Un Golpe de Estado lo indica su nombre es un atentado contra la estabilidad institucional en una nación, su principal objetivo, cambiar de forma súbita un régimen de manera espuria, con toda la violencia que se requiera, y saltándose todo el ordenamiento jurídico y electoral, colocarse al margen del estado constitucional. En consecuencia, se actúa sin convencionalismos, lo que aumenta las reacciones entre quienes están involucrados desde ambos bandos en disputa, acciones y actores intelectuales y materiales que siguen las órdenes y lineamientos, de las operaciones por parte de las fuerzas armadas involucradas, y de los operadores desde las instituciones de la sociedad. Pueden dar golpes de Estado grupos facciosos, líderes de partidos políticos con apetencias personales, con pretensiones de llegar al poder sin pasar por casaome, como lo establecen las normas del juego democrático. Incluso grupos económicos poderosos, consorcios que contratan mercenarios, o sectores de las fuerzas armadas, descontentos con las políticas que califican como erradas y no cónsonas con los intereses de la patria; o sentirse defraudados por cómo la superioridad en la cadena de mando, gobierna sin ética ni moral, y nada hace para frenar con contundencia los casos de corrupción en los altos niveles del ejecutivo y demás poderes públicos, pese a las denuncias y alertas tempranas, haciéndose de la vista gorda , mientras se roban los bienes de todos y todas en la nación.
Se resaltan otros aspectos que tratan sobre los conflictos políticos internos y las divisiones que se generan a nivel social por tensiones relacionadas con las etnias, las religiones, la propia cultura, que sin duda pueden llegar a contribuir a la inestabilidad y por el deseo de cambios. La crisis generada por los problemas económicos graves, son factores de primer orden que pueden conducir a la búsqueda de soluciones radicales; o como ya se dijo las ambiciones personales de personas que ejercen algún liderazgo y que aspiran, apoyado por un sector a la toma del poder. Es importante mencionar que en tales circunstancias hay de cierta manera el apoyo de gobiernos extranjeros que actúan desde sus embajadas o consulados, violando la soberanía del Estado bajo un golpe de Estado generado en el caos propicia escenario idóneo para derrocar a un gobierno legítimo o puede que sea un auto Golpe de Estado. En todos ellos, las consecuencias son por decir lo menos terribles y desventajosas para la población en general, y para todo el país en particular, con graves pérdidas de vida humanas y cuantiosas pérdidas materiales, dependiendo de cuánto se prolongue el estado de sitio, hasta que se restablezca la calma. Implica tomar medidas extraordinarias, suspensión de algunas garantías constitucionales, de libertades civiles, de derechos individuales, que afectan la estabilidad política, económica, social, y la seguridad jurídica. En general el cambio que se genera es abrupto, y nuevos liderazgos se asoman al ruedo entre la correlación de fuerzas, y la generación de incertidumbres, que pueden llegar a afectar las relaciones con el resto de los Estados y naciones en los organismos internacionales, donde las presiones estarán en la agenda del día, para que se aseguren los derechos humanos, frente a las medidas autoritarias de quienes se han impuesto en el poder y pasan a controlarlo a su manera a su manera. Muchos condenaron el golpe de Estado, a través de medidas diplomáticas y de políticas exteriores, lo que aumenta la tensión interna, lo que contribuye a que se agraven las consecuencias y la propia afectación de la nación en tal trance y situación trágica, circunstancias en las que la contabilidad arroja pérdidas.
La historia es prolija en acciones de este tipo, contándose por centenares en el último siglo transcurrido, y hablamos de los golpes de Estado efectivos, porque la cuenta es mucho más larga si se incluyen los intentos fallidos. Pese a que se ha avanzado un largo trecho en materia de canalizaciones respecto a establecer pesos y contrapesos para evitar salirse a la torera del marco constitucional en las naciones con regímenes políticos democráticos, la realidad es tal, que a veces se pretende cambiar las reglas del orden en medio del río, y por las diversa razones políticas, sociales, económicas, y por las propias ideas que calan entre los grupos, sectores y partidos políticos con mayor fuerza en los gobiernos, por tradiciones conservadoras o por ser más liberales o progresistas, más socialistas, pueden llevar a extremos sus posturas, y dar al traste con el estado de cosas en el Estado y sus políticas en el gobierno. El sistema democrático ha venido aplicando sus propios antídotos, lo cual no es suficiente cuando la carga viral es elevada, se trata de reivindicaciones populares, del saneamiento de las instituciones, de poner en primer orden a la gente, motivaciones sobran y a ellas se agregan otras asociadas a los propio espectro del sistema, y al que se pretende instaurar a cambio. Lo que debería privar siempre es que se actúe dentro del marco constitucional, que prevalezca el derecho, la justicia, las instituciones y las garantías de paz y concordia entre todos y todas, que la convivencia ciudadana evite las salidas calenturientas para ponerle las manos a la nación a través de un golpe de Estado.
Otra cosa es que se haga una revolución ante el estado de cosas insostenibles, como las ocurridas en Venezuela desde 1945 en adelante, que pese a una triste herencia caudillista y oligárquica instaurada en el imaginario colectivo, nos mantuvo por tres décadas prácticamente bajo el régimen dictatorial del gomecismo, luego del golpe del 45, del 48, del 52, electoral, dos en el 92, fallidos ambos. Entonces iniciado un período de reacomodo y reagrupamiento de las tendencias políticas de derecha y de izquierda, a veces extremas, otras más moderadas, nos han mostrado e esquema de un perfil que pasa por todas las gradaciones de las clases sociales y de los partidos políticos sociales de base, algunos cristianos otros ateos, donde el pueblo está disperso, cuando no extraviado frente a tantos conceptos que ignoran, porque no saben mucho sobre política, de las interpretaciones y comparaciones en base a su constitución, sus programas y proyectos, y a quienes dicen beneficiar, cuando la realidad es otra, y lo vemos en la actualidad, donde quienes se instalan en el gobierno, maniobran hasta quedar atornillados al poder, incluso se sueldan a él, pretendiendo eternizarse en él, haciendo caída y mesa limpia con la nación, pese a un discurso hecho a la medida de las circunstancias que a todas luces es retórica, labia, facundia, engaño, manipulación, mentira; volviendo de nuevo al yugo del cual hay que desprenderse, y es cuando ante tales abusos y el sojuzgamiento de las mayorías por una minoría enquistada, que ni atiende a los llamados de obedecía al soberano, ni a los reclamos por salirse del marco constitucional que cambian y aderezan al gusto de quienes están en control de las instituciones constituidas, no constituyentes, hacen que sucumban los entendimientos entre gobernantes y gobernados.
Desde la nación venezolana, los Estados Unidos de Venezuela, y sus principales gobernantes que se suceden a partir de Páez en 1830, muerto el Libertador, disuelta la Gran Colombia por Santander, tomado el poder por el caudillo mayor, que asumió de forma omnímoda el poder y recordándoles a la aristocracia y a la oligarquía quien mandaba en Venezuela, continuará esa herencia entre militares frente a los civiles, donde se repartirán el territorio nacional, tal como lo han vuelto a hacer con NiMaMo y los nimamistas, donde la última palabra la tienen los padrinolopistas, quien haga sus veces, que para más señas son los que a la hora de que la crisis política, social y económica lleve al caos, y haga peligrar a la patria, dan el golpe de Estado, para después de un tiempo, volver a entregárselo, si acaso, a un o una civil. La correlación de fuerzas en el poder es de más gendarmes necesarios que civiles. Este es el curso de los acontecimientos en esta tierra de criollos, que se arrogan ser los conductores de los aborígenes , de señalarles el camino a la civilización y la democracia, con golpes de Estado, con sujeción a las leyes burguesas, y manteniéndolos en reservas para que sean un atractivo cultural, pero hasta ahí, dejando que la naturaleza sea depredada, explotada, destruida, destruyendo de paso esa relación vital, única y verdadera, de la cual dependemos, y no de otra para la vida; de su existencia habrá posibilidades, y eso está en peligro de una posible extinción de nuestra propia especie humana.
Acidito y corrosivo el artículo pretende llamar la atención sobre realidades que tantico así nos demandan poner toda la atención posible en estos momentos tan álgidos y cruciales para el presente y el futuro de Venezuela y del resto del mundo, porque quiéralo o no el nimamismo, los chavistas son la referencia que todavía persiste en el ánimo que alienta a los pueblos del mundo, tan vapuleados y vituperados por las malas políticas y los garrafales errores de quienes nos mal gobiernan porque mandan sin obedecer, a ellos hay que obedecerles, porque son los mandamás, sí mi comandante en jefe de turno, sí mi general, sí mi almirante, en este régimen cuartelario, que traicionó a Chávez, lo asesinó, y donde ellos y ellas, tienen la última palabra, y tienen con qué refrendarlas; con las armas que le otorga el Estado, con los organismos de seguridad de Estado, que se inventan para blindar a la cabeza del Ejecutivo, a NiMaMo, a quien le rinde directamente. Ahí, en sus calabozos donde el bate con el que torturan lo llaman libertad, la bolsa con que asfixian la llaman derecho, los cables y demás insumos y herramientas con las que proceden para sacar información o a declararse culpable, lo llaman justicia. Así es este régimen que practica y aplica lo más bajo y ruin de la maldad que anida en seres desalmados. De nada les sirve que se retraten con religiosos y religiones hueras, que se sirven para materializar ganancias a cuenta de supuestas indulgencias. Este es un régimen dictatorial en transición, porque vienen cambios radicales para el país. Continuará.