La participación electoral es uno de los fenómenos que los politólogos han estudiado con mayor énfasis en el mundo, pero también los que no somos tales nos agrada presumir que podemos establecer una relación entre causas y efectos, y hacer estimaciones de la posible abstención que tendremos en las elecciones presidenciales próximas en nuestra amada Venezuela.
La historia nos dice que desde 1958 hasta 1973, la participación política estuvo sobre el 90 %, en ese momento éramos un país polarizado entre derechas; luego comienza un franco y progresivo descenso hasta 1998 cuando la participación fue inferior al 60 % del electorado; el desprestigio de la política influyó en estas cifras. Luego para los primeros años del siglo XXI, en el 2006, se incrementó considerablemente hasta 74 %, en un país también polarizado esta vez entre derechas e izquierdas. La pugna por el poder era motivadora al voto. En esos años iniciales del siglo XXI las personas con derecho a voto estaban inscritas en un 93 %. La confianza en el sistema electoral y en la participación rondaba por cifras parecidas y altas. En 2012, en un clima intenso de polarización y con un Chávez enfermo, este logra recabar la cifra de 8,2 millones de votos, distante de la meta política de 10 millones en 1, 8 millones. La oposición obtuvo 6,6 millones de votos. Aquí coinciden dos factores para una alta participación electoral, la calidad de los enfrentados por la silla y la confianza promovida para el árbitro electoral, y la misma polarización positiva.
De allí en adelante, hay una pérdida de interés en las elecciones, existe una migración de votantes superior a 4,5 millones, no evaluados en cuanto a tendencias políticas, de unos y otros; y esas cifras van mostrando con el trascurrir de las elecciones, a un factor perturbador de la participación. Ese tipo de abstención obligada por la ausencia, se debe al abandono del país sin siquiera sellar la salida migratoria. A los efectos de las leyes esos ciudadanos están acá, en Venezuela. Los que salieron formalmente son menos y no lograron cambiar de residencia en los consulados de Venezuela en el mundo, por cuanto la presión internacional sobre nuestras embajadas y consulados, fue tal que erraron en sus prácticas violatorias del derecho internacional, y hasta permitieron la toma de esos espacios que son de la Republica Bolivariana de Venezuela, algo inaudito. Las relaciones internacionales llevaron a romper relaciones, a retirar personal asignado y prácticamente a cerrar operaciones formales de la cancillería. En esa abstención obligada están también los verdaderos exiliados políticos. A la hora de la verdad y de la mentira, la gente utiliza la figura de exiliados políticos para tratar de conseguir una estadía formal en los países que los acogen.
En la lógica de quienes estamos en Venezuela, el padrón electoral en el exterior sería un fraude a la idea de un país que reclama la presencia de su gente, y se estima que más del 75 % de los migrantes no regresarían a Venezuela así exista un cambio sustancial de gobierno. En el caso de la migración a Colombia es peor, se fueron como ciudadanos de doble nacionalidad, y Colombia podría imponer un presidente con la gran cantidad de adultos con derecho a voto que residen allá, pero a los efectos de las leyes nuestras residen aquí, si quieren votar que se regresen.
El segundo grupo, los abstencionistas facultativos son aquellos que teniendo la posibilidad de votar, estando en Venezuela, no tienen preferencias electorales, y no quieren ejercer su derecho. Los no inscritos son parte de este grupo de facultativos, cuando puedan y quieran tendrán sus derechos electorales. La crítica de este último grupo es que los tiempos de inscripción son muy cortos y complejos. El país debe revisar este tema y la inscripción electoral debe ser automática, entrelazando los sistemas de identificación con el registro electoral, correspondiendo el lugar de votación a la dirección indicada en la última renovación de la cédula de identidad. Eso todavía no se ha implementado, pero tendríamos en los registros electorales el 100 % de la gente con derecho a voto.
Los abstencionistas casuales son quienes pueden estar privados de asistir por impedimento legal, enfermedad y confinamiento en prisión por razones políticas. Cuando votar era un deber, algunos amigos de izquierda conseguían un certificado médico para presentarlo en el trabajo donde lo exigían. Más de uno tenía diarrea ese día.
En este marco referencial las elecciones del 28 de Julio reflejaran una alta abstención, a lo cual se le puede sumar las diferencias políticas a lo interno en la derecha e izquierda. A sesenta días de las elecciones, los candidatos no han mostrado las soluciones que demanda el país para la situación complicada de la socio-economía. Ambos bandos se niegan a hablar de salarios reales, forma de solucionar la crisis educativa, las medidas coercitivas, la salud como tema fundamental y la alimentación como necesidad básica. Tampoco se refieren a los servicios públicos. Por parte del candidato del gobierno, hay muestras de pañitos calientes para grandes males y en la oposición no quieren tener compromiso con lo que podría venir. Es de esperar que la votación no llegará a diez millones de votos escrutados, y en ese panorama, no se puede vaticinar triunfos, los votos son y serán votos sudados, votos de rabia, votos de esperanza, .... La abstención obligada, facultativa y casual será cercana al 50 % del padrón electoral.
Mi recomendación es que la gente ejerza su derecho al voto. UYUYUY. UYUYUY....