La vuelta a "elmundo" o haciendo un candidato. "La vuelta al mundo en 80 días" y "La vuelta al día en 80 mundos"

Miércoles, 29/05/2024 03:23 PM

"Una culebra ágil y oscura cruzó el camino,

dejando en el fino polvo removido por los

los viandantes la canaleta leve de su huella".

"El mundo es ancho y ajeno".

Ciro Alegría.

En verdad, lo de encontrar un candidato a ganador en las elecciones venideras y sobre todo que lo sea con la fuerza necesaria para enderezar entuertos, como aspiraba el Quijote, viviendo este en un mundo tan enredado y más por su fantasiosa visión, creada por Cervantes para decir lo que le resultaba complicado y los riesgos propios de su tiempo, nos está resultando difícil. Quizás por esto mismo entre todos cunde la fantasía y empezamos a ver, como el "Manco de Lepanto" a través del enfebrecido Don Francisco Quijano, transformado en Don Quijote, castillos donde sólo hay lúgubres tabernas y castillos, palacios lujosos, desbordantes de brillo y alegría, en oscuros tugurios y villorrios en penumbra e invadidos por la tristeza. Y se confunde un molino con un gigante y bandidos feroces en gente humilde que va en busca de ayuda para un moribundo.

Y siendo "el mundo ancho y ajeno", para caminarlo como lo caminó Bolívar, necesitamos "una culebra ágil" que deje su huella, nuestra huella y no la del gendarme que nos acosa.

Por este buscar y rebuscar que es un "dar vueltas por los rincones", como la Zarzamora, quien además, llora que llora, lo que en lo lánguido del rostro se le nota, me acordé de la obra de Julio Verne, "La vuelta al mundo en 80 días".

Esta obra tiene para mí un significado especial, que resalta cuando escucho hablar de dictadura y hasta lo leo por los medios, donde quienes de ella hablan, para calificar al presente gobierno, usan las redes sociales, de todo tipo y muestran todos sus rasgos y distintivos; nadie se esconde ni disimula, como si lo hizo Cervantes en el Quijote.

Y es que ¡cómo se me va a olvidar!, en tiempos de Betancourt, decidí siendo muy joven, unos 20 ó 21 años apenas y Secretario Nacional de Organización de la Juventud del MIR, sin consultarlo con quien debía hacerlo, como mi amigo y hermano Moisés Moleiro, el Secretario Juvenil Nacional, pasar el fin de año con mi madre, en nuestro rancho del barrio Río Viejo de Cumaná. En esta, mi ciudad natal, era por demás conocido, pues había sido dirigente de la Juventud de AD y de los fundadores del MIR en ella y en toda la llamada "seccional Cumaná", pues aquel partido, en Sucre, quizás por aquella discordia o rivalidad de los tiempos coloniales, había además "seccional Carúpano". Y por ser muy conocido y aunado a mi militancia de entonces, me había convertido en un objetivo a perseguir y detener, sin otro motivo ni causa. Mi sola presencia, sin expediente de delito alguno, era motivo de disgusto y represión. Además, acababa de salir en libertad, después de haber estado tres meses preso en el Estado Carabobo, entre Valencia y un pueblo vecino que, si mal no recuerdo, creo le llaman San Diego, sólo por hallarme en una residencia estudiantil que en ese momento fue allanada. Acontecimiento por cierto, que significó perder los originales de mi primer libro que, intentando huir, lance a un basurero, dado que el tema no sería del gusto de quienes aquel recinto allanaron,

Llegué a mi rancho, calculadamente, llevado por unos amigos que viajaban a Carúpano y me dieron la cola, un 31 de diciembre de madrugada para que nadie se enterase. Entre las cosas que llevaba en mi pequeño maletín, como de costumbre, había libros, unos tres, entre estos, por casualidad, estaban "Viaje al fondo de la tierra" y "La vuelta al mundo en 80 días" de Julio Verne; este último lo leí en el poco tiempo que estuve en nuestro viejo y estrafalario rancho con mi madre.

Es la historia de Phileas Fogg, un adinerado y aburrido caballero inglés, quien en una conversación con amigos sobre la noticia de la apertura de una línea ferrocarrilera en la India, apuesta con aquellos que dará la vuelta al mundo en 80 días exactos. Apuesta exactamente 20 mil libras, casi toda su fortuna. Una confusión policial de un asesinato, asunto en el cual nada tuvo que ver, le hace llegar tarde, sólo 5 minutos más de los ochenta días al sitio acordado y perdió la apuesta.

Phileas Fogg, debía dar la vuelta al mundo en 80 días, pero tardó 5 minutos más, porque lo detuvo la policía o el Estado, por una confusión. Y era él un tipo rápido, nada anquilosado y menos trastabillante de piernas, cerebro ni mirada lánguida.

Además de haber podido pasar a solas con mi madre aquel 31 de diciembre y los dos días siguientes, antes de salir de manera tan sigilosa como entré a mi rancho, leí aquella obra sobre "el mundo" y el tiempo, medido minuto a minuto por Fogg y su ayudante, en darle la vuelta para regresar a Londres en 80 días y cinco minutos. Y le dio la vuelta al mundo, siendo él un hombre despierto y por demás ágil, pero no llegó a la meta en el tiempo previsto.

Unos años después leí "Rayuela" de Cortázar, un poco como motivado por las influencias de los amigos y más que eso como una obligación, si no académica, si por las relaciones cotidianas, eso de los grupos en los cuales me movía, lo mismo que me llevó luego a leer "La vuelta al día en ochenta mundos", de este mismo autor.

Habían pasado los años y yo no era ya aquel joven que vivía a saltos de mata en las noches y en un moverme calculadamente de día, evadiendo amigos y familiares, para no comprometerlos, pero que al fin, por esa estudiada conducta defensiva y protectora, terminé marginado, llegado los tiempos del "boom literario, el del "realismo mágico", en el cual incluyo a Carpentier, leí "La vuelta al día en 80 mundos" de Cortázar, escritor a quien, pese mi escaso conocimiento no le incluyo en ese boom, pues el argentino habla de un mundo, gente y en un lenguaje, totalmente distinto. Pero este no es el caso que ahora me interesa. Aunque no dejaré de decir que si incluyo a Alejo Carpentier, particularmente por su novela "Los pasos perdidos".

Pero si es de mi interés como en "La vuelta al día en ochenta mundos", Cortázar habla de, "Les admirables secrets d´Albert Le Grand, entre otras la de que si un hombre muerde a otro mientras está comiendo lentejas la mordedura es incurable, e incluso la maravillosa fórmula:

"Para hacer bailar a una muchacha en camisa

"Tómese mejorana silvestre, orégano puro, tomillo silvestre, verbena hojas de mirto con tres hojas de nogal y tres tallos pequeños de hinojo, todo lo cual será recogido la noche de San Juan en el mes de junio y antes que salga el sol, Deberán secarse a la sombra, molerlas y pasarlas por un fino tamiz de seda, y cuando se quiera llevar a cabo este agradable juego, se soplará el polvo en el aire allí donde esté la muchacha para que lo respire o le se hará tomar como si fuera polvo de tabaco; el efecto se manifestará de inmediato".

"Un famoso autor agrega que el efecto será tanto más infalible si esta experiencia se lleva a cabo en un lugar donde ardan lámparas alimentadas con grasa de liebre y de macho cabrío joven".

https://libroschorcha.wordpress.com/wp-content/uploads/2017/12/la-vuelta-al-dia-en-80-mundos-julio-cortazar.pdf Pag. 10

En vista pues que, hacer un candidato presidencial de la noche a la mañana, desde la oscuridad de esas madrugadas clandestinas, que en lo formal y en el mundo de la política, es como sacarlo de una bolsa de lotería casera, de aquello de "manos afuera y bolsa al aire", entre aquellos jóvenes de bien o bien apadrinados, que sin mayores méritos que los contactos suyos, de sus padres, amigos o la militancia acrítica, entran en el mundo de la diplomacia, empezando, la más de la veces, en una discreta secretaría, es un trabajo complejo, hasta mágico, con algo de brujería o de fitoterapia, lo que parece el intento de "hacer bailar a una muchacha en camisa".

Se trata entonces de hacer de "elmundo", que en verdad no es sino el planeta tierra al cual se refieren los Julio, Verne y Cortázar, un candidato presidencial, para lo que se necesita alguien que no haya vivido encerrado en un closet, menos pasándose la vida haciendo señas, cuidando de no hacer ruidos y viendo como el señor Fogg, pese sus habilidades y hasta arrojo, llegó 5 minutos tarde, lo recomendable entonces es usar la fitoterapia y aplicarle un tratamiento similar al recomendado para "hacer bailar a una muchacha en camisa". El "Mujiquita", personaje de Gallegos en "Doña Bárbara" sirve, pero sólo para hacer pequeños mandados y lo que viene es grande demanda entusiasmo y fortaleza y sobre todo iniciativa, nada de estar esperando órdenes de la cueva.

Pero no me quedaría en la fitoterapia, porque el mundo de la política tiene más vueltas que una o tiene muchas, tanto que es muy grande y pese es por demás rápido, más que "una muchacha bailando en camisa". Yo además de rodear a "elmundo" con la fórmula que menciona Cortázar, para hacer bailar en camisa a la muchacha o lo que es mismo que "avispar" al candidato dormido y sacado de un viejo closet que, por eso luce ensimismado y hasta perdido en su mundo, yo recomendaría que a "elmundo", le envuelvan en 80 mantas, una cosida a la otra. Le coloquen en una vereda en bajada y lo empujen cuidando que al rodar, vaya desenrollándose y al final haya dado justo 80 vueltas, para que despierte y llegue a tiempo y no 5 minutos más tarde y menos atónito como está después de haber estado tanto tiempo en lo oscuro y estrecho. Si a ver vamos, sería como el señor Fogg y su ayudante Passepartout, intentando llegar de un sitio a otro en un globo, viajando o flotando en el tiempo y en el aire.

Habría que ser muy ágil, para dejar la huella en el polvo removido por los viandantes, como escribió Ciro Alegría y, eso o esa habilidad, "no se compra ni se vende".

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