es bueno advertir, que "el terrible asturiano", como le llamaron, no fue propiamente un combatiente sujeto a la autoridad española, tanto que ha sido llamado por algunos autores, como el primer caudillo popular venezolano. Hay documentos que muestran cómo entre los altos mandos españoles no se le tenía confianza y él tampoco operaba dentro de los planes de aquellos.

Aquel 19 de abril corrimos una arruga que estalló luego con aquella larga guerra contra España y entre nosotros mismos. Y vinieron después nuevas guerras intestinas, como la Federal, que acabaron con la gente, los recursos y hasta sueños. Y aquí estamos, atrapados en un conflicto entre nosotros, donde EEUU, por lo mucho que tenemos, nos divide y manipula, como si aquel 19 de abril y la guerra contra España, la batalla de Carabobo, la gesta bolivariana de nada hubieran servido. España se vino a menos y el neocolonialismo apareció con el capital estadounidense y el brote del petróleo. Y esto último, el neocolonialismo, el capital externo y las riquezas que la fortuna nos dio, a los venezolanos nos vuelve enemigos y las ciudades y pueblos de hermanos se vuelven campos de guerra; se distancia la gente y hasta enfrenta con furia y hasta odio. Y en estos, de un lado y del otro, estamos nosotros mismos, los hijos de Bolívar y los héroes de la patria. Mientras los verdaderos contrarios en esta contradicción, a nosotros los venezolanos, como a perros furiosos nos azuzan, enfrentan, hasta que nuestras fuerzas desfallezcan y terminemos vencidos y dominados, como si el 19 de Abril de 1810 y las luchas posteriores, de nada hubiesen servido. ¿Pues de qué sirvieron las luchas de Bolívar, Sucre y todos los patriotas juntos, si pudiéramos terminar rendidos por destruirnos entre nosotros mismos, mientras los verdaderos contrarios nos azuzan a pelear y ellos esperan el resultado? El "vencedor", en esas circunstancias al final, terminará menguado y entregado.

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