En la medida que avanzan los días, como muy rápidos, desde mi perspectiva, lo que no quiere decir sea por la angustia que a los contendientes en las jornadas electorales suele atrapar, sino por la vejez mía, abundan y crecen los rumores.
Por esta vejez mía, toda la vida marcha como muy rápido, tanto que el levantarme y al acostarme para volver a dormir, parecieran actos muy seguidos uno del otro. No obstante, este correr tan precipitado de las agujas de los relojes, el que suelo llevar en la muñeca izquierda y los que en varios sitios de mi casa están adheridos a las paredes, una circunstancia nacida de un matrimonio de docentes que vivieron atrapados por el tiempo y el mirar el reloj para salir al trabajo, no me impide ver y hasta sentir lo que acontece afuera, que es una tendencia a precipitarse entre quienes luchan como desaforados por el poder.
En esa, hasta feroz contienda, de todo se dice y hace. Y hay como una particularidad y más que esto, una extrañeza. A uno de los factores en pugna se le nota como un ruego que algo le hagan o algo malo le suceda. Y es extraño porque, cuando uno asume una tarea y hasta contienda, desea que todo suceda de lo mejor y sean menores los contratiempos de lo que deben y suelen ser en todo enfrentamiento. Pensar a un boxeador deseando que el contrario le lance un golpe a la mandíbula y logre acertar con contundencia, no es nada normal, a menos que, en secreto, haya apostado en favor del contrario.
Las cavilaciones anteriores y hasta idioteces de un viejo decadente, vienen a cuento por lo que acontece y uno de los factores de la contienda electoral difunde hasta con insistencia y por diferentes medios.
Ayer, para sorpresa mía, dicho así de manera bastante deliberada, un personaje identificado como militante de COPEI y no propiamente un joven, acudió al TSJ para solicitar se suspenda cualquier tipo de elección, empezando por la presidencial, prevista para el 28J, hasta tanto EEUU no levante todas las sanciones aplicadas a Venezuela. En su comparecencia ante los periodistas y las cámaras de estos que, en ese momento allí bastante había, como si por él esperaban, las calificó como nocivas y dañinas, no contra el gobierno en primer término, sino contra la población toda. Palabras estas últimas, no su propuesta, que asumo.
Aquello asombroso, por lo menos para mí, dado el origen del reclamo, aderezado con un discurso no con la marca y la firma de quienes así suelen hablar, pues para ser deliberadamente expresivo diré que me pareció por demás antiimperialista y pronunciado por un viejo comunista, me dejó pensativo y hasta pareció como aminorar la marcha del tiempo. Tanto que, mientras pensaba, miré las agujas del reloj, la que siempre vuela, el segundero, largamente detenida.
¿Qué es esto?, me pregunté y miré el reloj como detenido. ¿Es una maniobra, un personaje que encontró la manera de salir del anonimato? ¿De cuál lado está la maniobra y quien la ejecuta? ¿Será eso un simple espectáculo para darles resonancia a otros? ¿Es una solitaria y suelta pieza de un lego que espera con otras reunirse e insertarse? ¿O mejor, es un milagro deseado, como hermanos se encuentran y no se inventan trabas? ¿Sera esto un milagro de Bolívar?
Pero no todo es eso, sin dejar de repetir que fue por demás sorpresivo. Y lo fue para mí la petición y particularmente el origen de la misma y los argumentos dados para justificarla. Es una como si no viniese del partido en el cual milita el solicitante, sino de alguien del gobierno; pero también de un discrepante de este, de los que tanto abundan, que sobreponen por encima de todo los intereses del país. Pudiera ser, "¡la vida te da sorpresas", dice una vieja canción, alguien que, cansado de tantas jugadas malas, caminatas sin rumbo, encontró el camino que buscaba.
Pero también pudiera tratarse de una jugada concebida como habilidosa, un poner una trampa, a espera que alguien desorientado, distraído o empecinado en hacer lo que cree necesario para ganar indulgencias, con avidez, caiga en ella.
Y quien pudo haberla diseñado no pasó por alto los rumores que corren, según los cuales se cocina en el CNE y el TSJ, la anulación de la tarjeta de la MUD y la candidatura del señor Edmundo. Y justamente, tales rumores son difundidos con profusión y empecinamiento desde el bando contra quien esas medidas estarían dirigidas.
Todas esas medidas políticas que, según los difusores, tienen en mente el CNE y el TSJ, sólo lograrían que las sanciones permanezcan, pues si ellas sirven o se utilizan para que Maduro gane las elecciones, EEUU no sólo las mantendría sino que las profundizará y hasta aplicaría unas nuevas, del arsenal que, según un amigo, ese país y su Estado tiene y todavía lo mantiene en reserva.
Lo curioso es que, habiendo en el CNE representación opositora no ha habido quien denuncie de manera pertinente y hasta oficial tales planes; en este caso me refiero a las sanciones a la tarjeta de la MUD y al señor Edmundo. La única denuncia de la cual he sabido, como todo el mundo sabe, es la de un rector contra Amoroso, el presidente del organismo electoral, porque no los reúne y, en consecuencia, no les toma en cuenta; él sólo toma decisiones. Asunto por cierto, bastante extraño y conducta nada fácil de entender.
Pero hay algo más curioso. Pese el tiempo corre como es y no como un viejo, un anciano que camina lentamente a la vista de todos pero con velocidad hacia la muerte, percibo el movimiento, el día de las elecciones no muy lejano. Y no estándolo, este tipo de campañas que, como ya dije no viene del gobierno sino del lado de la gente que quiere llegar a serlo, es como un somnífero o mejor un llamado a la abstención.
El señor Edmundo, con todo el respeto que me merece por ser ciudadano y más una persona mayor y por quien reclamo para él eso mismo, no entusiasma. Y eso no lo logra sólo por la edad, sino también por su figura triste o quizás demasiada discreta y ajena al histrionismo propio de quienes hacen campaña electoral. Recuerdo siempre a aquel Pérez, no siendo un joven, saltando charcos de cierta longitud y caminando eufórico y su consigna: ¡Ese hombre sí camina! Y Luis Piñerúa, el siempre sumido en la tristeza propia de quien jugaba el rol de servidor de adentro, sonriendo y saludando y Luis Herrera haciendo chistes contra todos y por todo. Caldera segundo, como Edmundo, exhibía una figura también triste por los años, pero estaba respaldado por una larga y conocida historia de luchas. Era este un personaje conocido y no alguien que se apareció de repente o figura salida de la bruma.
Es decir, el señor Edmundo, llama a la abstención y si a eso le agregamos que él mismo, con su actitud, la que todo el mundo percibe y no necesito calificar y menos explicar, deja claro que no será presidente, no es extraño deducir que en su espacio pareciera cundir el desencanto y por esto pudiera tomar cuerpo la necesidad de dejar las condiciones claras para seguir un plan "hasta el final".
La gente de Fedecámaras, por intermedio de Adán Celis, acaba de ratificar, dado que las sanciones a todos afectan, incluyendo al sector empresarial, con lo que desmiente a quienes apoyan al señor Edmundo, que sólo es a algunos personajes del gobierno y ratifica lo alegado por el copeyano para solicitar las suspensión de las elecciones; pero además, hace del conocimiento público, lo que bien sabemos, su sector está en conversaciones con EEUU en relación al porvenir.
Por lo anterior, uno puede ratificar lo que antes tantas veces hemos dicho. Hoy, para el gobierno estadounidense y los intereses del capital de allá y aquí, los resultados electorales en Venezuela les son, en buena medida, indiferentes. Como se dice en el bello lenguaje coloquial, ese que el boom literario recogió con orgullo y arte, aquellos factores del país del norte y también del nuestro, "tienen su corazoncito". Y por este, les gustaría sobremanera un resultado determinado y no por el señor Edmundo, sino "por lo que todo el mundo sabe"; pero también son pragmáticos, pues obedecen a la "lógica del capital" y volviendo a lo mismo del lenguaje coloquial, podríamos decir que, no les interesa les den, sino "les pongan donde haya".
En el norte, saben bien que, si el señor Edmundo pierde, las relaciones entre ambos países y sus capitales avanzarán en la búsqueda de las necesarias o pertinentes; pues como ya dijimos, el capital no tiene pecho ni corazón; pero si tiene lógica y pragmatismo. Por eso, la gente de Fedecámaras, quien sin duda, como recordó Adán Celis, rompió desde el 2020 con la política de la guarimba y el golpe, porque todo aquello se le vino en la cara y hasta les golpeó el bolsillo, está llena de optimismo y hablando con el Gobierno de Biden y hablará con quién sea pertinente después de las elecciones de noviembre en el país norteño, para recomponer las relaciones, aunque el señor Edmundo pierda.
La oposición venezolana, esa que algunos llaman de "élites", pudiera por el pesimismo, pronunciar un discurso y hacer algunas artimañas o artilugios, para llamar a preparar o darle piso al futuro, pero no creo que, en EEUU, gane allá quien gane, hay disposición para seguir en lo mismo. Ahora, para persistir con el lenguaje coloquial, gane quien gane, allá o aquí, los mismos gallos u otros, de "otra forma cantarán".