Las recientes elecciones presidenciales en nuestro país han puesto de manifiesto una vez más la fuerza del pueblo y la debilidad de los intereses externos y mediáticos. El candidato de la Patria, Nicolás Maduro, convocó una concentración en Aragua mediante el vicepresidente del PSUV Diosdado Cabello, específicamente en el sector La Victoria, logrando llenar una larga avenida con una multitud de seguidores entusiastas. Este hecho no solo demuestra la popularidad y el apoyo genuino del pueblo hacia su candidatura, sino que también reafirma el compromiso y la conexión directa que tiene con las bases populares.
Por otro lado, el candidato de derecha, Edmundo González Urrutia, a pesar de contar con el respaldo masivo del aparato mediático, el apoyo de Washington y el respaldo de la señora Machado, no logró llenar ni una cuadra de la misma avenida. Esta desproporción en el apoyo popular es una clara señal de la falta de conexión y legitimidad que Edmundo tiene entre la ciudadanía. Su primera aparición en público fue un reflejo de esta desconexión: un discurso leído, insípido y carente de la pasión y la autenticidad que que sus seguidores demanda y desean; la aparición fracasó.
La elección del sector La Victoria, para ambas concentraciones es simbólica y decisiva. Este lugar histórico, que evoca la resistencia y las victorias populares, se convirtió en el escenario donde se contrastaron dos visiones de país: una que emerge de la lucha y el compromiso revolucionario, y otra que depende de influencias externas y mediáticas sin arraigo en las realidades y aspiraciones de nuestro pueblo.
El fracaso de la concentración de Edmundo no puede ser atribuido únicamente a la organización o al mensaje, sino a una falta de proyecto que realmente represente y entienda las necesidades del pueblo. Por el contrario, Nicolás Maduro ha demostrado que su campaña no es solo una propuesta electoral, sino un movimiento popular arraigado en la justicia social, la igualdad y la soberanía nacional.
Este análisis deja claro que la verdadera fuerza política no se mide solo en recursos mediáticos o apoyos externos, sino en la capacidad de movilizar y representar al pueblo. La concentración masiva en Aragua es un reflejo del compromiso del pueblo con el proyecto revolucionario y la evidente derrota del candidato de la derecha Edmundo González, el títere de Washington, cuya falta de apoyo popular en La Victoria augura un resultado desfavorable en las elecciones.
Definitivamente, los recientes eventos en Aragua no solo definen la dinámica electoral actual, sino que también reafirman la resistencia y la esperanza del pueblo en su capacidad de decidir su propio destino. La revolución sigue siendo la voz y la fuerza del pueblo, mientras que la derecha, con sus apoyos externos, continúa alejada de las verdaderas necesidades y aspiraciones del Pueblo venezolano.