El difícil y hasta incómodo ejercicio de escribir la misma columna entre varios. Pudiera ser un arar en las nubes

Martes, 02/07/2024 09:58 PM

Un esfuerzo inútil, empeñarse en una tarea que no llevará a ningún resultado positivo o "a nada", como suele decir el lenguaje coloquial, es también "un nadar incesante para quedar en la orilla". Bolívar usó una frase que se hizo muy famosa, pese hay quienes afirman no existe documento alguno que demuestre que El Libertador la pronunciase.

Hay pues tareas que a nada conducen, como cuando varias personas escriben en favor y hasta en nombre de otro, que no es nada de lo que de él dicen, si quienes lo hacen se contradicen. Y es peor, si usando su firma, por el estilo y los habituales argumentos, no es nada difícil que los lectores se percaten del ardid. Es distinto un equipo de algún deporte donde cada quien desempeña su rol asignado dentro de un plan.

Lo de escribir por encargo y hasta compromiso con alguien o algo es complicado; y lo es porque impone normas y concepciones que pudieran estar en contradicción con el escritor o columnista y, por alguna circunstancia, escribir lo encomendado o por otro, la complicación pudiera ser de mayor magnitud.

Pero es bueno dejar claro que, el asunto no está en la naturaleza del mismo, pues hay columnistas de diarios, en la Venezuela de antes los había, a quienes los medios para los cuales escriben o escribían les pagan o pagaban. Conste que no estoy hablando de periodistas, que es un rol, en cierto modo distinto.

Por supuesto, imagino que los diarios, como el New York Times, Le Monde, de París, El País, el Mundo o la Razón de Madrid y tantos otros pagan a quienes para ellos escriben en páginas de opinión y no les censuran en lo más mínimo, pues previamente se aseguran de escoger a quienes saben están en su línea. Es como he dicho antes, pues supe de esa experiencia en el área educativa; los colegios privados ponen mucho cuidado en escoger sus docentes, pero no es que son muy aplicados en lo de exigir el mejor nivel del docente, según sus credenciales académicas, experiencia o su obra que pudiera ser conocida, sino a eso que llaman un tanto vulgarmente "ideología". Pues tener en su escuela un docente que ponga a los alumnos en actitud de aprehender la realidad y detectar el movimiento y, en consecuencia aprender, lo que en muchos casos los pudiera llevar a romper con "el sentido común" y respuestas estereotipadas o para decirlo de otra manera, a ver la vida con sentido crítico, es un peligro para un "negocio" destinado a alumnos de familias adocenadas, satisfechas y deseosas que sus hijos hasta sean una repetición de ellas y se formen para que todo siga como viene y se prodiguen en incrementar la herencia. Algo de esto cuenta la vida de Simón Rodríguez.

Pero pese todo, esos columnistas o articulistas del universo al cual hice antes mención, escriben con "libertad" lo que piensan y cobran porque escriben justamente dentro de eso que llaman la línea editorial del diario o lo que quienes a este manejan, quieren se diga. Unos están hechos para el otro. Y si lo hacen bien, en bello estilo literario y con argumentos abundantes e ingeniosos, pues mucho mejor. Un poco por aquello, dicho en el lenguaje coloquial que, por demás me agrada, "los burros se buscan para rascarse". Además hay que cuidarse del gusto formal de los lectores.

Aunque hay también quienes escriben bajo seudónimo en favor de alguien con quien se sienten o están comprometidos, por lo que deben hacer enormes esfuerzos para "hallar" y, dada la imposibilidad, hasta inventar en el personaje que defienden o promocionan virtudes que no tiene para enterrar sus pecados. Pues si uno les hace un seguimiento, sus trabajos van también en otro sentido, desacreditar a quien tienen asignado como rival. Más nada existe sino las virtudes del defendido y los defectos o pecados del oponente. Y es más, pudiera ser que la firma o el sindicato conocido, tenga otra firma, también bajo pseudónimo que sirve de emergente con la misma carga emotiva.

Y es por demás evidente que cualquier artículo bajo la firma de quien maneja todo eso, pero escrito por el sindicato o uno de sus miembros, deja la evidencia, pues el estilo lo denuncia. "El estilo es el hombre", dijo Buffon.

Pero desde que el mundo es mundo, dadas las necesidades y debilidades habituales del hombre, existen escritores o como quieran llamarles, que asumen su rol tal como los actores que, en el teatro, interpretan el papel de quien sea, hasta de un bandido, corriendo el riesgo que por eso, pese sean muy buenos en la vida real, como personas y actores, haya gente ilusa o tonta que los perciba con rechazo, por confundir lo real con la mentira o al revés, lo que es propio de los niños y los tontos. Como aquel Padrino, en la película de Coppola, interpretado por Marlon Brando. Por ejemplo, cuando éramos niños, en Cumaná, muchos muchachos que solíamos ir al cine, le teníamos una profunda rabia a aquel buen actor mexicano, Carlos López Moctezuma, por los roles de "malo" que solía interpretar. Para nosotros, niños, Moctezuma era "un hombre malo".

Y hacen eso, lo de escribir por la demanda de alguien, bajo su firma o un seudónimo, lo que es grave, pese hasta no estando totalmente de acuerdo. Y esto sucede, porque hay vainas en la vida que "vienen primero", lo que me lleva a recordar a Berthold Brecht.

Siempre ha habido y sigue habiendo columnistas que no escriben, tienen quien escriba por ellos; publiquen a su nombre, lo contrario del "Coronel no tiene quien le escriba", a quien nadie respondía sus demandas por el ansiado pago de su pensión. Por eso uno encuentra tanta similitud en lo escrito por alguien y otro hasta distante de éste, geográficamente hablando. Y hasta hay quienes, con su firma, abiertamente, pasan su tiempo defendiendo a otros.

Pero esos escritores que, en grupo, escriben a nombre de alguien, formando como un sindicato, de quien hasta pudieran discrepar y discrepan entre ellos, pero porque "primero es el comer", en veces se vuelven un rollo y en los discursos que se inventan, uno observa en la página, que las palabras y conceptos se pelean hasta abiertamente. Es la realidad de la vida, la pelea, la diferencia entre quien escribe, quien ordena le escriban o pide a un autor que escriba lo que él quiere, que se ponen de manifiesto. Y por eso uno lee a veces tantas contradicciones en un mismo texto o por lo menos entre el texto que lee de un autor y otros del mismo en otra oportunidad o entrega, antes o después. Porque ellos no juntan sus manos ni cerebro para manejar el teclado y tampoco escriben al alimón, sino cada uno por separado, pero estando en el mismo sindicato, "comandita" y compromiso con una firma. Hoy dicen una cosa y mañana otra.

Porque hay grupos de esos articulistas que escriben bajo una misma firma, quienes de repente hablan en favor de un golpe de Estado o una audacia guerrillera, donde las masas no juegan ningún rol; para ellos lo determinante es una vanguardia audaz y clara "como la luna llena"; lo importantes es asumir el control del aparato del estado y después lanzar decretos idealizados sin ningún asidero en la realidad. En la siguiente entrega, repito bajo la misma firma, se afirma que lo pertinente es atender al clamor, trabajo y entrega de la multitud, la masa. Y que entonces la tarea inherente a quien siente necesidad de cambiar el mundo, no es como dice la cartilla, esa que en la entrega anterior repitieron al caletre.

Por cierto, hoy he leído a Marcelo Collussi, psicólogo y filósofo argentino, quien suele publicar o le publican en Aporrea, donde por primera vez, desde que le vengo leyendo admite cosas como que, refiriéndose al capitalismo, "Nunca antes como hoy una construcción social había desarrollado tantos antídotos ante el cambio como el capitalismo". Y agrega "Si el mundo está como está, ello se debe no a que las izquierdas no saben reaccionar ante tanta adversidad -lo cual es cierto- sino a que los poderes supranacionales que dirigen los destinos de la humanidad han decidido evitar cualquier avance hacia el socialismo, hacia escenarios que le cercenen sus prerrogativas como clase dominante".

Y a lo largo de su trabajo echa por tierra, algo que él mismo había dicho otras veces, lo relativo a los golpes de cuartel, movimientos guerrilleros y la prioridad de una vanguardia de acero. Cosas que en esos escritores de sindicato y seudónimos, suelen sustentar, aunque como dije, puede ser que en otra entrega digan lo contrario, depende quien haya escrito el artículo, de los tantos autores posibles. Y dice el mismo autor "sin conexión con las masas movilizadas, no es revolución socialista".

https://www.aporrea.org/internacionales/a332120.html

A lo anterior yo le agregaría, como vengo sosteniendo desde hace tiempo, que esa conexión y hasta movilización con las masas, no implica que la tarea inicial sea llamar a la toma del poder, sino a impulsar formas de relaciones en el proceso productivo de carácter socialista, que vayan creando bases, estructura y superestructura para el cambio.

Porque este rollo es mayor cuando más de una persona, ha habido casos y los hay, que hasta llegan a cinco, asumen la responsabilidad de escribir la misma columna o bajo una única firma o autor. ¡Y dígame cuando ellos, tres, cuatro o cinco, deben escribir de conformidad a lo deseado por aquel con quien están comprometidos! Y peor si quienes lo hacen, poco interés ponen en los detalles, como la coherencia en lo argumentativo, las ideas. Y lejos de esto, cada uno de ellos argumenta, expone ideas, hasta sobre un mismo asunto, que contradice lo que ayer mismo fue publicado bajo la misma firma. Porque a veces sucede que, quienes escriben para ese supuesto "autor", aparte de tener visiones diferentes, no cumplen con la norma de seguridad mínima de leer a los otros que publican bajo la misma firma.

Por supuesto, ellos escriben a favor y de acuerdo a los intereses formales, lo superficial, de quien defienden y en algunos casos aparece como autor. Y a veces, hasta la mayor de ellas, el interés fundamental es escribir en contra de algo o alguien. "Hay que tumbar ese árbol o esa "empaliza a como dé lugar", no importa por dónde ni cómo se le den los hachazos, menos el tipo de instrumento ni la hora.

Alguien dijo una vez que Bolívar, en sus últimos tiempos, como cundido por la frustración, llegó a decir, "he arado en el mar", frase que quienes se han ocupado de ella, aseguran no haber encontrado ninguna prueba que El Libertador hubiese dicho eso. En todo caso, "arar en el mar", es una tarea inútil, pues el agua que desplazan los componentes del instrumento, se reencuentra de inmediato y no queda ningún surco, lo que contrario al fin del arar. Es una tarea inútil.

Arar en el mar es como escribir uno o varios trabajos y hasta de manera sistemática, bajo una misma firma que se contradicen y pese intenten servir a los intereses de alguien conocido, tanto que no hace falta nombrarlo, pensando a veces en la inocencia o desinformación de cierto público, que no abunda donde publican.

Para terminar quiero advertir a quienes esto lean que, dado los tantos personajes aludidos y hasta escondidos que en esto están envueltos, quien esto escribe, que es uno sólo, corre el riesgo que la gente de "Vallillo", un patotero de mis tiempos de niñez, me caigan encima, pero esta vez, uno por uno y ocultos bajo sus respectivos seudónimos.

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