En tres palabras

Me siento feliz. Mis dos hermanos: William y Gerardo. Hoy cumplen años. Oportunidad para felicitarles. Por construir familia

Jueves, 27/06/2024 07:06 AM

"¿Qué puedes hacer para promover la paz mundial?

Ve a casa y ama a tu familia "

Madre Teresa de Calcuta.

¿QUÉ ES UNA FAMILIA?

"La familia es una de las obras maestras de la naturaleza. Una familia unida te da las raíces para crecer alto y fuerte. Como ramas en un árbol, los familiares crecen en direcciones diferentes, pero sus raíces son las mismas. Si las raíces son profundas, no hay razón para temer al viento. Una familia no necesita ser perfecta; sólo necesita estar unida. Cuando todo se va al infierno, las personas que siguen a tu lado sin inmutarse son tu familia. Cuando llegan los problemas es la familia la que te apoya." Combinación de frases sobre la familia

DEDICADO A WILLIAM Y GERARDO. TAMBIÉN A RAIZA

Hace poco una de mis hermanas, Raiza Milagros, pasó por una situación inesperada. Dura. Difícil. Una enfermedad, la mayoría de las veces, incurable: Leucemia. La cual ha podido superar, gracias, entre otras cosas, al apoyo familiar. Hoy, 27 de junio, dos de mis hermanos, William y Gerardo, estarán celebrando su cumpleaños.

Escuché decir que se encontrarían los tres, en Caracas o San Diego, para compartir juntos. Tuve en mente la intención de acompañarlos, y darles una sorpresa, aunque me es difícil y complicado transladarme en estos momentos. Difícil. No imposible. Tengo quebrantos de salud y el viaje en bus es agotador y, generalmente, hace mucho frío. Acabo de pasar una neumonía y de ñapa, tuve dengue. Eso me dijeron. Me hacía feliz la idea de que lo pudiéramos celebrar juntos y así tener la alegría de abrazarnos con Raiza. Como lo hicimos hace años. Luego supe que no era posible en esta oportunidad. Tal vez, ojalá, podamos hacerlo muy pronto. Antes de que finalice el año. Para ver si puede venir Mary Carmen y así, estar todos juntos de nuevo. Aunque ahora no esté con nosotr@s físicamente Gustavo ( Él nos sigue acompañando.

A ustedes, dedico estas reflexiones que complementan tantas otras que he venido haciendo. Como parte de una especie de colección de memorias o autobiografía. De recuerdos. Reflexiones de vida. Antes de que se nos olviden. Como muchos recuerdos que se han venido ocultando entre tímidas dendritas y lentas sinapsis neuronales. Las enfermedades seniles y otras creadas, como el Covid-19, comienzan a hacer sus efectos. En estos días ocurrió con mi querida tía Ligia. Justo cuando comenzábamos a recordar mi nacimiento y niñez: "Yo me escapaba de la casa para irte a ver y cargarte entre mis brazos". Y yo de tonto la detuve para que hablaramos con calma después. Así me ha pasado con muchos familiares y amigos. La mala costumbre de procrastinar. El dejar para después lo que podemos hacer AHORA. Como lo hago en este instante. Felicitarles y decirles públicamente, a mi modo, que los amo. Pues, no sabemos si habrá otra oportunidad. Aunque lo deseamos profundamente. Sólo Dios lo sabe. Permítanme entonces, queridos hermanos, regalarles estas vivencias y reflexiones mías. Aunque es menester hablar de ustedes, los cumpleañeros.

ES GRATO HACER FAMILIA Y CONSTRUIR UN HOGAR

Una de mis grandes frustraciones y/o fracasos, en la vida, es no haber logrado conseguir y disfrutar de una mayor integración y unidad familiar. Primero, lo intenté con mis padres y mis 5 herman@s de sangre. Con aquellos que he podido conocer: Raiza, William, Gerardo, Gustavo ( y Mary. Lo desee, lo pensé y luche mucho por lograrlo, mientras estudiaba ingeniería. Pasé momentos muy duros. Lejos de mi familia. Empapado de soledad. En algún momento estuve a punto de renunciar a lograr la meta: graduarme de ingeniero químico. Hice un gran esfuerzo pensando en mi familia. Me negué a entregarme a la política activa que era uno de mis sueños. Estuve a punto de irme a la guerrilla. Pude también, graduarme y consagrarme a formar mi propia familia. Olvidándome de mis viejos y de mis herman@s. Influido por las ideas socialistas de la época y mi permanente fe cristiana. No lo dude un instante. Mis primeros ingresos en LUZ y bastante tiempo dediqué, a fin de comprar y equipar a "todo trapo" un apartamento en El Saladillo – muy cerca de donde nací – a objeto de reconstruir y tener más cerca a mi familia. Esa que casi no había podido disfrutar durante mi niñez y juventud. Quería estar más tiempo al lado de mi familia de origen: De mis padres y herman@s consanguíneos. La del linaje de los Osorio y Agostini. Aunque lleváramos el apellido Moyer o Moller.

LA NECESIDAD OBLIGÓ A EMIGRAR A LAS FAMILIAS

Sin entrar en detalles, Venezuela ha vivido momentos muy difíciles no sólo ahora, sino que hemos sido calificados de "amenaza inusual y extraordinaria" y estamos sometidos a sanciones y medidas coercitivas unilaterales, bloqueos y constantes amenazas de invasión militar o de golpes de estado. Hubo épocas en que hubo migraciones internas del campo a la ciudad o de una ciudad a otra. Producto de la necesidad de conseguir mejores condiciones de vida. Y, por supuesto, así como muchos anhelan llegar a las metrópolis del mundo (EEUU, España, etc), en Venezuela hubo una época en que Caracas, su capital, era el sitio preferido para buscar trabajo y donde había mayores posibilidades de lograr una vivienda aceptable a bajo costo. No por casualidad, miles de ranchos tapizaron los cerros de Caracas. Y se construyeron urbanizaciones de grandes bloques como Sarría o Simón Rodríguez. Época de verdadera dictadura e inició de la llamada etapa democrática. Millones de venezolanos emigraron. Como ahora. Sólo que ahora no lo hacen dentro del país sino hacia afuera.

TODA MI FAMILIA SE FUE A CARACAS: LA CAPITAL

Mis padres, por necesidad y oportunidad, se fueron a Caracas. Me resistí a acompañarlos. Preferí quedarme con mi abuela paterna, Rita Elena Moller, quien años después también se fue a Caracas y me terminaron de dejar solo. Completamente solo. Sin padres, herman@s, tías, prim@s, abuelas y menos abuelos que ya habían desaparecido. Todos se fueron a la capital: Caracas. Y yo me resistía. Y me he seguido resistiendo. A pesar de que, en Caracas, la metrópoli, es donde está el poder. Las grandes oportunidades. La vida y mis decisiones me dieron la posibilidad de aprovechar la oportunidad que tuve para embadurnarme de las atenciones maternales y amorosas de Margarita, Nancy y Berta. Y confieso que no me arrepiento. Creo que, después de cierta edad, los jóvenes deben vivir lejos de sus padres para fortalecer su carácter y pulir su personalidad. Si revisamos la historia de grandes líderes de la historia, debieron pasar por etapas duras y difíciles. La mía, aunque difícil – sobre todo emocionalmente – contó con el apoyo de seres bondadosos, generosos y solidarios. De quienes mucho aprendí. Pude llegar a ser mucho más de lo que soy. A pesar de ello: he preferido ser lo que soy. Con mis defectos y virtudes.

ME PROPUSE RECONSTRUIR MI FAMILIA Y NO PUDE

En esa época, dos años después de mi graduación (febrero 1975), me esmeré mucho para que toda mi familia regresara a Maracaibo (1977). No lo logré. Al menos, no lo logré con la celeridad deseada. En medio de la paciente espera (5 años para graduarme y 2 años como profesor) cometí un grave traspié. Movido, tal vez, por mi ingenuidad e ignorancia. La soledad, el amor y la debilidad humana me vencieron. Justo cuando comenzaron a llegar mis padres y algunos de mis herman@s ¡Oh, casualidad! Mi sentido ético, moral y de responsabilidad me obligó a tomar una decisión muy difícil para mí y, probablemente, equivocada: Casarme sin consultarlo. Como también lo fue el graduarme por secretaría y negarles a mis padres que me vieran recibiendo mi título de ingeniero químico, por parte de las autoridades universitarias, vestido de toga y birrete, en acto de grado. Cometí no sólo ese error. Varios o muchos, he cometido en mi vida. Lo reconozco.

LA FALTA DE EDUCACIÓN SEXUAL Y EMOCIONAL

Sin decírselo ni consultarlo con mi familia. Decidí casarme. Justo cuando ellos estaban llegando. Ni siquiera les invité al sencillo acto en el que contraía matrimonio. Sólo me acompañó una de mis tantas madres de la vida: Margarita Fuenmayor. A quien, había confesado, con mucha vergüenza, mi desliz. Llorando a "moco tendido" le confesé lo que estaba sucediendo. Ella me dio aliento para seguir adelante. Fue la persona a la que le entregué mi primer sueldo. Como gesto de amor y de gratitud. Hoy, me sigo enorgulleciendo de ello. Se lo merecía. Eso y muchísimo más. Era, en ese tiempo, la figura maternal con la que compartíamos nuestras alegrías y tristezas. No me atreví a decírselo a mis padres. Ni siquiera a mis amigos. Mi madre, molesta al enterarse, con toda razón, se encargó de recordarme, todos los días: "¿Para qué nos trajistes si te ibas a casar? Mejor nos hubiéramos quedado en Caracas" No encontraba como responderle. No supe cómo enfrentar esa incómoda y vergonzosa situación ¿Cuáles fueron las causas que me llevaron a actuar de esa manera? No lo sé. Probablemente: rebeldía, ignorancia, limitada inteligencia emocional y relacional, miedo, vergüenza, irreverencia, venganza o ¿quién sabe? Reproduje el modelo familiar. Como le ocurrió a mis propios padres (lo descubrí a mis 60 años, cursando "Constelaciones Familiares") que se casaron no sólo porque se amaban sino para cumplir con sus responsabilidades. Porque yo venía en camino. No había sido planificado. Ni programado. Fui, tal vez, una sorpresa en la vida de mis padres. En su caso y en mi caso, pudo haber sido de otra manera. Fue como fue. Y como ocurrió estuvo bien. Porque era lo que nos correspondía. Nada es casual.

LO MÁS IMPORTANTE ES CONSTRUIR FAMILIAS FELICES

Lo cierto es que, sin culpabilizar a nadie, fue un intento fallido. Queriendo hacer una gracia hice una morisqueta. Hoy valoro, con todo lo que he vivido, la importancia de una familia unida y feliz. Me hubiera gustado disfrutarla. La tuve a retazos. Aunque mi madre nunca estuvo de acuerdo conmigo y me reclamaba: "Eso no es así". Envidio en positivo y admiro a quienes han podido lograrlo. Como mis hermanos William y Gerardo. También Raiza y ahora Mary Carmen. Y que conste: mis padres eran y siguen siendo maravillosos. Tod@s saben a que me estoy refiriendo. La pobreza o limitaciones de mis padres, les obligó a separarnos. No fui el único. Nunca me quisieron "abandonar". Por eso se sentían felices de regresar. Y les fallé. Aunque siempre traté de compensar el error cometido. No sé si lo logré.

Luego lo intenté conmigo mismo. Con mis parejas e hij@s. Tampoco lo logré. Lo reconozco: no lo he sabido hacer. Aunque siempre lo he deseado. A pesar de creer en la unidad familiar y en la importancia del hogar. Como fuerza para lograr lo que nos propongamos. En este sentido, concuerdo con el escritor estadounidense Bernard Shaw:

"El servicio más grande que puede ser rendido por cualquier persona a su país y a los seres humanos es construir una familia."

Y mis hermanos, William y Gerardo, lo han logrado. Les felicito.

SOMOS CO-CREADORES Y PARTE DE UN TODO UNIVERSAL

Reconozco que somos parte de un todo que nos contiene. Somos UNO con el ser o la conciencia (para usar palabras humanas) que nos da origen. En mi caso, en esta vida, a través de mis padres: Irma y Hugo. Somos UNO en la diversidad. UNO con la "energía" universal. Más allá de nuestra comprensión. Así como la teoría del big bang, esa energía superconcentrada, hizo posible nuestra existencia. Somos UNO con los otros. Somos UNO con Dios. Somos una UNIDAD. A pesar de nuestra separación. De nuestra aparente división. Somos una UNIDAD de átomos, seres, partículas, planetas, constelaciones, galaxias y universos. La sensación de separación o desunión, no nos permite comprender como dice el "Curso de Milagros" que es este el único problema que existe. Los demás, son parte de este gran problema central: Sentirnos y estar separados del TODO. Vale decir, de DIOS. Que es la energía y la materia total del universo en constante cambio y transformación. Al tomar conciencia de esto, comprenderemos que el verdadero y esencial PODER está dentro de cada uno de nosotr@s. Por eso, somos co-creadores con DIOS del TODO que nos contiene y, a la vez, contenemos a ese TODO dentro de cada uno de nosotr@s. "El PODER está dentro de ti", me dijo un ser dimensional llamado Kaff y lo he corroborado. Es otra historia que algún día espero poder contar.

Por lo pronto, esta digresión pretende hacernos caer en cuenta que a pesar de la aparente separación, somos parte de un todo: La familia universal. Que va más allá del planeta Tierra. Más allá de la familia humana. Más allá de nuestra propia familia. En unidad con Dios.

LA FAMILIA HA SIDO ABANDONO, A VECES, EXCLUSIÓN

Cuando participé en un curso de nueve módulos de "Constelaciones Familiares", hace 13 años, tratando de descubrir cuáles podrían ser las razones de mi dificultad para lograr una familia unida, descubrí que por mucho esfuerzo que hubiera hecho estaba influido por la herencia ancestral que me "obligó" a asumir un patrón o modelo de conducta a pesar de mis deseos personales. Era, fui y sigo siendo un "excluido" dentro del seno familiar. Como develó una amiga cuando me hizo un estudio de mis vidas pasadas. En una de ellas, hace muchos siglos, fui "abandonado" porque mi padre me había dejado en custodia con mi abuela paterna y eso causó un impacto en mi mente y en mi corazón cuya programación mental, almática o espiritual, me acompañó en esta vida y forma parte de una programación ancestral que viene de vidas pasadas: FAMILIA ES ABANDONO. Fue el mensaje que quedó grabado en mi código espiritual y mental que, sin tener consciencia de ello, debía cumplir. De este modo, mi familia me abandonó y yo, sin desearlo, sin quererlo, sin estarlo buscando, terminé abandonando a mi familia de origen (padres y hermanos) y luego, probablemente, como consecuencia de ello, fui abandonado y fui abandonando a mis propias familias. A mis parejas y a mis hij@s. No sé si esta es la explicación "científica", objetiva y verdadera. Lo que sí sé, como me sucedió cuando mi amiga Maribel me contó lo de la programación ancestral, es que he vivido – cualesquiera sean las razones o la explicación – esa realidad en esta vida. Me he sentido y he sido "abandonado" y, a la vez, he "abandonado" a mi familia. Me excluyeron y me he auto-excluido. No he disfrutado, como lo hubiera deseado, la convivencia, la hermandad y la fraternidad de la unidad familiar. Salvo por instantes.

Por supuesto, estoy consciente. No he sido el único de la familia que lo ha experimentado. Tampoco somos los únicos en la historia humana. Probablemente, sea el denominador común. Por eso, el anhelo de la humanidad de lograr familias unidas y felices. Al menos. Es mi anhelo.

EN SU CUMPLEAÑOS FELICITO A MIS QUERIDOS HERMANOS

Por eso y por muchas otras cosas, envidio positivamente y felicito a mis dos queridos hermanos que hoy, 27 de junio, cumplen el mismo día un aniversario más de su nacimiento. Los envidio y felicito porque a pesar de las dificultades por las que han tenido que pasar, han logrado lo que much@s no hemos podido lograr: una familia unida y feliz. Con problemas y necesidades, como la gran mayoría. A la vez, con raíces fuertes, tronco y ramas sólidas. Unidos en las buenas y en las malas. Solidarios. Cooperando los unos con los otros. Una convivencia ejemplar con sus parejas, sus hij@s y ahora con sus niet@s y, seguramente, sus bisniet@s. A pesar, de los pesares y de algún error cometido en el camino, producto de nuestra debilidad humana o porque, aunque no lo creamos, es parte del aprendizaje para lograr lo que han logrado: Tener una bella y unida familia. Una familia feliz. Aunque la realidad que hoy como ayer vivimos en el país y las fuerzas centrífugas de la vida nos separen en lo físico y material, no podrán separarnos en el amor y en lo espiritual. Pues, como reza un texto atribuido al escritor colombiano Gabriel García Márquez:

"La distancia no es un problema. El problema somos los humanos, que no sabemos amar sin tocar, sin ver o sin escuchar. Y el amor se siente con el corazón, no con el cuerpo"

Con sincero y profundo AMOR.

¡Feliz cumpleaños!

Casa de América Latina y del Caribe, 27 de junio 2024

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